Cada acción y reacción de EUA, sus gobernantes y funcionarios genera movimiento en la opinión pública, en algunos casos controversia. Esto no solo ocurre en los medios de comunicación, la academia o el sector empresarial, sino en el entorno del ciudadano del común y su núcleo familiar y social.
En particular, y para contextualizar, el resultado del procedimiento de asignación de visas para latinoamericanos, especialmente colombianos, siempre ha estado vinculado a múltiples reacciones, entre ellas la emocional.
Es recurrente observar ciudadanos latinoamericanos que salen de las Embajadas de Estados Unidos con lágrimas y/o sensaciones de tristeza, alegría, éxito, consolación. Pareciera que tener la "visa americana" en algunos sectores de la sociedad es sinónimo de estatus o de nivel económico. Es como si se hubiese conseguido un imposible, el acceso al Olimpo, hogar de dioses....
Cuando la visa es negada existe un sinsabor de haber fracasado, de haber hecho las cosas mal, de no tener las cualidades necesarias para viajar, visitar y/o tal vez, estudiar....
Si bien es cierto que existen protocolos que permiten al funcionario de la Embajada Americana detectar intentos de fraude, falsedad de documentos y cualquier "artimaña" que individuos inescrupulosos utilizan para acceder al "sueño americano", cientos de latinoamericanos no obtienen la anhelada visa al no cumplir con determinados filtros, pese a llevar una vida honesta, libre de arbitrariedades o conductas delictivas.
Por consiguiente, existe una cierta sensación de malestar y de desconcierto cuando funcionarios —de Colombia, Venezuela y Brasil, mayoritariamente— sindicados o condenados en procesos civiles o penales —contra el erario público, delitos de lesa humanidad, contra la vida y los derechos humanos, etc.— viajan tranquilamente a Estados Unidos bajo múltiples excusas —como inversiones, estudios, familia, descanso, año sabático, vacaciones, relax, persecución política y demás— amparados por la preciada "visa americana".
Es entonces necesario que los Estados Unidos de Norteamérica y sus lineamientos por parte del Departamento de Estado, las Agencias de Cooperación, las unidades y organismos de inteligencia actúen con mayor celeridad y transparencia. Basta ya de una visa americana para individuos que no respetan sus propias constituciones, países, presupuestos, ni la vida de sus propios conciudadanos. Es absolutamente preponderante continuar aunando esfuerzos para evitar que estos "ciudadanos" sigan evadiendo la "justicia" en sus países y por el contrario despilfarren lo obtenido ilegalmente en Miami, New York, Washington o Los Angeles.
Nota: Si bien la presunción de inocencia es una principio fundamental en el Derecho, no puede negarse cómo el proceso judicial en Latinoamérica ha sido permeado por la corrupción, mediante carteles dirigidos por fiscales, magistrados y entes de control, generando la prescripción de delitos, el vacío legal y la dilación en los procesos investigativos. Basta ya de tanta corrupción, el ciudadano del común no soporta más injusticia.
