No nos hagamos los de la vista gorda con los abusos de Poder

No nos hagamos los de la vista gorda con los abusos de Poder

Esta denuncia pone en tela de juicio el comportamiento de profesores en una institución educativa en Palestina, Caldas

Por: Juan Esteban Mazo González
marzo 07, 2023
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No nos hagamos los de la vista gorda con los abusos de Poder

Los hasta hace poco denominados abusos de Poder, es decir, la capacidad que tiene una persona de imponer su deseo a otras sin importar que esta última se resista, no son un problema novedoso dentro de nuestra sociedad actual, aunque sea eso lo que con su asombro hipócrita quieren hacernos creer aquellos defensores y defensoras de sus múltiples usos. No, los abusos de poder son tan antiguos como la lucha entre quienes tienen todo y quienes no tienen nada salvo su mísera vida.

En cuanto a los abusos de poder dentro de las instituciones educativas los casos son más que ilustrativos. Permítanme estos interrogantes a modo de ejemplo: ¿recuerdan esas viejas historias que nuestros abuelos, abuelas, padres, madres con una sonrisa nos narraban acerca de sus cortas experiencias dentro de las aulas de clase? ¿Aún recuerdan que con una sonrisa, casi irónica, contaban que fueron reprendidos por sus docentes con golpes y gritos? Sus profes, a quienes recuerdan con agradecimiento, pues nuestros familiares consideran que estos hicieron un gran trabajo porque fungieron algunas veces como sus “padres”, son el modelo a seguir, “no como los de ahora, que dejan que esos muchachos hagan lo que les da la gana”, comentan.

Las historias de nuestros familiares ilustran con claridad el significado de los abusos de poder, pues estos también son posibles gracias al prestigio, al lugar que los seres humanos ocupamos dentro de la sociedad. Volviendo al punto, recordemos que esas anécdotas pocas veces dejaron ver más que un maltrato físico. Es así como hace tan sólo décadas, gracias principalmente al uso masivo de redes sociales, que comenzamos a leer y a oír denuncias por acoso sexual dentro de las instituciones educativas colombianas, especialmente de docentes (hombres, principalmente) hacia las alumnas. No quiero decir que este fenómeno sea nuevo o que quienes “educaron” (si es que alcanzaron a hacerlo) a nuestros familiares no lo hubiesen hecho. No. Muy por el contrario, hay más que historias sobre ello salvo que para aquellas épocas el apoyo masivo de las redes sociales era nulo y, entre otras cosas, ese apoyo que se ilustra con la selección de una opción como dar “Me gusta”, “Comentar” o “Compartir” ha impulsado más denuncias de lo que podríamos creer. El apoyo que miles de víctimas no encuentran en sus casas sí lo encuentran en ese mundo intangible de las redes sociales.

Para dar un ejemplo…otro más de lo dicho en el párrafo anterior, les contaré y analizaré muy brevemente el caso más reciente conocido gracias a las denuncias hechas a través de la página de Facebook Voces de Santágueda por parte de ex-alumnas y egresadas de la Institución Educativa Santágueda, ubicada en el municipio de Palestina, Caldas:

Hola, quiero dar mi testimonio. Soy egresada de la Institución Educativa Santágueda y durante los años que fui estudiante recibí comentarios que no eran de mi agrado por parte del rector de la institución; estos eran de tipo: “Mamita usted  lo linda” y unas muestras afectivas que no deberían pertenecer a una figura como lo es él. Muestras de tipo [como] abrazos por la cadera, los cuales siempre fueron incómodos”.

Para algunas madres, padres, inadaptados, pervertidos y, como si no fuera poco, una cantidad alarmante de jóvenes los acontecimientos que expresa el testimonio anterior son sólo quejas banales, sin sentido, cuando no sólo son tomadas como una muestra de “zalamería” por parte de quienes denuncian. Estas apreciaciones tienen una explicación.

Durante décadas hemos sido educados, desde nuestros abuelos y abuelas, madres y padres, hermanos y hermanas, etc., bajo la tesis machista (históricamente patriarcal y misógina) de que son los hombres los únicos dueños y creadores de todo lo habido y por haber; dueños del conocimiento y al mismo tiempo de la palabra; dueños del planeta y por tanto de todo lo que hay dentro de él, en especial de sus riquezas y de las mujeres. Nos enseñaron, empezando por nuestros familiares hasta pasar por la escuela, las instituciones religiosas y por la sociedad en general, que los únicos dignos y respetables de sentir deseo sexual somos los hombres y que las mujeres deben estar en entera disposición de satisfacernos y de aceptar, sin chistar, nuestros estúpidos “piropos” y “halagos” que sólo demuestran la estrechez mental que padecemos gracias a la educación mediocre y machista que heredamos, ante la cual poca o nada de crítica imponemos como hombres… como sociedad.

Para la filósofa estadounidense Martha Nussbaum (2022) todo acto de violación sexual –yo diría que también de acoso– es un abuso de poder que no busca satisfacer principalmente un deseo sexual, sino el anhelo de sentirse, por parte de un hombre, poderoso (en muy pocos casos poderosa, partiendo del hecho de que las violaciones contra los hombres son realizadas mayoritariamente por otros hombres), logrando con ese acto cumplir la tesis mencionada arriba, esta es, someter en contra de su voluntad y resistencia a un ser humano, en este caso a las mujeres, buscando disponer, gracias al poder que socialmente el sólo hecho de ser hombre le otorga, sobre el cuerpo y la autonomía de la mujer.

Es así como las denuncias por acoso sexual dentro de la Institución Educativa Santagueda cada vez son más alarmantes (véase aquí las denuncias), hasta el punto de que uno de los maestros señalados (otro es, según las denuncias, el rector de esta institución) decidió retirarse de su cargo en lo que se desarrolla la investigación. Lo preocupante de esto es que muchos de sus estudiantes salieron a hacer público su apoyo al docente, al cual creen incapaz de intentar sobrepasarse con alguna de sus compañeras.

Se niegan a aceptar, no sólo los y las estudiantes, sino también la sociedad en su generalidad, especialmente algunas adultas y adultos, que existan docentes que acosan, abusan y violan a sus alumnas, tal cual lo demuestra la evidencia estadísticas por denuncias en nuestro país, que en su mayoría quedan en la impunidad (¿tendrá algo que ver la impunidad con el lugar de poder que ocupan los victimarios?). También se niegan a creer que haya padres, padrastros, tíos, primos, hermanos que abusan de sus familiares, especialmente de mujeres.

Nota: Dos cosas: primero, no considero que todo lo que venga de las redes sociales sea bueno, aunque sí considero que las redes sociales pueden ser canales de denuncia cuando éticamente se utilizan de manera transparente (ahí el problema es encontrar la ética). Segundo, si insisto en reafirmar al hombre como victimario es porque, empíricamente, las cifras demuestran que es quien constantemente abusa de su poder socialmente otorgado para violentar y abusar sexualmente de las mujeres… y de otros hombres.

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