Es preocupante ver como se están utilizando la actual campaña electoral, Congreso y Presidencia de la República, para agredir, calumniar y difundir informaciones falsas, que tienen como trasfondo político dañar la imagen y debilitar a quien consideran un peligro en sus propósitos de alcanzar una curul en el Congreso o la Presidencia de la República.
La intensidad de las agresiones ha llevado a que se incremente la desinformación a través de las redes sociales, frente a una opinión pública ediatizada por esas redes y los medios de comunicación, en las que informan lo que les conviene y desechan lo que los afecta. Es una peligrosa estrategia, generadora de pánico ciudadano, en la que se aprovechan de la vulnerabilidad de las personas que reproducen ese tipo de información sin verificar su veracidad; bajo el cálculo político de montarse en el poder.
El nivel de intolerancia mostrado en nuestra clase política hace mella en el comportamiento de los ciudadanos al ser influenciados por ese tipo de conductas, se pierde la sensibilidad humana convirtiéndonos en una sociedad en la que resolvemos nuestras diferencias con agresiones; disfrutamos difundiendo grabaciones con hecho violento entre ciudadanos, sin evitar la consumación de esas actuaciones; ya no hay respeto ni valor por la vida humana y disfrutamos con el dolor de animales indefensos que son maltratados sin compasión.
Nuestro sistema de valores está en decadencia, hasta el punto que ya no somos capaces de realizar acciones que conduzcan hacia la paz y la reconciliación; solo queremos deshojar nuestro odio y deseos de venganza contra quienes han cometido errores y buscan resarcirse con la sociedad ante el dolor causado, abandonando el uso de las armas, para imponer sus ideas políticas, sometiéndose a un proceso de justicia transicional en la que deberán reconocer sus delitos, reparar a las víctimas y someterse a el pago de penas en el marco de la Jurisdicción Especial de Paz.
La posibilidad de que la presente campaña nos permita reflexionar y entender que podemos avanzar en un proceso democrático, imponiendo el diálogo a la agresividad; haciendo propuestas que nos permita avanzar hacia un estado más equitativo y solidario con las poblaciones más vulnerables, que mediante el dialogo respetuoso se pueda controvertir a sus contendores políticos, exponiendo sus ideas; rechazando la eliminación física de líderes sociales y defensores de derechos humanos, que según cifras de la Fiscalía General de la Nación, asciende a más de 100 homicidios entre el 2017 y lo que va del presente año.
No valoramos las cosas positivas que nos entrega la vida, como la amistad franca, la capacidad de perdonar y aportar a construir una sociedad sin odios, y sin violencia. Pero aun podemos reaccionar y romper con la polarización entre quienes insisten en el camino de la confrontación y quienes le apostamos a la reconciliación; para entregar a las nuevas generaciones un país diferente.
El cambio no se da de la noche a la mañana, pero podemos dar el primer paso ahora. Hagamos de esta contienda electoral, una oportunidad para la construcción de una nueva cultura, basada en el respeto en la diferencia, de tolerancia entendiendo que somos una sociedad socialmente diversa, con pensamientos disimiles; enfrentando con vigor la lucha contra la corrupción, rompiendo con el sectarismo y los personalismos que nos hace prisioneros de nuestra verdad, sin tener en cuenta lo que piensan los demás; una campaña en la que nos veamos como opositores políticos y no como enemigos personales que desde diferentes espacios trabajamos por el mismo objetivo, buscar la justicia, la equidad, el bienestar, la paz y tranquilidad ciudadana.