Por excelencia, Internet es una fuente de información infinita. Esto ha ido evolucionando gracias a las personas que han hecho un esfuerzo para transferir su conocimiento a la red. Ahora los desarrollos tecnológicos empiezan a darle voz a “las cosas”, es decir, nuestra nevera podrá decirnos lo que tiene en su interior y enviarnos a nuestro celular lo que nos hace falta comprar. Podemos decir que Internet de las cosas facilita la automatización de procesos, en los cuales la información enriquecida por sensores es procesada por máquinas (máquinas hablando entre sí), que según parámetros predefinidos en un programa, toman “decisiones” autónomas (como los sistemas de riego automatizados), para desencadenar otras acciones, esta es la base de lo que se conoce como ciudades inteligentes.
Para que esto tan maravilloso suceda, se necesita que las máquinas se conecten entre sí, que tengan sensores para recoger los datos y sistemas de análisis que, en general, están en la nube. Esto es lo que hoy nos venden como Internet de las cosas. Pero, al final se trata de datos, muchos datos, nuestros datos y todo lo que ellos tengan para decir sobre nosotros. Las redes inalámbricas (wifi) o redes de celulares son la base para que las cosas se conecten a Internet, ya que un elemento no necesariamente necesita una conexión cableada para conectarse a la red. Sin embargo, la conexión por wifi representa varios riesgos de seguridad; sabemos que estas redes no son 100 % confiables. Es que, más allá de las bondades que nos presentan, esta tendencia sí representa serios riesgos para la privacidad y la seguridad de las personas. No existe eso de la tecnología segura, toda tecnología es falible. Puedes tener tranquilidad como padre al poder revisar en tu celular dónde están tus hijos, quienes están siendo monitoreados con ayuda de un GPS, pero estos dispositivos son tan vulnerables que ¿quién te garantiza que otro no esté haciendo precisamente lo mismo?
¿Qué problema resuelve Internet de las cosas? En la mayoría de lo que puede leerse alrededor del tema aún no puedo encontrar un problema real, ni los sistemas de riego autónomos o los minisistemas de control climático responden a problemas reales. En países como Colombia donde el nivel de conectividad y accesibilidad es muy bajo y las conexiones de banda ancha son realmente angostas, su aplicación básicamente se reduce a las ciudades y a quienes puedan comprar relojes inteligentes o los “llevables” (wearables) y puedan pagar conexiones de datos para mantener sus dispositivos conectados a Internet. Algo positivo al rededor de Internet de las cosas es que en este momento se están acabando las direcciones públicas que ofrece el protocolo IPv4 con el que funciona internet en la actualidad lo que podría acelerar el paso obligatorio al nuevo protocolo de Internet IPv6.
Uno de los mejores ejemplos de este nuevo "paradigma tecnológico" la tienen los sistemas embebidos, que son esencialmente computadores de tamaño, capacidad y desempeño reducido, pero que brillan por su bajo costo y simplicidad en su operación. Quizá el exponente más conocido en este ámbito es el microcontrolador Arduino. La función principal de un Arduino es conectar el mundo análogo al mundo digital a través de sensores. Los sensores análogos (como un termómetro, un sensor de humedad, un sensor de luz), transforman las señales del ambiente (generalmente a través de diferentes niveles eléctricos), a información digital, que puede ser transmitida a un servidor, a la nube, o a una aplicación en internet. Este tipo de dispositivos permiten generar interacciones con el entorno, realizando acciones, como prender luces y señales, activando motores o generando sonidos, etc. Existe una vasta familia de equipos de este tipo, con diferentes características, como la Raspberry Pi, Intel Galileo, los diferentes modelos de Arduino, XBee, y otros. Arduino específicamente se puede comprar en Internet desde 2005.
Es cierto que puede conseguirse dispositivos muy baratos en China o en algunas páginas de Internet (Ebay o Amazon), parecidos a los mencionados anteriormente, pero casi todos aún están en la etapa de formar parte de un laboratorio de electrónica en un colegio o en un hackerspace lo cual es útil para la investigación; muchas empresas conocidas que venden celulares o servicios en Internet están empezando a vender diferentes soluciones con la etiqueta #IoT, pero casi nada de lo que se ofrece empaquetado detrás de la expresión Internet de las cosas es nuevo. De hecho, ya lleva un par de décadas por ahí. Al final esta expresión no es sino una estrategia de marketing para crearnos falsas necesidades sin las que en unos años no sabremos cómo vivir.
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