Con la primera aprobación de la ley de segunda instancia, mal llamada ley Andrés Felipe Arias, sobresale cada vez más la conmoción con respecto al caso de el señor con el mismo nombre. Cada una de las opiniones que se lanzan a favor del señor Andrés Felipe Arias dan mucho qué pensar.
Por ejemplo, todas las personas que hablan en su defensa alegan que siempre había sido un amigo, vecino, académico y esposo ejemplar, por lo que todos los procesos que hay en su contra no serían más que conspiraciones, ya que él sería una víctima de persecuciones políticas. De hecho, en la nota más reciente que leí al respecto me llamaron la atención frases como: "inexactitudes y las flagrantes mentiras que han circulado en torno", "cuando todo se confabula para que no sea así", "es un colombiano excelente cuya imagen fue deformada", entre muchas otras que lo quieren hacer ver como un santo marginado por algunos políticos y la justicia de este país.
Sea como sea, en esta nota no vengo a poner en duda que durante su juventud y su época de estudiante haya sido así, o que sea un excelente padre y esposo, esas son cosas de la intimidad de él que ni a mí ni a la justicia competen.
Ahora bien, hay que ser sinceros. Aunque la subjetividad está arraigada en nuestra naturaleza, hay que buscar ser lo más objetivos posible cuando de justicia se trata. Es imposible negar sus vínculos con la corrupción del programa de Agro Ingreso Seguro, puesto que en ese entonces el señor Arias se encontraba a cargo del Ministerio de Agricultura, el cual fue el ente diseñador y encargado de implementar este proyecto.
AIS es uno de los grandes escándalos de corrupción en la historia de Colombia y no es para menos. Según Portafolio, en tres años se utilizaron 1,4 billones de pesos, sin verse ningún avance actividad de agricultura del país, además de los "subsidios" en cantidades alarmantes (miles de millones de pesos) destinados a las familias más ricas del país.
Es imposible que se desvincule al señor Arias de su culpabilidad con este proceso. Para aclarar mi punto, supongamos que él no hubiera sido quien realizó estos movimientos irregulares de dinero. Aun así, es imposible que como director no se hubiera dado cuenta de los desvíos monetarios, las irregularidades y los personajes implicados en movimientos de intereses. En ese caso, hacerse el de la vista gorda implica claramente permitir que se roben una cantidad inmensa de dinero. Con eso en mente, el señor Arias sería a simple vista un cómplice de este desfalco a la nación.
Puede que en su juventud fuera una persona amigable y de buen corazón, sin embargo cuando de justicia se trata y cuando las evidencias están claras no importa lo puro y ejemplar que sea ante los ojos de algunos. Además, si es tan ejemplar y correcto, lo menos que puede hacer en su buen nombre es aceptar su complicidad y asumir su condena para así limpiar su nombre como se debe.