Nunca había sentido el intento de desprestigiarme de una manera tan fuerte como en el artículo que el periodista Melquisedec Torres hace en El Espectador.
Desde hace años he presenciado y sentido, no voy a decir que sin una afectación de tipo personal y familiar, la actividad sistemática de la mayor parte de la prensa tradicional privada para destruir la imagen que los colombianos tienen de mí.
Esta vez entraron a cuestionar algo que ha sido en mi vida objeto de mi mayor respeto: el estudio.
Nunca jamás pensé en el estudio como un medio para ganarme la vida; siempre fue para mí la búsqueda del sustento científico y del debate del pensamiento humano más avanzado para apoyar mi accionar político.
Aunque fui profesor de posgrado de las Universidades Central, Incca y Externado, y he sido conferencista en Universidades extranjeras, como Harvard, Upsala, y Nueva York, por estas conferencias no he recibido ningún tipo de pago.
Para mí el estudio ha sido fundamental, lo respeto y ha sido un valor de uso. Es, tanto el que he cursado en universidades como el autodidacta, un presupuesto de mi acción política. Estudio para transformar el mundo, no para ganar emolumentos.
Por eso no he tenido que inflar mis estudios, ni he presentado títulos falsos como insinúa calumniosamente el titular de El Espectador, ni he presentado hojas de vida donde no diga la verdad.
Me siento orgulloso de lo que he estudiado, y ese estudio, tanto el académico como el que hago a través de la lectura de mis libros, hace parte de una muy personal perspectiva de "cuidado de sí", como el que conceptuara Foucault.
No he buscado el apoyo de mis conciudadano(a)s por mis títulos y estudios académicos, no he buscado que me llamen experto o doctor, he buscado que me digan dirigente, revolucionario, transformador de la sociedad, hombre de revoluciones.
No he salido a vender mercancías o consultorías sobre la base de mi preparación académica. Quienes quieren escucharme lo hacen por lo que significo. Mis cargos como servidor público, lo son por elección del pueblo.
Pero entremos en materia, dado que el señor Melquisedec Torres me da la oportunidad de hablar de mis estudios de manera pública.
El artículo publicado en El Espectador me ataca con versiones de mi hoja de vida de terceros, no con las que yo personalmente he presentado y hecho pública. Así es fácil montar el desprestigio premeditado.
Su intención es defender a Peñalosa, diciendo: “Quien se le opone hace lo mismo”, todos son lo mismo. De alguna manera logra escondiendo lo que dice mi propia hoja de vida y buscando las interpretaciones de terceros decir que miento sobre mis estudios.
Mi hoja de vida se hizo desde el Congreso de la República, se publicó y se le ha entregado a todo aquel o aquella que la ha solicitado. Se presentó a las empresas que como alcalde presidí en sus juntas directivas y dado que son empresas inscritas en bolsa de valores, se registraron ante la autoridad competente como información relevante.
Melquisedec Torres y por su intermedio El Espectador no pudo decir que un solo punto de esa hoja de vida es falso, y por tanto, el diario incurre en la calumnia al tratar de sugerir lo contrario a sus lectores y a quienes profusamente lo han difundido.
La única manera de atacar mi hoja de vida es hacerlo a través de lo que terceros han escrito de ella.
E incluso trata el artículo de El Espectador de insinuar que no hice estudios de especialización de administración pública en la ESAP, o que no hice estudios de maestría en Economía en la Universidad Javeriana, o peor aún, que no inicié estudios de tercer ciclo, o doctorado, en nuevas tendencias en dirección de empresas. Se atreve a decir que mi especialización, título de segundo ciclo, en la Universidad de Lovaina la nueva, es un diplomado, porque el título dice 'diploma', como la mayoría de los títulos y se abroga la competencia del homologador nacional.
Pues bien, hice mi carrera como economista en la Universidad Externado de Colombia en 1982. Mi tesis de grado la dirigió Jesús Antonio Bejarano, a quien después asesinaron, y mi diploma me lo entregó Fernando Hinestrosa. Ustedes pueden verificarlo aquí:
Como pueden observar, mi calificación promedio fue de 4,16/5 en toda la carrera. No es fácil lograr un promedio de 4,9/ 5,0 en los tres semestres de Matemáticas que hice con mi profesor Donado pero lo logré, y mi tesis, hecha con Jorge Iván Bula y con Leticia Arteaga obtuvo una calificación de 5/5
Apenas terminé mi carrera continué mi lucha en el M19. Tome la decisión de graduarme a pesar que tenía que asistir a la octava conferencia clandestina del M19 en el Putumayo y perdí mi oportunidad de conocer en vida a Jaime Bateman Cayón. En realidad no me arrepiento. Aún recuerdo la cara de mis carceleros y torturadores cuando sabían que trataban con un subversivo al que los demás presos le decían doctor, no porque quisiera sino porque es la costumbre de un pueblo que así llama al que sale de una universidad o, muchas veces, al que solo tiene o es una corbata.
Esos años de cárcel y clandestinidad me impidieron hacer de joven mis posgrados, o menos aún, llegar a la frontera del saber en un campo determinado: el doctorado. Mi vocación fue cambiar el mundo.
Sin embargo, en la cárcel cursé también unos semestres de Contabilidad con alta calificación en una universidad a distancia llamada Inuniversitas que estableció un programa en La Picota, pero como la libertad me llegó en el intermedio, no los concluí, y nunca lo mencioné, y por si fuera poco, a la universidad no le fue bien, quebró, sus archivos pasaron a la fiscalía y la cerraron en 1994. Esto no lo menciona la investigación de Melquisedec y El Espectador, y dado que querían escudriñar mi pasado académico, estaban obligados a hacerlo. La libertad de la cárcel fue seguida de inmediato por la clandestinidad, era entonces ya imposible para mi pensar en estudios académicos.
Una vez se produjo la dejación de armas del M19 en 1989, recuperé mis plenos derechos ciudadanos y volví de inmediato a estudiar.
No lo menciona la investigación de Melquisedec, no le importa, no se dio cuenta, o no le interesó, pero quise entrar a la Universidad de los Andes a estudiar un posgrado en administración. En el examen no me fue muy bien, me enfrentaba por primera vez desde 1982 a una prueba académica, sin embargo el puntaje me permitió ir a la entrevista, y en la entrevista, y de frente, el director del programa, su nombre no lo voy a mencionar, no me permitió entrar por haber sido del M19. Así que me fui para la ESAP.
Melquisedec Torres y por tanto El Espectador ponen en duda mis estudios de especialización en administración pública en la ESAP. Simplemente si ellos hubieran llamado a la Escuela podrían resolver sus dudas, pero su interés no era investigativo, querían con mucha rapidez limpiar la cara de Peñalosa con el desprestigio de Petro
Juzguen ustedes:
Melquisedec Torres y el Espectador no solamente ponen en duda estos estudios, sino que los demeritan al decir que solo fueron dos semestres. Parece que Melquisedec desconoce la duración de los estudios de posgrado en Colombia. Los estudios que hice fueron completos y estas fueron mis calificaciones:
Como observará el lector, el promedio de calificación fue 4.0/ 5.0 pero estas notas altas no le importan a Melquisedec Torres, lo que le importa es desprestigiar. Bueno, a mi si me importa. No demerito a la ESAP para nada, para la época era una excelente escuela de estudios superiores, y lo que estudie en su facultad de Estudios Avanzados me sirvió para lo que obtuve al final de la especialización: mi primera curul en la Cámara de Representantes por elección popular. Me convertí en congresista de Colombia y aproveché los estudios en la actividad legislativa.
Tampoco Melquisedec investigó que la ESAP abrió la opción de acceder al diploma sin la presentación de la tesis. Yo no lo solicité. Quería simplemente estudiar la especialización para enriquecer mi trabajo legislativo como congresista de la ADM19. .Y en realidad al cabo de quince años de labor legislativa y de cuatros años de alcaldía, no solo soy especialista en administración pública, sino, un experto, así a nuestra derecha periodística, casi toda, no le guste decirlo.
En 1994 no fui elegido al senado de la República y tuve que salir del país. Un año antes había comenzado mis estudios de maestría en Economía en la Universidad javeriana. Melquisedec Torres y El Espectador ponen en duda estos estudios. Se extrañan que no haya presentado certificados de ellos. También aquí con una simple llamada los hubieran comprobado, pero tenían otro afán. Veamos lo que no investigó Melquisedec:
Todos los créditos completos, todo el estudio de mi maestría terminado y el promedio 4.2/5.0. pero le interesó investigarlo a El Espectador?: No, su afán era el desprestigio.
La maestría para mi fue un filtro para examinar la calidad de mis estudios en pregrado y avanzarlos. He leído más economía por fuera de los estudios académicos que adentro, pero el promedio alcanzado llenaría de orgullo hasta al mismo Melquisedec si el hubiera hecho esos estudios. Por qué el diario El Espectador no comunicó estos certificados y estos promedios de notas al público si querían presentar una investigación seria sobre mis estudios académicos?
El lector se preguntará con razón, por qué no me gradué. En primer lugar porque tuve que salir del país. Me fui a Bélgica precisamente para la fecha del certificado: agosto del 1994. A mi regreso en febrero de 1996, volví a la universidad Javeriana a terminar el trámite de grado, allí me exigieron hacer de nuevo el curso de macroeconomía avanzada a lo que accedí y lo hice con alta calificación. Pero el director del programa me exigió hacer una tesis de grado con un modelo econométrico.
Mi calificación en econometría como el lector puede ver fue alta: 4.4/ 5 pero no creo que la Economía se deba reducir en sus investigaciones a la econometría. La econometría muy de moda en la economía norteamericana, es una reducción de la economía. Yo quería hacer mi investigación sobre las implicaciones del medio ambiente en la teoría del desarrollo, tema que ha sido crucial para mi en los años sucesivos. Como no fue posible llegar a un acuerdo no hice la tesis de grado.
Aún hoy, no se si continúe siendo una directriz en el programa de la Javeriana, considero que es un error llevar a los economistas a que la investigación en su ciencia tiene que gravitar alrededor de la matematización de la econometría y ser determinada por ella, pero el cambio climático hace más pertinente la investigación que propuse y no se me aceptó en la Javeriana.
Mis estudios de desarrollo y medio ambiente realmente los pude hacer fuera del país. En 1994 partí a Bélgica y me lleve todos los certificados de estudios que aquí presento y fui admitido en los estudios de segundo ciclo de la Universidad de Lovaina La Nueva.
En su afán de desprestigio, Melquisedec Torres y El Espectador homologan el titulo que obtuve a un diplomado en Colombia que no tiene como requisito el grado en primer ciclo de Estudios, que en Colombia se llama profesión, y en Europa Licenciatura.
La homologación de los títulos extranjeros la hace una autoridad pública especifica. Al calificar como diplomado a la colombiana, el titulo solo porque este tiene un diploma, el periodista abusa de una calificación aún no dada por la autoridad competente. He aquí mis estudios en Lovaina:
Terminé mis estudios de especialización en desarrollo en la Universidad de Lovaina en su Instituto especializado de estudios del desarrollo, programa de segundo ciclo, léase posgrados, de la Universidad. Mi promedio fue 15,2/20. Y recibí mi grado.
Me adentré en el estudio del impacto ambiental en el desarrollo porque era estratégico en mi lucha política posterior. Estudie dichos impactos especialmente en el mundo árabe y en América Latina, construí después de mis estudios de economía política en el Externado una nueva visión de la economía crítica que no había obtenido en Colombia; pude entender varias de las vanguardias del pensamiento contemporáneo en el cambio social que se veían como inexistentes después de la crisis del marxismo en Colombia.
Mis estudios en Bélgica tuvieron una enorme influencia sobre mi.
De regreso a Colombia en 1996, busqué continuar mis estudios. Fracasé en mi intento de convencer a la Universidad javeriana de admitir mi investigación sobre Desarrollo y Medio ambiente y encontré un programa de doctorado en la Universidad de Salamanca intermediado por la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Aquí con más saña Melquisedec y El Espectador se expresan. Buscan por todas partes si aparece que yo obtuve el titulo PHD. Tratan de ubicarlo en mis palabras. Encuentran la entrevista de Yamid Amat donde hablo de este tema, después que Peñalosa, mi contrincante en el 2011, hubiera afirmado que no sabía administrar ni un parqueadero; en esa entrevista trato de defenderme con mis estudios y mi experiencia legislativa, Yamid no quiere que hable del tema y me interrumpe varias veces tratando de llevarme a otros temas y no permite explicarme, esa es su gran prueba de mi mentira.
Lo cierto es que jamás he dicho que termine esos estudios, hice los ciclos teóricos en 1996 con profesores españoles en la Universidad Jorge Tadeo, inicie el tercer ciclo de estudios, ese que nunca inició Peñalosa aunque así lo dijera, y esto es lo que remuerde la conciencia de la prensa. Terminé todos los cursos y llegó el momento de partir a España para la Investigación, pero en 1998 fui elegido de nuevo Congresista de Colombia, y no deje de serlo hasta el 2010. Era imposible para mi y por responsabilidad con mis electores dejar lo que fue mi actividad legislativa para dedicarme a obtener mi doctorado.
Cambie la tesis del doctorado por mis investigaciones sobre el paramilitarismo y el poder político en Colombia y durante diez años me cayeron truenos, centellas, chuzadas, exilios y el odio sistemático de la prensa. Las investigaciones sobre paramilitarismo y el poder político no fueron hechos por la prensa , sino por un parlamentario del Polo Democrático, así de simple.
Juzguen ustedes si mentí respecto a mis estudios de doctorado:
La profundización de muchos temas como los nuevos métodos cuantitativos modernos para análisis de mercado, las teorías de macroeconomía avanzada, de nuevo el estudio de la Estadística ya en sistemas que no había tenido, las teorías de la negociación, de la matemática de juegos, etc., que obtuve en este doctorado que inicie, los puse en práctica en la alcaldía de Bogotá y fundamentalmente en la dirección de las empresas públicas de la EEB,TGI, ETB, Aguas de Bogotá y Acueducto.
La EEB duplicó su valor en mi administración, la ETB se valoró en un 50% más que como la recibimos, el acueducto obtuvo cuatro años en mi administración la calificación de AAA, Construimos la mayor empresa de aseo de Colombia.
La prensa privada no solo tiene el afán de cubrir a Peñalosa con el desprestigio de esta vida académica que aquí relato y que muestro. Nada de lo que aquí muestro no esta en mi hoja de vida oficial firmada por mi, ni nada de lo que aquí no certifico. Pero la prensa tiene otro afán.
Durante cuatro años se dedicaron a vender la tesis que la Bogotá Humana era dirigida por personas sin preparación e improvisadores. Mi pasado académico no les sirve para sustentar su tesis, por eso buscan silenciarla y desacreditarla. La palabra improvisación con la que calificaban las políticas públicas de la Bogotá Humana se borra ante el hecho que fueron construidas con el sustento científico y las teorías de vanguardia en el pensamiento contemporáneo de la humanidad.
En el fondo quisieran decir que todo progresista es bruto ausente de ideas y que los mejores preparados son los hijos y defensores de los propietarios de los medios: los tres hombres más ricos de Colombia, pero como sucedió con Gaitán, esta vez, también se equivocan.
Gustavo Petro