En Colombia desde tiempos de antaño ha existido la costumbre de eliminar al oponente político, ya sea por vía de las armas o dejándolo sin tierras o empobreciéndolo de manera frontal. Justo cuando el país se preparaba para una transición en la que con suerte lograríamos una apertura democrática, el país político nos recordó nuevamente otra forma no tan nueva de enfrentar al contradictor: la muerte política. Cuando hablo de muerte política no me refiero a lo que el Centro Democrático ha caricaturizado como persecución política, aquello no son más que patrañas que buscan “alcahuetear” la salida del país para no responderle a la justicia; cuando hablo de persecución me refiero al resultado de perseguir con el aparato estatal al oponente político.
Recientemente, el país ha conocido un nuevo asunto de aparente persecución política. Gustavo Petro y Sergio Fajardo sufrieron embargos por parte del Contralor General. Sumado a ello está el caso de Camilo Romero, quien parece que sufrió un malintencionado informe del Auditor General y ahora enfrenta una imputación de cargos por parte de la Fiscalía General de la Nación.
Cuando finalmente supe cuándo sería la audiencia de imputación de cargos por parte de la Fiscalía a Camilo Romero, recordaba la frase de Claudia López y de Jorge Robledo en el recinto de la plenaria del Congreso de la República en medio del debate de Odebrecht: “No somos lo mismo, no traten de meternos a todos en el mismo costal”. Esto, tratando de comprender las dinámicas del poder a la hora de atacar al oponente político, mañas de antaño que tratan de enlodar a nuevas formas de gobierno, haciéndolas ver como “más de lo mismo”.
Conozco a Camilo hace muchos años, pero esta apología poco y nada tiene que ver con defender a una persona tan brillante como lo es él, sino de defender un proyecto político, una forma de gobernar y sobre todo, una nueva forma de hacer política, con la que podamos ver nuevamente a los ojos a la ciudadanía.
La actuación contra él ha tenido tantos vacíos como inconsistencias como no notificación de la investigación, no notificación formal de la audiencia de imputación —hecha vía Twitter— y por si no fuera poco, faltando menos de 24 horas para la mencionada audiencia, la Fiscalía recién inspecciona su despacho.
Lo de Camilo debe obedecer, por supuesto, a una estrategia política, que no nos quepa la mayor duda, todos deberían suponer desde ya las consecuencias políticas de su “muerte política”. Primero, sobre la campaña política de Claudia Lopez y la “Coalición Colombia”. Segundo, sobre los sectores alternativos que han apostado por nuevas formas de gobierno y finalmente, sobre su partido político, la Alianza Verde, del cual es la mayor votación gracias a las elecciones en el departamento de Nariño. Sin embargo, esta vez no pasarán. Tampoco somos lo mismo, tenemos las manos limpias y podemos ver de frente a la ciudadanía.