¡No le pegue a mi negra!
¡Óyeme, no le pegue a la negra!
(Joe Arroyo)
Como lo menciona el Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno de Duque: Pacto por Colombia, pacto por la equidad.
“La educación debe permitir a las niñas y los niños obtener resultados que se traduzcan en la garantía de igualdad de oportunidades futuras para ambos en términos laborales, sociales y políticos (Unicef, 2015).
Aunque en Colombia las mujeres presentan mejores resultados en términos de años de escolaridad, y cuentan con indicadores similares a los de los hombres en cuanto a analfabetismo y tasas de cobertura educativa, existen todavía problemas derivados de la inequidad de género que afectan en mayor medida a las mujeres, tales como la deserción escolar y la calidad de la educación preescolar, básica y media.
Respecto a la deserción escolar, de acuerdo con la Encuesta de Calidad de Vida de 2017, el 18,5 % de las adolescentes de 15 a 19 años no asisten a un establecimiento educativo porque deben encargarse de los oficios del hogar, y el 16,5 % no lo hacen por razones de embarazo.”
Este mismo documento deja ver además las circunstancias en la infancia:
“De acuerdo con la Encuesta de Calidad de Vida (ECV) del año 2016, casi 3.500.000 niñas, niños y adolescentes pertenecían a hogares pobres multidimensionales, condición que limita su desarrollo integral y los pone en riesgo frente a distintas problemáticas (Pells & Woodhead, 2014)”.
Y continua: “Las violencias y las vulneraciones de derechos son persistentes en el país, en particular contra las niñas y las adolescentes. Para el año 2017, el 86,8 % del presunto delito sexual de todo el país fue sobre menores de edad y el 73,8 % sobre niñas y adolescentes (INMLCF, 2018)”
Para colmo si se sigue leyendo el mismo texto aparece: “El porcentaje de adolescentes que son madres sigue siendo elevado, en especial en las zonas rurales donde, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) 2015, estuvo en el 24,8 %, 9,7 p. p. por encima de la zona urbana con 15,1 %.
Entre los determinantes principales de esta situación, se encuentra una menor cobertura y acceso a la educación, barreras para construir proyectos de vida y creencias culturales que sitúan como rol central de la mujer el ser madre, además del matrimonio infantil o uniones tempranas”.
Pero los datos siguen , si se revisa el documento de violencia contra las mujeres. Colombia. Comparativo años 2018 y 2019 (enero – febrero) realizado por medicina legal, los datos son aterradores:
- Violencia intrafamiliar 2471
- Presunto delito sexual 3263
- Violencia interpersonal 5501
- Violencia de pareja 5877
- 2,3 homicidios en mujeres diarios.
- 100 mujeres violentadas diariamente por su expareja o pareja.
Si las familias son instituciones corresponsables del desarrollo integral de la niñez y cuentan con capacidades para ser fortalecidas y, por esta vía, son centrales en la transformación social y económica del país (MinSalud, 2018a) lo primero que se debe hacer dentro de ellas es permitir que las hijas, madres, esposas, abuelas, suegras, nueras, ahijadas y sobrinas es que tengan lo mínimo necesario y es el respeto a tener una vida digna, algo que en esta sociedad no se esta dando, por lo que un pacto histórico en cada familia seria:
¡No le pegue a mi negra!
¡Óyeme, no le pegue a la negra!