Hoy pido disculpas a mi madre, hermanas, amigas y estudiantes por no felicitarlas por ser mujeres. Por no acercarles esa flor o ese bombón que siempre les daba. Ese detalle que desde niño los medios de comunicación me enseñaron a comprarles para premiarlas por su belleza, sensibilidad y ternura. Cualidades que no son exclusivas de lo femenino y reconocimiento que poco tiene que ver con el Día Internacional de los Derechos de la Mujer.
Después de varios años de observar la problemática social y entender sus lógicas, comprendo que la mujer está subvalorada en esta sociedad, que es la principal víctima de la guerra y la marginación social, que detrás del título de ser las reinas de la pureza y belleza, escondemos inconscientemente una visión de dominación masculina antigua e injusta con las mujeres. Por eso queridas todas, no quiero desperdiciar este día con frases cliché y detalles lisonjeros. Prefiero aprovechar este 8 de marzo, fecha histórica y necesaria para reivindicar tus derechos tan iguales como los míos, para reafirmar mi voto por una sociedad más igualitaria y justa donde tu historia sea reconocida y tu presencia sea dignificada.
Este día, debe servirnos para que todos los hombres reflexionemos sobre los “piropos” acosadores en la calle. Para que pensemos en lo injusto que es valorarte solamente por tu apariencia física y lo tonto que es juzgar y cohibir tus deseos y preferencias sexuales. Hoy debe ser el día para que lo hombres tomemos la decisión de siempre compartir tareas domésticas y paternales. Para indignarnos y no bailar algunos reggaetones. Para no seguir confundiendo las relaciones de pareja con un contrato de propiedad y de trabajo. Para entregarte tus derechos en espacios laborales sin menosprecios, ni condiciones estéticas. En fin… para reconocerte y empezar a verte con otros ojos.
Por eso quiero excusarme mujeres por negarme a felicitarlas. Discúlpenme, pero en este día escojo dignificar el nombre de todas las mujeres que han vivido y muerto para que las demás pudieran tener derecho al voto, a la educación y al trabajo. Reconozco este día como un día no comercial de continua reflexión entre hombres y mujeres. Un día que ha nacido del esfuerzo y el sacrificio de las centenares de huelgas y protestas por los derechos sociales, laborales y sexuales del género. Un día por las trabajadoras textiles en New York en 1911 y las protestantes en Moscú en 1917. Un día por la memoria de Flora Tristán, Simone de Beauvoir, Virginia Woolf y otras tantas luchadoras entregadas a las causas de la mujer.
En cambio de esa felicitación, rosa o bombón, reciban esta carta con mi más dulce y profundo compromiso para una mejor valoración hacia ustedes. Un abrazo de comunión como hijo, hermano, amigo y compañero. Porque te lo mereces, porque todos los días son días para celebrar tu existencia, nuestra existencia y complementariedad con respeto, amor y dignidad.
