El 8 de Febrero, Santiago Tobar Potes, colombiano indocumentado que llegó a Estados Unidos cuando tenía cuatro años y que hoy estudia en la universidad Columbia en Nueva York, le escribió y público en el portal de CNN una carta para el presidente Trump pidiéndole que no lo deportara.
Soy uno de los 750,000 soñadores, inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños y ahora corren el riesgo de ser deportados por el presidente Trump. Me preocupa que el presidente, que además tiene abuelo, madre y esposa inmigrante, vaya a convertir mi sueño en una pesadilla y me saque del país donde crecí.
Hace unas semanas, sentí que estaba soñando cuando visite la Casa Blanca y conocí a la primera dama Michelle Obama. Acababa de ser nombrado en el comité estudiantil que participaba en la junta para la iniciativa “Better Make Room” que busca alentar a los jóvenes a estudiar en la universidad. Yo me siento inspirado por esta iniciativa y quiero ayudar a que más jóvenes mejoren su vida con la educación superior.
Mientras veía la inauguración del presidente Trump, me costaba trabajo creer que él podría hacer que fuera imposible que yo estudiara en una universidad de este país.
Por ahora, yo vivo legalmente en Estados Unidos gracias a una política de Obama del año 2012 que protege a los jóvenes que llegaron al país cuando niños. Sin embargo, nadie sabe cuánto dure.
Llegué a Estados Unidos con mis padres en el 2002,a la ciudad de Miami desde Colombia cuando tenía 12 años. Es obvio que a esa corta edad, yo no escogí venir acá. Tampoco decidí cruzar la frontera sin los documentos necesarios, ni quedarme en este país más tiempo de lo que me permitía la visa.
También debe ser obvio que mientras el Presidente Trump describió a los inmigrantes mexicanos como violadores, expendedores drogas y criminales cuando anunció su candidatura en el 2015, yo no era nada de esto a mis cuatro años de edad ni me he convertido en uno con el paso de los años.
Mi familia se fue de Calí, hogar del infame cartel de drogas, cuando las FARC mataron a mis abuelos y mis padres sintieron que nuestras vidas correrían peligro si nos quedábamos en Colombia.
Hoy en día vivo en Nueva York, soy estudiante de primer año en la Universidad de Columbia. Mi educación es financiada por becas de fundaciones. Estas organizaciones me han juzgado por mis habilidades y no por mi lugar de nacimiento.
Espero continuar mi educación hasta la escuela de derecho. Estudiar derecho constitucional y convertirme en ciudadano de los Estados Unidos.
Es imposible saber si alguna de estas cosas va a suceder porque es imposible saber si el Presidente Trump va a acabar con la política de Obama que, por el momento, me protege. Trump y sus aliados han hecho declaraciones contradictorias. Durante su campaña presidencial, Trump dijo que iba a promover las deportaciones, pero en otras declaraciones se ha mostrado más conciliador.
En una entrevista con la cadena de noticias ABC el 25 de enero, el Presidente Trump dijo que nosotros los soñadores estamos acá ilegalmente pero después dijo que no debíamos preocuparnos. Se rehusó a decir si nos permitiría quedarnos acá con la política de Obama y que anunciaría su política en las próximas 4 semanas.
Con tanta incertidumbre, ¿cómo hacemos, nosotros los soñadores, para no preocuparnos? Nuestro futuro está en las manos del Presidente Trump.
Desde que tengo memoria, he amado a los Estados Unidos, pero he sentido mucho dolor porque el país no me acepto legalmente, hasta la política de Obama que el presidente de Trump puede revocar.
Crecer indocumentado significó vivir con miedo de ir al colegio y ser descubierto. Decirles a los profesores que no podía dormir porque tenía miedo de que nos deportaran a mí y a mi familia, no era una posibilidad. Hablar con mis amigos sobre mi situación era muy peligroso, me sentía como un fugitivo escondiéndose, marcado como un criminal que nunca seria aceptado.
A pesar del miedo que me acechaba a diario, siempre vi el colegio como un lugar de infinita inspiración y maravilla. Depositaba todas mis energías a mis estudios y fui un excelente estudiante con las mejores calificaciones en los exámenes estandarizados.
Hablo seis idiomas, he sido pasante para SEN, Marco Rubio, R-Florida, que ha apoyado la reforma migratoria y soy miembro del programa de desarrollo de liderazgo de Mckinsey &co. Fui un violinista consumado y di clases de violín voluntariamente a los jóvenes menos favorecidos de Miami. Estudie al filósofo chino Lao Tzu y recibí una beca del gobierno chino para viajar a China a estudiar mandarín.
Leí sobre la vida del presidente Obama, después de su elección, cuando estaba en quinto de primaria. Desde entonces ha sido una inspiración para mí. Pensaba que si un afrodescendiente podía ser elegido presidente, un niño de Colombia podía hacer lo que quisiera en Estados Unidos. Sin embargo, temía que la posibilidad de ir a la universidad en Estados Unidos sería imposible porque muchas universidades no les darían subsidio a estudiantes indocumentados o se negaría a aceptarnos. Mi familia era muy pobre para pagarme la carrera pero afortunadamente las becas que me gane con trabajo duro y buenas calificaciones me permitieron estudiar en Columbia.
Con la amenaza de deportación sobre mí, quisiera tener la oportunidad de conocer al Presidente Trump. Le pediría que me viera a mí y a otros indocumentados como individuos y no una amenaza.
Le diría al Presidente Trump que un pequeño porcentaje de gente de todas las nacionalidades y grupos étnicos comité crímenes, pero la gran mayoría de soñadores siguen las leyes y estamos fortaleciendo a América no debilitándola.
Deberíamos tener una conversación sobre cómo los soñadores han vivido en Estados Unidos la mayoría de su vida. Muchos han ido al colegio acá y hablan inglés fluido. A pesar de que yo hablo español, muchos soñadores no hablan el idioma de sus países de nacimiento. Deportarnos a nuestros países de origen, lugares de los que casi no tenemos recuerdo, representaría una dificultad enorme para nosotros.
Continuaría diciéndole al presidente que a pesar de no tener un papel que nos reconoce como ciudadanos estadounidenses, vivimos la misma vida de nuestros vecinos que nacieron acá o son inmigrantes legales. Mientras crecíamos, nos enseñaron a celebrar las mismas fiestas, llorar las mismas tragedias nacionales y celebramos los mismos triunfos nacionales. Nuestros familiares tienen trabajos y pagan impuestos para sostener al gobierno en todos los niveles.
Yo diría que los soñadores son tan estadounidenses como cualquier ciudadano, a pesar de no tener un papel que valide nuestra identidad.
Finalmente, le diría al Presidente Trump que he leído que su abuelo llegó a este país desde Alemania. Le preguntaría como se sentiría si cuando era joven, el gobierno lo hubiera obligado a devolverse a Alemania donde tendría que aprender un nuevo idioma y forma de vida porque no hay lugar para el en Estados Unidos.
El presidente Trump ha conseguido el éxito en Estados Unidos. Nosotros los soñadores tambi9en podemos. Por favor Presidente Trump, denos la oportunidad que tuvieron su abuelo, su madre y su esposa de convertir este país en su hogar.
*Nota original en inglés CNN