Resulta ahora que el candidato mejor ubicado para pasar a segunda vuelta debe renunciar. Después del 11 de marzo el mismo sector político y de opinión que meses antes vaticinaba la debacle de la campaña de Petro y de su apuesta por la "lista de la decencia" no ahorra elogios para terminar diciéndolo lo mismo que vienen anunciando: la inviabilidad de su candidatura, o lo que es lo mismo, la necesidad de su renuncia.
Basta con echar un vistazo a los artículos de opinión, a los análisis estadísticos y otras "cábalas" de los últimos meses desde que Petro empezó a recoger firmas, para llenarse de supuestos motivos para abandonar la pretensión presidencial: que su caudal electoral es únicamente en Bogotá, que solo obtendría los 700.000 votos que lo llevó a la alcaldía de la capital, que su lista de la decencia no alcanzaría el umbral; y que la consulta mostraría (o anticiparía) finalmente su fracaso electoral. Y la verdad nada de eso pasó.
En cambio surgió la evidencia contundente de que puede pasar a segunda vuelta, una posibilidad real que hasta el momento solo comparte con Ivan Duque, entre otras razones porque la verdadera encuesta son las urnas y este par de candidatos ya hicieron el sondeo, cosa que otros sectores, que de una y otra orilla piden la renuncia de Petro, no se han atrevido a hacer.
Sergio Fajardo no quiso ni siquiera medirse con sus aliados porque en la última encuesta del 2017 aparecía en lo más alto de intención de voto dejando pasar la oportunidad de conocer realmente su potencial electoral. Germán Vargas, quien le apuesta exclusivamente a la maquinaria tampoco quiso mostrar sus cartas convencido —como lo está— de que los votos de la lista al Senado se transformarán y duplicarán en votos para su candidatura.
Y de Humberto de la Calle solo recordaré que apenas 700.000 colombianos se dejaron contar debajo del trapo rojo. Los números aunque no son todo dicen mucho y de lejos, los casi 3.500.000 votos de la consulta de la "inclusión social para la paz" hablan de la viabilidad de un candidato que de entrada ya tiene ese caudal, se equivocan quienes ven en los resultados de la consulta un techo, ese numero es apenas el piso. La consulta no puede tomarse únicamente como el pulso con el uribismo o en general con las fuerzas de derecha, debe verse primero como el pulso con el llamado Centro (Fajardo y De la Calle).
El mensaje inicial va dirigido a este sector quien viene diciendo y sigue repitiendo que la candidatura de izquierda es un fracaso. El mensaje de la consulta es la clara viabilidad de una coalición que de entrada tiene 3.500.000 votos reales y no producto de encuestas ni de deducciones estadísticas. Y frente a semejante oportunidad la respuesta sigue siendo la negativa del "Centro" quien prefiere pedirle (otra vez) a Petro que es mejor apartarse que seguir juntos pese a la aplastante evidencia numérica.
Ahora el argumento no es que no tenga votos, sino que de pasar a segunda vuelta le entregará el triunfo en bandeja de Plata al Uribismo; ahora resulta que si Petro sigue adelante con su campaña será el culpable de la victoria de Duque. ¡Que posición tan cómoda! A la medida de la tibieza de Fajardo por ejemplo, quien prefiere ver fuera a Petro que esforzarse en buscar alternativas de unidad con la certeza de un piso electoral que de seguro crecerá de la mano de las demás fuerzas sociales que desde los territorios estamos esperando la grandeza de quienes se autodenominan "fuerzas del cambio" para apostarle a una verdadera transformación del poder en Colombia.
Dicen que Petro perderá en segunda vuelta porque la gente le teme al cambio, pero veo que el temor al cambio que resulta de la unidad (no de la homogeneidad) es de Fajardo, De la Calle, Claudia López. Petro crecerá en votación mientas la incertidumbre seguirá rondando la campaña de Fajardo quien ni siquiera podrá contar como Vargas Llegas con la votación de Senado. Y algo más, los seis millones de la "gran consulta por Colombia" son los mismos seis millones de la primera vuelta de Santos en 2010 cuando era Uribista, los mismos seis de Zuluaga en 2014, los mismos del no en el plebiscito. El uribismo no ha crecido en estos años mientras nuevos procesos alternativos han ascendido y hoy juntos son posibilidad real de poder. Por eso no hay peor ciego que el que alguna vez pudo ver.