No podemos permitir que el deporte del pueblo se juegue en el país mientras la fuerza pública nos mata en las calles.
Los hechos hablan solos. Desde el 28 de abril hasta hoy, al menos 42 manifestantes han sido asesinados en el país durante las jornadas de protesta. Así lo documenta el registro de víctimas de violencia homicida en el marco del Paro Nacional publicado por el Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz). La Policía y el Esmad son los presuntos responsables de 22 asesinatos, 4 más se le atribuyen a civiles y se desconocen los responsables de 15 casos más.
A la represión cometida por la Fuerza Pública se le suman 362 víctimas de violencia física, 1.055 casos de detenciones arbitrarias en contra de manifestantes, 16 víctimas de violencia sexual, 133 casos de disparos con armas de fuego y 30 víctimas de agresiones oculares. Todo, de acuerdo a la ONG Temblores y a Indepaz. Como si lo anterior fuera poco, hay más de 500 personas desaparecidas desde el 28 de abril.
Entre quienes han perdido la vida por la brutalidad policial estaban pelados que respiraban, comían y vivían fútbol. Brayan Niño, barrista de Atlético Nacional, era uno de ellos. Marlin Niño, hermana de Brayan, le dijo a Canal Capital que el joven de 24 años murió luego de que lo impactó en el ojo derecho un proyectil disparado desde una tanqueta de la Policía que estaba a 20 metros. Brayan no fue la única persona asesinada que amaba el fútbol. Kevin Anthony Agudelo jugaba fútbol desde los cinco años y hacía parte del equipo Siloé F.C. Fue asesinado el tres de mayo en Siloé —presuntamente por el Esmad— durante jornadas de paro nacional.
¿Todavía cree que se puede jugar fútbol en Colombia? ¿Mientras sucede toda esta violencia? ¿Mientras nos están matando? Si así lo cree, le diré tres razones más por las que no debe rodar la pecosa en los estadios del país.
Primero: el pueblo futbolero está en las calles resistiendo, no en disposición para gozar de un partido o un torneo. Las barras futboleras populares —conocidas por su pasión que no tiene límites— han manifestado apoyo al paro nacional. Digo que la pasión de estos grupos no tiene límites porque incluso en medio de la pandemia se las han ingeniado para apoyar a sus equipos decorando los estadios o recibiendo a los jugadores con banderas, sombrillas, humo y el carnaval característico. Y digo que han manifestado su apoyo al paro nacional porque barras como La Guardia Albi - Roja Sur (de Santa Fe), los Comandos Azules (de Millonarios), Los del Sur (de Nacional), el Barón Rojo Sur (del América de Cali), Fortaleza Leoparda (de Bucaramanga) y la Rexixtenxia Norte (de Medellín) han salido a las calles de sus respectivas ciudades para manifestarse inicialmente contra la Reforma Tributaria y ahora contra un gobierno que asesina con balas y políticas públicas.
Las acciones de las barras futboleras populares en el marco del paro nacional no se limitan a las movilizaciones. En Bogotá, La Guardia Albi - Roja Sur acampa cerca al Centro de Memoria, hace plantones, organiza ollas comunitarias y gestiona intervenciones artísticas. En Cali, el Frente Radical Verdiblanco (que alienta al Deportivo Cali) ha hecho presencia en actividades culturales, mesas de diálogo y en plantones como el que se mantiene en Puerto Resistencia. Ibagué tampoco ha sido ajena. Allí, la Revolución Vinotinto Sur (que sigue al Deportes Tolima) se ha manifestado constantemente en contra del asesinato de Santiago Murillo, joven que fue impactado en el pecho por un proyectil proveniente de un arma disparada por el Esmad.
Y sabe, ha pasado lo impensable. A pesar de las históricas rivalidades, algunas de estas barras populares se han juntado para resistir y protestar colectivamente. En Cartago, integrantes de Los del Sur, los Comandos Azules, el Baron Rojo Sur y el Frente Radical Verdiblanco, se unieron para formar la primera línea de resistencia frente a la represión policial.
El lunes 17 de mayo, en Villavicencio, hinchas pertenecientes a barras de Nacional, Millonarios y América, marcharon juntos al son de la murga multicolor y al unísono de arengas en apoyo al paro nacional.
Pero pasó algo más inaudito. Hinchas de diferentes barras se juntaron para manifestarse contra un partido de fútbol. En Pereira, barristas del América de Cali y del Deportivo Pereira se reunieron frente al hotel donde estaba Nacional de Uruguay para corear conjuntamente: “No se juega… de luto no se juega…”. Esto fue de cara al partido entre Atlético Nacional y Nacional de Uruguay en el marco de un compromiso por Copa Libertadores.
Mientras tanto, en Barranquilla, el Frente Rojiblanco Sur (barra de Junior) emitió un comunicado en el que solicitó que su equipo no jugara frente a Fluminense el 6 de mayo por Copa Libertadores. Dijeron que si el juego se disputaba, no permitirían la movilidad de los buses al estadio y mucho menos el desarrollo del juego. Todo esto, según el comunicado, surgió como un acto de protesta contra el gobierno que asesina al pueblo en las calles.
Pasando de las gradas a la cancha, el segundo motivo por el que no se debe ni puede jugar fútbol profesional en Colombia es que los futbolistas colombianos han manifestado solidaridad con el Paro Nacional y le solicitaron a la Federación Colombiana de Fútbol, a la Dimayor —y a los clubes profesionales— no programar partidos hasta que no se resuelva la situación que se vive en las calles. Así lo hizo saber el pasado 13 de mayo la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) a través de un comunicado que difundió a la opinión pública. En el comunicado, los futbolistas manifiestan su apoyo a las voces que piden un país más justo, equitativo e inclusivo en el que se le garantice a toda persona lo mínimo para vivir dignamente.
Los jugadores de nuestro fútbol también le solicitan al gobierno promover mecanismos que garanticen un verdadero diálogo social para concluir en acuerdos que busquen una sociedad en la que se pueda vivir en paz y progresar colectivamente.
Hay futbolistas que —individualmente— también han manifestado su apoyo al paro y que han criticado el desarrollo de partidos mientras que en las calles son vulnerados los derechos de quienes se manifiestan contra el gobierno y sus políticas. Es el caso de Jhon Vasquez, jugador del Deportivo Cali que en sus redes sociales publicó: “Por nuestros derechos como colombianos, no hay fútbol. Si no hay soluciones nos unimos al paro nacional por una Colombia mejor. ¡Vamos todos juntos!”.
Otro futbolista que manifestó su solidaridad con el pueblo colombiano es Daniel Giraldo, mediocampista de Independiente Santa Fe que después de jugar contra River Plate en Paraguay dijo: “Primero que todo enviar un mensaje de apoyo a todo el pueblo colombiano en este momento tan difícil que pasamos”.
A pesar de las peticiones de los futbolistas, la Dimayor comunicó a los jugadores del Deportivo Cali y del Deportivo Tolima que debían disputar el partido correspondiente a la vuelta de los cuartos de final de la liga local en Envigado el sábado 15 de mayo. Ante esta solicitud, los futbolistas de ambos equipos informaron —a través de un comunicado publicado por Acolfutpro— que solicitan el aplazamiento del juego, ya que consideran que no es pertinente realizar el partido, pues hay un riesgo inminente.
El tercer motivo por el que la pecosa no debe rodar en los estadios del país es que no hay garantías para que los partidos transcurran sin poner en riesgo la salud de toda persona involucrada en el desarrollo de estos. Eso quedó claro hace unas semanas, exactamente el 13 y el 14 de mayo en Barranquilla cuando jugaron por Copa Libertadores Junior versus River Plate y América versus Atlético Mineiro. A las afueras del estadio Romelio Mártinez, el Esmad disparó gases lacrimógenos contra manifestantes que protestaron por el desarrollo del partido. Los gases se colaron en la cancha y afectaron constantemente a los deportistas, árbitros, cuerpo técnico y demás personas que trabajaron en torno al partido.
Lo más irónico es que durante el minuto de silencio que se dio antes del partido Junior versus River (para honrar a las víctimas mortales del COVID-19) se escucharon al fondo estallidos causados por los gases lacrimógenos y las aturdidoras que el Esmad disparó “para dispersar a los manifestantes”. Increíble. Durante un partido de fútbol se escucharon al fondo disparos. Ahora, a mí parecer, también es cuestionable que el minuto de silencio solo se haya dado para conmemorar a las personas que han fallecido por COVID-19. ¿Los asesinados desde que inició el Paro Nacional en Colombia no son dignos de recibir un acto conmemorativo como un minuto de silencio?
Algunos dirán que la Conmebol es clara con no intervenir en asuntos políticos. La vaina es que esto ya no es solo político. Es una crisis social en la que está siendo vulnerado el derecho a la vida y el derecho a protestar.
En fin, por la violencia que sucede en las calles día a día, porque las hinchadas populares están manifestándose, porque los futbolistas colombianos han solicitado no jugar mientras la violencia se mantiene en las calles y porque no hay garantías. Por esos motivos no se puede —ni debe— jugar fútbol profesional en los estadios del país.
Yo pienso que la pecosa no puede rodar mientras nos matan en las calles.