Nadie, sea individuo, sociedad, negocio, industria o nación, puede dejar de sufrir graves consecuencias al aceptar y permanecer viviendo fiándole a instituciones financieras por medio de créditos, así estos sean a intereses bancarios normales, por más mínimos que sean, o cuando son del nivel de usura, como generalmente ocurre, en cuanto todo lo que necesitan o consume.
Esta circunstancia viene sucediendo desde hace tiempo en países como Colombia. Deciden sus dirigentes y gobernantes aun en cuanto se vean obligados, por condiciones imprevistas, a comprar todo tipo de productos, la mayoría de los cuales incluso puede producir internamente para luego poder vender los pocos o muchos recursos naturales con los que tienen que sostener la estructura del Estado que han diseñado.
Además de ser, sino la única, sí la mayor fuente de donde salen los recursos para su funcionamiento, transformando al erario en una especie de ruleta rusa, el cual debe permanecer siendo alimentado a partir de impuestos abusivos.
O cuando los tienen que inventar y crear permanentemente para después tener y poder cómo cancelar esos créditos asumidos, cuando al mismo tiempo ese erario lo han convertido en un botín que asaltan la mayoría de los funcionarios públicos deshonestos, quienes, con los diferentes gobiernos, se hacen elegir para lograr tener la oportunidad, no de servir, pero sí de asaltar la buena fe de quienes los eligen. Y los ciudadanos, confiados de que aquellos llegan allí para generar opciones de buenos gobiernos con los que se pueda cambiar el mal curso que lleva socialmente el país.
Mantener la farsa de los malos gobiernos es un precio demasiado alto para pagar y sostener, además que implica e involucra a las generaciones futuras en asuntos ajenos a ellos, estando desgraciadamente sustentados sobre arreglos oscuros, trampas y negociados ilegales, injustos y leoninos, en los que nada tuvieron que ver. Esto conduce a muchas generaciones a trabajar al debe sin deber ni un céntimo de esas deudas adquiridas a través de gobernantes incapaces y corruptos, los cuales simplemente se ampararon en los beneficios personales que reciben ellos y los clanes y familias que los apoyan y promueven.
Colombia es un país que posee unas condiciones naturales y ambientales únicas sobre la faz de la Tierra, que tendrían que brindar unas ventajas comparativas que nunca han sido usufructuadas, teniendo por tanto la posibilidad y la capacidad de producir un sinnúmero de productos agrícolas y pecuarios, como igual desarrollar una variada industria alrededor de ellos, a la par de construir la infraestructura requerida para sacarle provecho a unas condiciones ambientales y naturales que atraen a turistas de todo el mundo, pero que, para lograrlo, tiene que retirar de la escena política, y de la toma de decisiones, a la mayoría de los dirigentes que hasta el día de hoy han impedido su progreso; además de superar la cultura del delito y del camino fácil y corto, del cual han echado mano tantos delincuentes de cuello blanco y del común como alternativa de vida y de negocios.
Este es un llamado de atención para todos los colombianos que estamos dispuestos a votar en las próximas elecciones, solicitando que debemos decidirnos por opciones que hasta ahora no hemos considerado, tomando en cuenta que somos un país lleno de recursos para que socialicemos y repartamos esas riquezas y las podamos esparcir por todos sus rincones, beneficiando a todos por igual.
Es en estos asuntos y momentos donde no pueden existir rivalidades, enemigos ni adversarios; la oposición tiene que ser en contra de todos los antisociales que desde hace tiempo no quieren soltar ni dejar de mamar de la teta del erario de un Estado mal dirigido y administrado.