Se sabía el talante del jefe de gobierno. En el año y medio de su mandato ni siquiera ha hecho amague para cumplir alguna de sus promesas de campaña y solo ha dado muestras de ser una ficha del modelo corporativista.
Su aparente torpeza ejecutiva es la más acorde con el papel que, y él lo conoce al dedillo, la poderosa élite dominante requiere en este período de agudización del sistema neoliberal. Entonces, la notificación hecha de parte del comando del paro a través del pliego petitorio habría que asumirla como el agotamiento pertinente del momento para acercarse al interlocutor oficial del establecimiento.
Pero hasta allí las cosas resultan normales. La marcha del proceso cambiará en favor de los intereses populares si no se desecha la oportunidad que parece más correcta: forjar una propuesta unitaria para las elecciones 2022. Y no solo en cuanto a la candidatura presidencial, sino también para Senado y Cámara de Representantes.
No hay otra salida. Como nunca antes se ha decantado la fusión del liderazgo social nacional. Esa es la clave para que un día puedan materializarse los puntos del pliego y los que irán apareciendo en la marcha.