Conozco a Néstor Humberto Martínez desde hace muchísimo tiempo. Lo recuerdo desde la época en que se desempeñaba como un brillante abogado en el Banco Interamericano de Desarrollo y como muchos colombianos, he seguido de alguna manera su carrera profesional hasta que coincidimos en el gabinete del expresidente Ernesto Samper, él como ministro de Justicia y yo como ministra de Medio Ambiente. En esas posiciones nos enfrentamos muy duro sobre el destino que debería tener la isla Gorgona. Su posición y la de muchos era convertir esta isla nuevamente en una cárcel de alta seguridad. Según él y los defensores de esta idea, este lugar cumplía con todas las condiciones necesarias para llevar a pagar penas a criminales peligrosos. Escaparse, entre otras, era casi imposible por sus condiciones geográficas, entre otras.
Mis argumentos no eran escuchados fácilmente porque Gorgona durante 25 años había sido una cárcel a donde enviaban a los peores criminales a pagar sus condenas en condiciones deplorables. La llamaron la Alcatraz colombiana. Sin embargo, en el debate ganó el argumento ambiental por las inmensas riquezas de Gorgona en su vegetación, su fauna, sus bosques, su mar y el significado de las ballenas jorobadas. Recuerdo cómo resolvimos las diferencias: de una manera muy cordial Néstor Humberto me regaló unas esposas, las que le ponen a los presos, y yo le di un sapo. Un hombre simpático, amable, capaz, y con unas relaciones personales maravillosas que, junto con sus virtudes, lo han llevado a los altos círculos de poder.
Por estas imágenes que tengo de él, por ser una persona dispuesta a ayudar a quien solicita sus consejos como brillante abogado, es que no puedo creer su posición frente a la violencia intrafamiliar. Siempre me ha parecido un profesional muy hábil y un hombre del siglo XXI. Por eso también tengo que afirmar con cierto pesar, que no puedo creerlo.
Si algo está golpeando duramente a las mujeres, en general, pero particularmente a las colombianas, es precisamente la permanencia para no hablar del recrudecimiento de las relaciones violentas y agresivas de los hombres con sus parejas. Desconocer esta realidad no es propio de una persona informada llamada a ocupar precisamente las más altas posiciones dentro de la justicia colombiana. Los actos agresivos y hasta fatales contra la mujer dentro de la familia, por parte de su compañero, no son eventuales sino que se convierten en una especie de cadena que termina en el feminicidio, el asesinato por ser mujer.
Cómo se puede afirmar, como lo hace Martínez, que penalizar severamente estos delitos causa ruptura de la unidad familiar, en un hogar donde la mujer y muchas veces los mismos hijos, sufren las agresiones permanentes de un hombre que se siente el amo y señor y descarga sus frustraciones en los seres más indefensos de su hogar. Pareciera que Néstor Humberto no ha vivido de cerca lo que sucede en muchísimas familias de este país, no solo de escasos recursos. Lo grave de su posición es que tiene que estar muy convencido para plantearlo precisamente cuando aspira a ser el fiscal general de la Nación. Por consiguiente, no es posible pensar simplemente en que fue una salida en falso y eso lo hace más grave.
No necesita el país un fiscal que le haga juego al procurador,
este señor del siglo XVI, en temas tan fundamentales
como el de la violencia contra la mujer y la violencia intrafamiliar
Lo que hacen las mujeres. Fue María Victoria Calle, la Presidenta de la Corte Constitucional quien les formuló esa pregunta a los candidatos a esta importante posición. Esto demuestra que este país necesita urgentemente más mujeres capaces en posiciones críticas para que hagan las preguntas claves en esta sociedad patriarcal, que lejos de avanzar retrocede en estos temas. Para la muestra, el procurador que tenemos. Por ello no necesita el país un fiscal de la Nación que le haga juego a este señor del siglo XVI en temas tan fundamentales como el de la violencia contra la mujer y la violencia intrafamiliar.
Néstor Humberto Martínez figura como quien tiene más opción de ser elegido Fiscal de la Nación. Si esto llegara a suceder, la única alternativa que nos queda es de manera masiva pedirle que por favor se informe mejor para que revise esa visión tan patriarcal que tiene sobre la familia, la mujer y la violencia que ella sufre.
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