A simple vista puede sonar ridículo, pero no encuentro una explicación medianamente racional para entender el accionar del alcalde de los bogotanos, la gente ya no le cree, no traga entero y en las redes sociales le cobran cada una de sus salidas en falso por sus ínfulas de sabelotodo envuelto en una soberbia petulante.
Solo a un marciano le valdría cinco lo que ocurre con el medio ambiente de su ciudad natal, siendo irresponsable al aplicar políticas que agreden a los más pobres y arrasa con una ciudad que mal o bien había empezado a ser referente mundial por su avance en la lucha contra el cambio climático y la protección de la naturaleza, a través de políticas de purificación del aire.
Difícil creerle a un alcalde que de forma folclórica dice que gracias a él “en unos años se podrá nadar en el río Bogotá”, el mismo alcalde que está apunto de atravesar con cemento el pulmón ecológico más importante de la ciudad y una de las reservas forestales más representativas de Latinoamérica por constituir un espacio único de conservación natural vital para los modelos de ciudad del futuro como lo es la reserva Thomas Van der Hammen.
Este alcalde debe ser un marciano de turismo en nuestra ciudad, pues ¿cómo se explica uno que haya tumbado la norma que regulaba hasta el año pasado la emisión de gases de los buses de TransMilenio y el sistema integrado de transporte público (SITP)? Así es, por si usted aun no lo sabe, Enrique Peñalosa a través de su secretario de ambiente modificó el Plan Decenal de Descontaminación del Aire y con esto eliminó la obligación que tenían los operadores del sistema de transporte de instalar los filtros que reducían las partículas contaminantes del humo de sus buses. Estas partículas producidas por los motores Diesel según la Organización Mundial de la Salud son causantes de enfermedades respiratorias y se consideran cancerígenas. ¿Ha notado el incremento de buses chimenea y el esmog abundante en nuestra ciudad desde el inicio de la “Bogotá mejor para todos”? Pues no es casual, esto no ocurría desde la primera alcaldía de Peñalosa. Retrocedimos en el tiempo. ¡Gracias Peñalosa!
Obviamente, a los empresarios esta idea les pareció fabulosa ya que reducen costos de instalación, revisión y mantenimiento de estos filtros de aire y de paso tienen vía libre para evadir una responsabilidad social auspiciados por el propio alcalde. Lo peor es que este problema es muy grave, ya que el aparato impedía que el 97% de las partículas contaminantes flotaran en el aire y produjeran el aumento de consultas médicas. No es extraño entonces que en tan solo 22 meses de esta alcaldía hayan aumentado en un 20% las consultas a centros de salud por enfermedades respiratorias. Adicionalmente, si tenemos en cuenta que estamos expuestos a la contaminación y el humo negro y espeso expulsado por los buses de Transmilenio en toda la ciudad sufriremos un desgaste en nuestro sistema respiratorio, lo que a la larga ha generado más muertos por esta causa en los últimos dos años. Prueba de esto es que pasamos de tener 36 niños muertos por Infección Respiratoria Aguda (IRA) en 2015 a 63 menores muertos por la misma causa en 2016, un incremento del 75% de muertes; mientras en la alcaldía de Gustavo Petro este tipo de muertes llegaba a los 7 por cada 100 mil habitantes, hoy está en 13 muertes por cada 100 mil habitantes, es decir aumentó el promedio de muertes por enfermedades respiratorias en un 54%, y al parecer el alcalde marciano no se ha enterado, o no le importa, pues pone en riesgo la salud de los bogotanos para facilitarle el flujo de caja a sus amigos empresarios. ¡Genio!
¿Cómo va a ser de este planeta Peñalosa cuando no tiene claro que al sur de la ciudad vive gente? ¿Qué tienen necesidades de salud, educación y transporte en condiciones dignas? Si tuviera sentido de pertenencia por la ciudad que dice amar ya habría encontrado soluciones para las familias vecinas al relleno doña Juana que a diario padecen la insalubridad de esa caldera de plagas, malos olores, infecciones y enfermedades. Si mirara al sur entendería el suplicio de tomar un TransMilenio a reventar, exponiéndose a golpes, robos y pisotones y no dejaría a más de un millón de personas en Ciudad Bolívar sin transporte por falta de planificación al suspender rutas sin tener un plan de contingencia. ¡Infame e improvisador!
Si Peñalosa no fuera un marciano entendería que el mundo clama por políticas amigables con el medioambiente y no habría sepultado la iniciativa heredada por Gustavo Petro quien había iniciado un programa para que la reposición de los taxis viejos que salían de circulación se hiciera con taxis eléctricos sin emisiones contaminantes, a Peñalosa le pareció que “la ciudad no está preparada para un cambio como estos”. ¿Y dónde quedó el visionario?
Lo más sorprendente de todo esto es que hace 6 meses la ciudadanía espera respuesta del Concejo Nacional Electoral quien con prácticas dilatorias, típicas de un órgano que se mueve solo por intereses políticos influenciado por los amigos del alcalde como el uribismo, el santismo y el partido cambio radical de Germán Vargas, no ha permitido que la ciudadanía haga efectivo su derecho a la revocatoria de mandato cuando es claro que 3 de cada 4 capitalinos estarían dispuestos a asistir a las urnas nuevamente para que el alcalde salga de su cargo. ¡Inconformismo total!
Así que, cuando usted salga a la calle y no encuentre cómo transportarse o un vehículo le llene la cara de humo, no busque explicaciones y más bien piense que quizá todo ocurre porque el alcalde Peñalosa es un marciano y por eso su cara de asombro cuando esta semana al llegar a una estación de TransMilenio en hora pico vio cómo todos le gritaban ¡Sinvergüenza! ¡Así es todos los días! ¡Súbase si puede! ¡Ese es su hermoso TransMilenio! Pero él no tenía ni idea, porque vive en otro mundo…
