Señor ministro de transporte Germán Cardona, ¿recuerda esto: “No voy a pagar el peaje porque no sé que estoy pagando”?
Pues bien, este próximo 17 de enero se cumple un año de esta protesta que hicimos en Acacias para revelarnos por los cobros injustificados de un peaje en una vía en la que tardamos hasta tres horas para recorrer un tramo pavimentado de tan solo 26 kilómetros entre este municipio y Villavicencio. Y esa protesta pudo ser el detonante que ha llevado a que personas en todas las latitudes del país salgan a protestar por el exceso de peajes y los elevados costos en los mismos, lo que ha traído como consecuencia los actos de desorden, violencia y desmanes de estos días en Urabá.
Pretender, señor ministro, justificar esas protestas en que son actos de infiltrados de grupos armados al margen de la ley es desconocer por completo la insatisfacción que esos peajes causan en el bolsillo y el desarrollo económico y turístico de todo un país, independientemente del estrato social, de la región de Colombia, de la raza, el sexo o el color de la piel. Prueba de ello es la forma como mi protesta tuvo despliegue en todos los medios hablados y escritos, algo que muchos periodistas sintieron como propio y más que justificado.
No puede usted desconocer, señor ministro, que de seguir como vamos muchas personas van a seguir por ese camino, incluyendo las de nuestro municipio que desde junio 2015 viene pagando unos peajes carísimos sin las obras a las que se comprometieron en esa fecha y que aún no tienen cómo ni cuándo arrancar.
Es hora de tratar este tema no con paños de agua tibia como lo han venido manejando hasta ahora, como con las tarifas diferenciales, sino con soluciones radicales que le permitan al país desarrollarse en materia de infraestructura vial como lo merecemos. Y esa solución debe tener, en definitiva, un paso por el Congreso, pues para ustedes es bien claro que el costo de esa infraestructura que necesitamos debe ser pagada por los usuarios vía peajes dado que el dinero recaudado en impuestos se debe invertir en defendernos de nosotros mismos, en pagar la deuda externa, en el pasivo pensional y claro, en la corrupción.
La bolsa sobre la cual se calcula la obra se divide en el tiempo que se tiene para recaudar ese dinero lo que produce un costo en los peajes. Si las variables para el recaudo son tiempo vs xosto de peajes se hace indispensable que para los casos en que es imposible bajar el costo de estos, porque el tiempo máximo de una concesión es de treinta años, se amplíe ese plazo de manera significativa con tal de tener un costo justo y adecuado que permita no solo llevar a cabo las obras que el país pide a gritos, sino también tener peajes acordes con el bolsillo de los colombianos. De tal forma se hace indispensable llevar este problema ante el Congreso y así permitir, como pasa en países desarrollados, que las obras de gran magnitud y calado sean llevadas a cabo por concesiones de hasta cien y doscientos años con tal de tener peajes baratos.
No podemos seguir siendo el país con los peajes más costosos del mundo y las peores carreteras. Es hora de cerrar esa brecha.
