Entre el 8 y 11 de septiembre se reunió la cumbre del G20. Aunque en la prensa colombiana casi nada se habla al respecto, el análisis de los resultados de esta reunión permiten observar en qué dirección se mueve la política mundial.
El Grupo de los 20 lo integran 19 países (Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, Reino Unido, República de Corea, México, Rusia, Sudáfrica, Turquía) y la Unión Europea. España es invitada permanente y los países que lo conforman constituyen el 66% de la población mundial y el 85% del PIB mundial.
Aunque tiene antecedentes desde 1999, realmente su constitución formal y de alto nivel se dio en 2008 a raíz de la crisis económica mundial. Desde entonces es el foro que traza las pautas globales para la economía mundial, más allá de las Naciones Unidas y de la Organización Mundial del Comercio, OMC.
La matriz del G20 es el Grupo de los 7, que agrupa a las economías que según el FMI son las desarrolladas del mundo occidente (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá). El Grupo de los 7 fue creado en 1973 a raíz de la crisis de ese año. En 1998 se incorporó Rusia, que salió en 2014 a raíz de la incorporación de Crimea a ese país, con lo cual se iniciaron un conjunto de sanciones que todavía no se han levantado y que, por el contrario, se han acentuado a raíz de la guerra en Ucrania.
La última cumbre del G7 se realizó en Hiroshima Japón y tuvo como eje afrontar lo que consideran una invasión ilegal y no provocada por parte de Rusia a Ucrania.
Acaba de celebrarse la Cumbre del G20, en la que participaron el G7 y otros once países en vías de desarrollo de gran importancia económica. No se hicieron presentes varios jefes de Estado, entre los cuales fue notoria la ausencia de Putin y Xi Jinping.
La declaración de la cumbre no incluyó una condena a la intervención rusa en Ucrania, a diferencia de lo planteado en la cumbre anterior realizada en Bali, Indonesia, en noviembre de 2022 y en la cual intervino Volodimir Zelenski por videoconferencia.
Las autoridades de la India afirmaron que no habían invitado a Ucrania por no ser parte del G20 y porque su presencia hubiera concentrado los debates en torno a ese tema cuando había muchos otros asuntos pendientes.
Acaba de celebrarse la Cumbre del G20, en la que participaron el G7 y otros once países en vías de desarrollo de gran importancia económica. No se hicieron presentes varios jefes de Estado, entre los cuales fue notoria la ausencia de Putin y Xi Jinping.
Después de intensas negociaciones, la declaración de la cumbre no condenó a Rusia, pero sí a la guerra, haciendo llamados a la paz que fueron suscritos por todos los participantes, incluyendo la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia y China.
De la cumbre quedó claro el importante papel de la India en los escenarios globales, pero por lo demás, no hubo temas sustanciales sino definiciones que no hubieran requerido tan enorme despliegue.
El llamamiento a que las instituciones multilaterales como el Banco Mundial incrementaran los préstamos podía ser tema de otro tipo de instancias; la voluntad de triplicar la energía renovable hacia 2030, seguramente tema de la próxima Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático, y la propuesta de que se reanude el Acuerdo del Mar negro sobre el comercio de cereales, todos eran asuntos que requerían otros escenarios, pero que se acordaron en la Cumbre para no salir con las manos vacías.
El gobierno ucraniano lamentó el sentido de la declaración sobre la guerra, señalando que no había nada de lo cual enorgullecerse. El presidente Macron y funcionarios estadounidenses señalaron que la reunión no fue una victoria diplomática para Rusia.
Sin embargo, también se puso de presente que el G20, con participación de siete de los miembros de los BRICS, no incorpora una agenda de promoción activa del multilateralismo, ni la satisfacción de las demandas de los países en desarrollo, ni propuestas para la promoción de la paz mundial amenazada en diversas regiones como África, el Mar de China o el Medio Oriente. Tampoco la Cumbre suscribió la agenda militar de la OTAN, aunque tampoco la condenó. Vistas así, las cosas quedaron medio en tablas.
De lejos los titulares de la prensa mundial resaltaron la no condena a Rusia como el resultado más visible de la Cumbre. Los demás acuerdos sobre temas tan polémicos como el cambio climático no pasaron de afirmaciones protocolarias y retóricas, de esas que se repiten en todas las cumbres.