“Crecimos creyendo que felicidad es sinónimo de estabilidad, pero estabilidad no es encontrar a alguien a quien amar”, no esperes comenzar este escrito creyendo que es una carta para pedir perdón, o para decir adiós, solo son palabras de un pensamiento diario, todo es parte de un proceso en el cual necesitamos cerrar ciclos, y volver a empezar.
Muy cercano al amor se encuentra el miedo, miedo a perder, miedo volver a empezar, miedo a terminar, miedo a olvidar, miedo a llorar, miedo a pasar página, pero es el miedo, lo que nos hace ser humanos, no es el amor como erradamente creemos, es ese rato que no sabemos explicar, en el cual, te sientes bien, después de sentir que no estabas vivo.
La zona de confort no la encontramos solo en nuestras labores diarias, la mayor zona de confort que tenemos es el desarrollar amor, el sentimiento que nos une a alguien y nos mantiene cerca, sin importar cuando malo es el resto, sin importar que los pilares que soportan una relación no existan, y uno sea el que lo mantiene latente.
Y un día, sin darnos cuenta, concluimos que la vida es como un taxi, cada persona tiene su parada, lo único que debemos extraer son las buenas enseñanzas, y esas malas que nos evitaran volver a cometer el mismo error.
Por eso no debemos temerle a enamorarnos, al amar a diferentes personas, tampoco debemos tenerle miedo al miedo, y temblar al creer que si nos enamoramos de nuevo estaremos defraudando ese mismo dolor que juramos no volver a sentir.
El mundo va más rápido que nosotros, un día amas, al otro no, un día sufres al otro no, un día eres feliz al otro no, un día te sientes completo, al otro no, pero no por eso dejaras de vivir, no por ese motivo dejaras de sentir, y por el contrario, debes seguir, día a día, sintiendo y enamorándote perdidamente, porque más allá que recuerdos, al morir nos llevamos el amor que sentimos durante todo el curso de nuestras vidas, ese que disfrutamos y que lloramos, ese que lamentamos y aplaudimos, ese que nos hizo encontrarle sentido a la vida, y sentirnos completamente vivos.
Por eso, arriésgate, vive, disfruta, llora, ríe y enamórate tanto, que al final de tu vida, puedas decir con dicha que viviste, y que tu estancia en este mundo, valió completamente la pena.
Recuerda en el final de tu camino a cada una de las personas de las que te enamoraste, y con alegría dales las gracias, aun cuando nunca te escuchen decirlo, por que a esas personas les debes el haber vivido.
Eso sí, aprende a alejarte, ¡cuando es lo correcto!