“¡Está chulísima! ¿Cuánto graba esto?” fue la frase que salió de Salud Hernández-Mora, con una sorpresiva sonrisa, después de hacer referencia a la grabadora que se encontraba sobre la mesa. Esta es la Salud presencial, la real, lejana de la vida mediática en donde se le conoce por sus ácidos comentarios en sus columnas de El Tiempo y en el programa radial Hora 20. Me encuentro con ella en el Pan Pa’Ya de la 85 con 15 para que me hable de cómo vive el oficio. La contacto para un trabajo de la universidad porque me llamaba la atención la irreverencia con la que asumía su oficio, cuando en este país muchos procuran no ir muy profundo para no ser silenciados.
Vehemente sí es, pero la imagen de la agresiva periodista española es solo un prejuicio alimentado por las diferencias culturales. Pide un cappuccino. Mientras acomoda sus gafas estira su blazer negro que usa sobre un saco ocre de cuello en ‘v’, elegante, tiene porte.
“Casi que todos los días del año el presidente marca la agenda en Colombia, la institución en general, es jartísimo”, señala, entre algún colombianismo que se le escapa.
Salud se refiere al terrible oficialismo que aplaca a Colombia. También dice que no está de acuerdo con el poco dinero que se les destina a los periodistas para hacer cosas de calidad y se empieza a dispersar, desviando la mirada, y fijándola en un volante que hay sobre la mesa.
¿Qué opina de que el periodismo sea un oficio?
“Pues es que en realidad la carrera es un poco estúpida. Lo ideal sería estudiar otra cosa y que hubiera un complemento en periodismo. No creo que haya que ser periodista para ejercerlo, lo que sí creo es que eso del reportero ciudadano es una manera de ahorrar dinero y un error”, señala exaltada.
“Si a mí me dieran dinero y me pagaran los viajes, haría mucho mejor periodismo y no tendría que estar trabajando en ocho medios”, interviene, moviendo la cabeza y mirando por encima de los lentes de sus anteojos.
“Por ejemplo, dicen que han capturado a 12 niños en el Putumayo ¡Pues hay que ir al Putumayo! ¿Pero quién va a ir hasta allá si eso cuesta una plata? Entonces hay que ver si te lleva el Ejército, una lancha… ahí viendo siempre cómo ahorran”.
Está esperando otra pregunta mientras bebe el café. “Es como una piscina, ¿no? No entiendo por qué lo sirven en estos vasos tan grandes, como los gringos, pero bueno”. Limpia con una servilleta el café que se regó y en ese momento le entra una llamada: “No puedo hablar ahora, te llamo luego, ¿vale? y cuelga.
Por sus constantes denuncias y la forma tan radical de expresarse en los medios, ¿no teme que su vida corra peligro?
“No, y espera que este pesao’ me está llamando otra vez… ¡Ay no!, es una persona que estoy buscando hace rato, lo confundí”.
“Perdone, lo confundí. Quería saber si le llegó mi mensaje, sí, soy Salud, Salud Hernández. Yo quiero verme con usted... sí, lo conversamos, si no le parece, le prometo que salgo y no publico ni una sola línea”.
Retomando: “No me da ningún miedo arriesgar mi vida primero, porque no tengo hijos, y además porque cuando hago las cosas no las pienso, las hago y ya está”.
Esta periodista llegó al país hace 18 años como gerente de la compañía de asesoría imagen y comunicaciones Burson Marsteller. Se quedó trabajando en El Tiempo, gracias al ofrecimiento que le hizo Francisco Santos, y como corresponsal del diario El Mundo de Madrid. Parece que en su trabajo habla de lo que quiere y como le plazca, por eso, al hablar de la libertad de prensa en el país, señala: “Los medios controlan todo, incluso te autocensuran... pero bueno, a grandes rasgos, comparado con Ecuador o con Venezuela, sí hay libertad, incluso si lo comparamos con Honduras, que los están matando como a conejos”.
Salud no tiene carro ni escolta. Llegó al lugar caminando con su sombrilla en la mano, a pasos cortos pero rápidos, y con la misma prisa con la que llegó abandonó el café.
Responde como un mantra sobre sus reglas de oro: “Ser fiel a la verdad, rigurosa y confirmar fuentes. Cuando por ejemplo te dicen: 'Necesita confirmarlo con ocho fuentes' ¡Sí, claro!,tu madre va a confirmar con ocho fuentes una hora antes del cierre. Pero sí hay que intentar. Algunas veces ponen abajo: “Hicimos llamadas y no atendió”… pues fue porque a lo mejor llamaste un domingo a las ocho de la noche. Creo que hay que ser, sobre todo, muy ético, honesto y tratar de ser objetivo”.
* Entrevista realizada en mayo de 2013.