Es un derecho constitucional en Colombia que sus ciudadanos puedan salir a marchar deliberadamente por las razones que crean sensatas, razonables y coherentes. Para eso es la democracia, para discrepar en libertad pacíficamente sin necesidad del enfrentamiento violento. Pero que esa discrepancia enriquecedora de la política, no se haga con base en mentiras, argumentos absurdos, incoherentes y absolutamente inverificables.
Parece que en eso están empeñados los uribistas, en vivir un mundo mágico (entendiendo lo mágico como todo aquello fuera de lo racional) donde Santos entregará el país al “terrorismo castro-chavista de las FARC”.
Cualquiera consiente de la complejidad de la historia colombiana, donde los medios y las políticas hegemónicas se han encargado de satanizar todo tipo de oposición al régimen capitalista, sabe que es ridículo pensar que los miembros de las FARC puedan llegar a un sitio de poder que les dé autoridad para reformar el país. Si algún día firman el acuerdo, una vez cumplan la justicia que proponga el Gobierno, y entren a ser parte del juego de la democracia, se darán cuenta que la mayor parte de la sociedad colombiana los detesta (en parte muy merecido) y que no tendrán mayorías para acceder al poder.
Ahora, si bien el Gobierno del presidente Santos ha sido un desastre, todos los índices indican que Uribe estuvo por debajo de los mejores rendimientos del Gobierno actual, eso, sin contar con los crímenes de lesa humanidad que se cometieron durante su gobierno, y ahora, bajo la más miserable demagogia, sin un mínimo de moral, viene a convocar una marcha en contra de la corrupción, el “derroche”, la inseguridad y el desempleo.
Miremos rápidamente punto por punto:
- Corrupción: Uribe es el único presidente en la historia de América Latina acusado simultáneamente de fraude electoral, de recibir dinero del narcotráfico para su candidatura, de sobornar a congresistas para conseguir su reelección, de convertir los servicios secretos en una policía política y de terrorismo de Estado en complicidad con los paramilitares. Diez altos funcionarios y ministros de su gobierno están hoy en la cárcel. Si eso no es corrupción, ¿qué lo es?
- Derroche: ¿No es derroche invertir proporcionalmente más en guerra que Estados Unidos? Uribe lo hizo, bajo el falso supuesto que los grandes problemas del país (pobreza, corrupción, sistema educativo ineficiente, problemas de orden público) provienen de las guerrillas.
- Inseguridad: “Seguridad Democrática”, avanzar militarmente en el derrocamiento de la insurgencia (que tampoco lograron) no garantiza el fortalecimiento de la democracia en el país. Su seguridad se convirtió en sinónimo de 6 millones de desplazados (más del número de desplazados en Siria), miles de asesinatos sistemáticos por parte de agentes del Estado a civiles inocentes (falsos positivos), un fallido proceso de paz con los paramilitares (Bacrim), que a día de hoy hacen presencia en 338 municipios y 23 departamentos. ¿Es acaso eso seguridad?
- Desempleo: Quitó el pago de horas extras, aumentó la edad de pensión, impuso una política rentista neoliberal que sólo favoreció a los grandes empresarios, y no disminuyó la brecha desigual donde siguen existiendo más de 20 millones de pobres generando incremento en la criminalidad del país.
Como ciudadano, hago un llamado a la sensatez, coherencia y racionalidad de mis compatriotas. Salir a la calle el 2 de abril es legitimar un expresidente que cometió igual o más errores que el presidente que van a salir a juzgar; es apoyar una política hegemónica basada en mentiras y supuestos absurdos que podría desencadenar prescripciones incorrectas que mantendrán a Colombia en un mar de inseguridad, pobreza, corrupción y debilidad estatal.