¡No hay que olvidar la relación entre marxismo y nazismo!

¡No hay que olvidar la relación entre marxismo y nazismo!

"Como doctrinas totalitarias han buscado avasallar a los pueblos, por ello la democracia es el mejor antídoto para preservar la libertad"

Por: Ariel Peña González
mayo 29, 2020
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¡No hay que olvidar la relación entre marxismo y nazismo!

Hay una característica histórica que une al marxismo y al nazismo: la criminalidad. Para estos los seres humanos son simples herramientas para satisfacer los apetitos de la élite de un partido. Además, algo que identifica indiscutiblemente al nazismo y al marxismo es el terrorismo, que utiliza métodos violentos indiscriminadamente en contra de la sociedad para amedrentarla, buscando con ello fines políticos y económicos, especialmente. Por ello no se debe olvidar la siguiente frase de Hitler: “Las masas necesitan de eso, algo que les cause pavor”.

Ahora bien, esto lo estamos viendo en los tiempos actuales con la postura del Partido Comunista de China, que como responsable de la génesis y la trasmisión mundial del COVID-19 (con aparente complicidad de la OMS) ha puesto a la humanidad en una consternación que no se ha visto desde la Segunda Guerra Mundial, en donde Hitler propició el conflicto para desconocer el Tratado de Versalles con el que terminó la Primera Guerra Mundial (resaltando que, contrario a lo que dicen sectores de la llamada izquierda, el führer sí era bastante cercano al marxismo).

“El movimiento nacionalsocialista tiene un solo maestro: el marxismo”. Tal pronunciamiento fue hecho por el nazista Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945 (Kampf um Berlin, p.19). Con esto se demuestra la cercanía inocultable entre el marxismo y el nazismo, teniendo este par de perversiones políticas un origen hegeliano, en donde el Estado es un dios.

En las elecciones de noviembre de 1932 en Alemania, el partido comunista terminó respaldando a Hitler, quien después lo ilegalizó, pero fue factor para la consolidación del nazismo. Otro elemento de cercanía entre nazismo y marxismo fue el pacto Ribbentrop-Molotov, firmado el 23 de agosto de 1939 entre la Unión Soviética y la Alemania nazi: con este tratado de no agresión (firmado nueve días antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial) Stalin y Hitler se repartían Finlandia, Polonia, las repúblicas bálticas y parte de Europa oriental.

Sin embargo, la Operación Barbarroja (que se inició el 22 de junio de 1941, en donde comenzó la invasión nazi a la URSS) dejó por el suelo el pacto Ribbentrop-Molotov, demostrándose el carácter traidor de las fuerzas totalitarias, como en una vendetta entre bandidos; a lo que se debe agregar que León Trotski responsabilizó a Joseph Stalin por la derrota de los comunistas en la guerra civil española, siendo asesinado el promotor de la cuarta internacional en México en 1940 por orden del dictador soviético.

“He aprendido mucho del marxismo (…) no dudo en admitirlo”. La frase es nada más ni nada menos que de Adolf Hitler, con lo que se comprueba la admiración que los nazis sentían por el marxismo, así los comunistas no lo quieran reconocer y consideren una herejía la cercanía doctrinaria entre el marxismo y el nazismo. Acá vale resaltar que el nazismo, al igual que el comunismo, consideraba la lucha de clases como “el motor de la historia”. Así pues, el nacionalsocialismo y el fascismo tienen su fuente en el marxismo. De hecho, la aplicación práctica de cualquiera de los tres lleva a que el Estado asuma todos los poderes sobre los ciudadanos, quitando los derechos individuales.

A pesar de todo esto, la secta comunista del marxismo-leninismo no ha recibido por parte de la civilización un trato de repudio igual al que han obtenido el nazismo y el fascismo. Esto por el triunfo de la URSS en la Segunda Guerra Mundial: este le permitió al comunismo impulsar la Guerra Fría para proyectarse en diferentes partes del mundo, a pesar de su condición inhumana y perversa.

Y aunque la caída del muro de Berlín en 1989 tenía todo para ser la sepultura definitiva para el marxismo-leninismo en el planeta, le sirvió al tirano de Fidel Castro para que en compañía de Luis Ignacio Lula da Silva de Brasil montaran el Foro de Sao Paulo en 1990, poniéndole un nuevo disfraz al comunismo totalitario, eso sí aprovechándose del atraso ideológico de algunos pueblos latinoamericanos que todavía no han comprendido el carácter rastrero y pérfido del marxismo.

A lo anterior se le sumó lo que hizo Hugo Chávez en Venezuela, quien como un nostálgico de la Guerra Fría no podía admitir la debacle del comunismo en la URSS y Europa oriental, por eso montó la parodia del socialismo del siglo XXI, que es otra mascarada marxista para engañar a nuestros pueblos, llevando asi a la patria de Bolívar a una situación desgraciada.

Pues bien, así como hay antinazismo también debe existir el anticomunismo, pues ello es propio de la razón, porque esas doctrinas totalitarias son contrarias al humanismo. Resaltando que en el caso de Latinoamérica el comunismo totalitario es el principal enemigo de la democracia, ya que el nazismo es insignificante por su escasa presencia, mientras que el marxismo con sus diferentes denominaciones sigue engañando a pueblos, ocultándose en un discurso miserabilista con su falsa sensibilidad social.

No queda la menor duda acerca de la relación ideológica entre el nazismo y el marxismo, ya que como doctrinas totalitarias han buscado avasallar a los pueblos, por ello la democracia es el mejor antídoto para preservar la libertad frente al comunismo, maestro indiscutido del nazismo.

Todas las calamidades que se están viviendo en la tierra por el coronavirus tienen el sello del régimen comunista chino, cuyas intenciones totalitarias en lo político y económico a nivel mundial son inocultables, por eso el repudio al absolutismo y a la globalización es la senda que deben emprender las naciones latinoamericanas, buscando su propia identidad, en donde ni comunismo ni ningún otro totalitarismo pueden tener cabida.

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