No le creo a los que son felices, inteligentes y buenos en Facebook
Opinión

No le creo a los que son felices, inteligentes y buenos en Facebook

A la bestia facebookiana no le queda más remedio que hacerse una vida de mentiras

Por:
enero 21, 2016
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Al ver que todas las puertas se le cierran en la cara, que nunca tuvo a la chica que soñó, que la cuota de Coopfuturo jamás se pagará sola mientras esté sentado en el sofá, masturbándose con rabia y pasando canales en el televisor, que los libros que compró un día y nunca leyó son devorados por ejércitos de polillas y que el plan de trotar para bajar la barriga que crece cada día como un tumor maligno se aplaza una semana más, a la bestia facebookiana no le queda más remedio que hacerse una vida de mentiras.

Desempolva entonces las fotos de las vacaciones de hace cuatro años cuando los papás lo llevaron a conocer Ibagué. La nieve del nevado del Ruiz está hecha del mismo material que la de los Alpes Suizos así que, dependiendo del ángulo, nadie notará la diferencia. Ese día, mientras el sol de la posmodernidad derretía inclemente el poco hielo que aún queda, se tomó 794 selfies. Una de ellas, increíblemente, está inédita. La publica y obtiene 15 me gusta. El día empieza bien.

La bestia facebookiana se levanta de su sofá hacia la báscula, dos kilos más. Comprueba que Verónica, la gorda hedionda con la que se casó, nunca más va a volver. Como testigos mudos de su desolación están las botellas vacías que ruedan por el suelo y cuatro ceniceros hinchados de colillas. Como tantas otras mañanas, la bestia facebookiana ha caído en la tentación de mirar el muro de Verónica y ahí está después del bypass, exuberante, sin un solo gramo de grasa en el cuerpo que manosea ahora como un mango su mejor amigo. Llora y vuelve a pensar en el suicidio, pero la bestia facebookiana no tiene piel sino cuero, como las vacas, y puede resistir cualquier latigazo. Entonces va y encuentra un cuncho de ron, se lo toma, y publica una foto que se tomó hace unos días en donde abraza, con sus axilas sudorosas, a una aterrada compañera de oficina. La cara de asco de la niña no es ningún impedimento para poner, encima de la foto, una frase corta que dice algo así cómo “Lo mejor de estar soltero es que uno puede comer a la carta”.

Se masturba cuatro, cinco veces. El plan de verse Ciudadano Kane completa se ha vuelto a frustrar. La adicción por el Facebook es incontenible, vuelve a entrar. Pone un par de proclamas a favor de la integración americana, cinco memes contra Uribe, dos fotos a su biblioteca repleta de libros que nunca leyó y postea Mi unicornio azul y Yolanda pa´ que quede bien claro que él es un hombre de izquierdas y bien inteligente.

A las cinco de la tarde sigue sin bañarse.
Ha empezado a ver una novela coreana, nunca pensó que podría masturbarse
pensando en una ojirrasgada.
Después de veinte minutos sin su dosis ha vuelto a abrir el Facebook

 

A las cinco de la tarde sigue sin bañarse. Ha empezado a ver una novela coreana en RCN, nunca pensó que podría masturbarse pensando en una ojirrasgada. Después de veinte minutos sin su dosis ha vuelto a abrir el Facebook. La exgorda hedionda está tostándose la piel en Punta Cana, los que estudiaron con él en el colegio ocupan altos cargos en multinacionales, todos lucen felices, saludables, todos trotan veinte kilómetros al día, tienen éxito con las mujeres, son bondadosos, buenos ciudadanos, nadie se masturba, nadie está solo. Entonces, cansado de su oblomovismo, saca la máquina eléctrica con la que reprobó en sexto grado mecanografía, se pone una boina con la que alguna vez quiso impresionar sin éxito a uno de esos monstricos de la Juco, pone un papel en la Olivetti y se toma 398 selfies. Después de una edición minuciosa publica un álbum con 15 fotos y lo titula Encerrado en mi estudio escribiendo una novela. Por un momento se cree esa mentira, escribe incluso una línea, le parece que no está mal, le parece que si tuviera rigor podría escribir algo decente, se anima. La concentración dura apenas 15 minutos, el tiempo que logra resistir la tentación de volver a abrir el Facebook, entrar al perfil de la exgorda hedionda y comprobar que, inevitablemente, se ha puesto buena, está enamorada y se va a casar.

A la bestia facebookiana no le queda más remedio que poner como estado una carita feliz y una frase que diga que se siente bendecido.

Se siente bendecido dice.

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