Póngase a pensar, querido lector. Por ejemplo ¿de qué sirve tener un vocabulario amplio, un discurso fluido, con el que pueda expresar sus ideas y argumentar sus actos? ¿De qué sirve eso ahora que ´´la imagen´´ es la que manda y, según dicen, ´´vale más que mil palabras´´, aunque esta sea una idea que se manifiesta con palabras. ¿De qué sirve, repito, aquí donde ´´yo hago lo que se me da la gana y, si no le gusta, de malas´´, puesto que, además, ´´Colombia es pasión´´, o sea, puro impulso y sentimiento, así que nada de ponerse usted racional y argumentativo porque cae mal entre la manada? Por eso, mejor, no sepa hablar, no aprenda a expresar sus ideas ni cultive su habilidad para debatirlas porque, como se ve, eso fastidia a la mayoría.
Leer también enseña a escribir. Los escritores han repetido lo mismo hasta el cansancio. Pero ¿para qué aprender a escribir si hoy nos entendemos a partir de emoticones y consonantes apostrofadas; si se cuenta con el corrector de ortografía de Word y, además, si usted está estudiando, quédese tranquilo porque la mayoría de los profesores tampoco saben escribir; en cambio, si usted está trabajando, ojalá sea un trabajo que no exija escribir tan seguido (que por cierto, ¡bendita sea la tecnificación del trabajo!, ahora abundan los de este tipo), y si da con un trabajo donde escribir es primordial, pues queda la esperanza de que lo hayan nombrado por un palancazo y no le pidan la renuncia porque, en el fondo, ya saben que tampoco podría escribirla.
Además de esos beneficios básicos y hoy día inservibles (saber hablar, saber escribir), la lectura también fortalece el criterio de quienes la practican, es decir, aquello de leer vuelve a las personas más capaces de tomar sus propias decisiones, les ayuda a no tragar entero cuando la comida tiene veneno. Sin embargo, en nuestros días ¿quién va a pensar por cuenta propia, a nadar contra la corriente, a esforzarse sin que nada lo obligue, cuando la humanidad marcha a un solo ritmo: todos pensamos lo mismo, nos vestimos igual, replicamos lo que hacen los demás y así nos mantenemos con una sonrisa en el rostro, gracias a la felicidad de no saber qué estamos haciendo? De nada sirve, pues, ser los diferentes, los que se saltan la normalidad, los que buscan algo más allá de lo inmediato, porque eso lo vuelve a usted, quizás, un poco más sensato y perspicaz, sí, pero también lo condena a ser un solitario por no decir que un rechazado, uno de esos que siempre ve la Historia desde la otra orilla.
No lean, insisto, pues todos los beneficios de la lectura son inservibles, y hasta ridículos. Como eso de que aumenta su imaginación, que lo vuelve más creativo. Y bien ¿para qué sirve tener una gran imaginación si ya todo está creado y, en el peor de los casos, para eso existen los científicos y los artistas, quienes malgastan todo el día inventando cosas que, a la mayoría, no nos importan ni nos afectan? Para qué va a perder su tiempo en eso; mejor mire la televisión que no le miente ni le exige tanto pensamiento.
También está lo de fortalecer la memoria. Ahora bien ¿quién necesita hoy una gran memoria, si lo que importa es lo nuevo, lo de última generación, como el IPhone? Lo que pasó ayer ya es Historia, pasado de moda, irrelevante. Es vano saber de dónde venimos, cuál es el origen de nuestros problemas pues, al parecer, no tenemos la habilidad de solucionarlos, ya que, como se dijo anteriormente, lo nuestro tampoco es ser creativos. Entonces de nada sirve que recordemos los errores del pasado, de todas formas, en el presente y en el futuro, vamos a cometerlos de nuevo. Al parecer, esto de fortalecer la memoria tampoco es una razón para que usted gaste su tiempo con la lectura.
Y como si fuera poco, no se ha hablado del poder de ponerse en los zapatos del otro, de observar las circunstancias desde varios puntos de vista (otro de los ´´grandes beneficios´´ de la lectura). Dicen que leer vuelve a las personas más tolerantes, más comprensivas, que no solo enseña a hablar, sino también a escuchar a lo demás. Pero ¿acaso, alguien lo escucha usted? ¿A quién le interesa lo que usted piensa? ¡A nadie! ¿Acaso tiene muchas cosas que decir? Recuerde que ´´saber hablar´´ es el primer beneficio inservible que desechamos en este texto (aunque la memoria también se fortalece con la lectura, entonces es posible que, en este punto, ya no se recuerde nada de lo enunciado). Así mismo, si nadie lo escucha, no va a ser usted el primero en escuchar al otro, porque ´´Colombia es pasión´´, nada de raciocinio, mejor dicho, que no se metan con nosotros.
En conclusión, para no perder más tiempo leyendo, querido lector, dígame ¿para qué sirve leer? Para nada. Por favor, no lo haga. No tire su vida por la borda. Siga con la televisión, la amnesia, las redes sociales, la pasión, la fiesta, la indiferencia, el deporte, la falta de personalidad y el trabajo por obligación… Nunca se pare a pensar cuánto cambiaría su vida si practicara la lectura todos los días, no, por favor, nunca lo haga.