A Carolina Sanín llevan años insultándola. Desde que tenía su columna en El Espectador por tener una voz, por ser inclaudicable, por decir las cosas con todas sus letras en un país donde todos hablan pasito. También por ser mujer, por supuesto. Esos insultos por lo general venían de gente de tendencias políticas de derecha. Ahora todo ha cambiado y los palos vienen desde la misma izquierda, de intelectuales que ella misma ayudó y respaldó en su momento y que ahora la atacan de la peor manera.
La laman privilegiada de clase por su apellido. De un cedazo quieren borrar una de las trayectorias más completas que cualquier colombiano puede tener: no sólo sus libros han llegado ha ser traducidas al italiano, al inglés, no sólo la invitan a dar clases a las universidades más importantes de Latinoamérica sino que fue una de las responsables de la idea central de la mejor película de la historia de este país, Tigre de Papel, sino que protagonizó Litigante, película con el que se estrenó la semana de la crítica en Cannes en el 2019 y con la que consiguió varios premios internacionales.
Es una pena y una vergüenza el silencio de Gustavo Petro ante los múltiples ataques que recibe desde hace tres semanas, cuando arrancó la serie Matarife. Nadie puede dudar del nivel de compromiso que tuvo Sanín durante la campaña presidencial de Petro. Desde redes se jugó el pellejo por el candidato de la Colombia humana. Gracias a eso académicos como Luciana Cadaia y Juan Cárdenas, quienes se morían de ganas por militar en un partido, se acercaron a ella durante esa campaña para participar de la Colombia Humana. Dos años despuésde estar en el partido la emprendieron contra Sanín en redes hasta el punto de que Cardenas, por ejemplo, empezó a hacer trizas en redes toda su obra.
Sanín me dice que lea a Marx. Ella que ni lo habrá leído y si lo leyó no lo entendió. Si lo hubiera entendido no se valdría de su capital social, su apellido, para tratar de idiota a todo el mundo y salir inmune. Marx estudió para transformar el mundo, no para alimentar su ego.
— Sara Tufano (@SaraTufanoZ) June 6, 2020
De pronto somos los protagonistas de una versión bizarra de Matarife: persecución, Hitler, maridos maltratadores, celos e intrigas femeninas. Larga vida al culebrón y al melodrama sudaca.
— luciana cadahia (@lucianacadahia) June 8, 2020
Carolina está pagando un pecado que en este país tiene una pela altísima: la coherencia.