Michael Jackson y la supermodelo Winnie Harlow son algunos de los referentes de una condición que afecta la coloración de la piel a más de cien millones de personas en el planeta: el vitiligo.
En Colombia, es conocido comúnmente como "carate" y afecta a más de un millon de personas, apareciendo principalmente entre los 13 y 30 años, en cualquier área del cuerpo y en cualquier tipo de piel.
Ahora bien, que la conmemoración del día mundial de esta condición estética sirva para proponer una cruzada contra la discriminación a la que son sometidos los portadores de vitiligo.
No es justo que por el desconocimiento y los mitos que rodean la presencia de unas manchas blancas en la piel nuestra población continúe creyendo que el vitiligo es contagioso, infeccioso o el resultado de una poderosa hechicería. Nada más lejos de la verdad.
Nunca alcanzaremos a dimensionar el daño psicológico y emocional que producen el bullying y la infame discriminación en quienes, por su condición de pacientes, sienten que cada mancha blanca de su piel es una cicatriz en el alma.
Hoy disponemos de suficiente información y herramientas para no pecar por ignorantes. Por ende, estamos todos obligados a informarnos mejor. Y aunque ayudar no sea nuestro objetivo, sí debe serlo no dañar al otro.
Cerca del 70% de los pacientes relacionan su vitiligo con una predisposición, cuyo efecto desencadenante ha sido el estrés y su causa de incremento ha sido enfrentarse a nuevas situaciones, provocadas principalmente por la familia, el colegio y el trabajo.
Mientras la ciencia hoy le aporta al paciente de vitiligo alternativas de tratamiento como el laser, la terapia con Puva, los productos repigmentantes no tóxicos (y es bien sabido que son tratamientos prolongados), es nuestro deber controlar a ese duende tirano y narcisista que llevamos dentro y recordar que al no discriminar estamos ayudando a esa persona a sobrellevar una condición que ya de por sí es una cuota importante de sufrimiento.