Me gustaría decir que todos estamos consternados y deprimidos por lo que le paso a una niña Embera Katio, en el municipio de Pueblo Rico, Risaralda. Pero no, no somos todos, los que hablan de cadenas perpetuas para violadores ahora nos dan la razón en que esa no era la solución, el verdadero problema es la impunidad, no la pena. Y es claro cuando por un lado buscan atenuar las circunstancias del delito y hasta parece querer encubrir otros culpables de los que no se hablan. Hasta llegar a atreverse a hablar de “falso positivo”, por todos los asesinados y por sus familiares que aún buscan justicia.
La matriz la está dando claramente la columnista de la Revista Semana Salud Hernadez-Mora, quien sin vergüenza da por cierta la historia que la niña fue la que busco a uno de los militares, o no tan militares.
La matriz es la siguiente:
El Ejercito no es responsable: para esto se basan en la idea que los 7 capturados eran soldados rasos, parte de la desdeñable practica del servicio militar obligatorio. Ahora resulta que no los obligaron a pertenecer al Ejercito, que son externos. Ya la niña desde un primer momento había dicho que no eran 7 sino 9. Hay indicios que generan una sospecha que se están encubriendo otros victimarios, en especial podría ser a suboficiales u oficiales. Pero ante todo se quiere encubrir al Ejercito como institución responsable. Y es que es responsable, porque las instituciones no son ladrillos o estructuras vacías, son las personas que los representan, desde el soldado hasta el general y en milicia es consabido que por muy general todos son soldados. Y es más evidente cuando la Corte Constitucional desde el año 2004 emitió la sentencia T-025, con autos posteriores, en especial el Auto 004 de 2009, que obliga al ejercito a tomar medidas para salvaguardar la vida y pervivencia de los pueblos indígenas y en específico de todas las comunidades de la Nación Embera. Ellos eran sujetos de protección, porque han vivido por todos los actores armados, legales o ilegales, afectaciones que puso en riesgo la existencia cultural y física de todos.
Fue un acto sexual abusivo: Esto nos tiene a todos atónitos, sólo en la mente perversa de la fiscalía, y en unos cuantos depravados y depravadas de redes puede caber en la cabeza que hubo “consentimiento” por parte de una niña de 12 años para que 9 personas del Ejercito la violaran. Pero resulta además, se olvida, y la periodista española lo olvida adrede, que estos sujetos estaban armados, por lo tanto hay un delito que puede darles más años de Cárcel que es el secuestro armado y que no les permitiría la excarcelación. Ahora acusa a quienes no apoyaron el adefesio de cadena perpetua, los señalan diciendo que ahora si les gusta. No señora, hay además de aspectos técnicos un problema político que no solucionó esta ley, que muy posiblemente se va a caer. Es el problema de la impunidad. Ya lo vivimos con los hermanos Uribe Noguera que salieron libres y campantes con una aberración que todavía rompe el alma como la violación y asesinato de la niña indígena Yuliana Samborí. Ricos y militares por igual gozan de la impunidad institucional, con dinero se puede atenuar ningún delito, con 95% de impunidad a quien le importa la pena, la ley no busca mecanismos para que no se pueda atenuar o disminuir la impunidad, es un canto a la bandera, como es un canto a la bandera el delito imputado a los hasta ahora 7 soldados capturados. Señora, no siga metiendo los dedos a la boca a la gente con el populismo jurídico. Recuerde que en esto parece que también hay unos culpables que con el poder se pueden estar escapando de cumplir su pena.
La niña Embera está en una situación terrible, los grandes poderes de este país, empezando por el poder de los medios de comunicación, están en su contra, en contra que se haga justicia. Aquellos que supuestamente defienden los derechos de los niños sólo lo usan a conveniencia. Es una niña y es una mujer y sobre el cuerpo de nosotras las mujeres se ha escrito la historia de la guerra y de la violencia estatal.
Estamos ante otro ejemplo de discriminación e injusticia en que se encuentran niños, niñas, mujeres e indígenas. Sobre esta niña se cierne las peores expresiones de este país. Ella y su familia tuvieron que salir de territorio en plena pandemia. Otra forma de victimizarla es la acción del ICBF que la saco a Pereira sin la coordinación de las comunidades y sin tener en cuenta el enfoque diferencial, la presión de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia), de la comunidad que protesto enfrente de donde la tenían y de las redes sociales logro superar esta situación, pero se pregunta uno ¿En ese tiempo que apartan a la niña de su familia y comunidad en plena pandemia que hicieron? ¿Apoyo psicológico sin traductor? ¿o presión para redirigir la investigación a conveniencia? La forma en que manejaron el asunto da para múltiples sospechas.
Los Embera son el símbolo de la discriminación y el racismo estructural de este país, ayer asesinaron a un gobernador Embera en el Bajo Baudo, Chocó; Soldados del Ejercito violan a una niña Embera en Risaralda; la quema de tres trapiches, el asesinato de tres integrantes de una familia, sumado a la solicitud pública de Alvaro Uribe Velez de no reconocerle las tierras, al pueblo Embera de Riosucio, Caldas; el desplazamiento de Emberas en Antioquia; la alcaldía de Bogotá agrede a mujeres indígenas que claman por atención humanitaria. Ya esto no se soluciona por la voluntad de nuestros gobernantes, sino por la movilización, la unidad y la presión que podamos ejercer, demostrémosle a los que nos gobiernan que los Embera no están solos, que ya no permitimos una violación más a sus derechos, ni en Pueblo Rico, ni en Chocó, ni en Antioquia, ni en Caldas, ni en Bogotá ni en ningún lado. De por sí, no aceptamos la violencia ejercida contra mujeres Trans, contra vendedores ambulantes, contra mujeres que protestamos contra el machismo y el patriarcado, contra los que protestan porque no tienen para comer. Que este pueblo, o su mayoría, no acepta más, ya no más.
El lunes, en el cantón norte, con todas las medidas de protección, saldré a decir ¡Basta Ya!