En cualquier diccionario ustedes pueden encontrar esta definición de la palabra dictadura: “Régimen político en el que una sola persona gobierna con poder total, sin someterse a ningún tipo de limitaciones y con la facultad de promulgar y modificar leyes a su voluntad”. Esto está sucediendo en Colombia, y el dictador es el señor Álvaro Uribe Vélez. Iván Duque ya todos sabemos qué rol cumple en esta farsa de democracia, que precisamente se autodenomina democracia para tapar la inmensa podredumbre, la infinita corrupción y la violencia promovida desde el mismo Estado. Ejemplos: la justicia colapsó, es inoperante, y parece estar al servicio de los poderosos de nuestro país.
¿Quieren ejemplos? El actual gobierno considera a los niños máquinas de guerra, autoriza bombardeos sobre niños, sabotea maliciosamente la JEP (La Jurisdicción Especial para la Paz) y los acuerdos de paz que la comunidad internacional y que los mismos Estados Unidos apoyaron. Es responsable de un exterminio y genocidio a cuenta gotas… y el mundo civilizado guarda silencio. ¿Quieren más datos? Durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez se cometieron 6.402 falsos positivos y nadie responde. La tortura, la desaparición forzada, la persecución sistemática a los que pensamos distinto es evidente. Para colmo, el gobierno uribista no respeta la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En días pasados, por el caso de la valiente periodista Jineth Bedoya, el Estado colombiano se retiró en plena audiencia, algo impresentable para una república que presume ante el mundo su democracia, pero que no tiene un pelo de democracia.
Que nadie se equivoque conmigo: no soy un hombre de izquierda, detesto el comunismo y la lucha de clases y toda forma de violencia. Desde el comienzo de mi vida pública he rechazado los extremos. Mi política es Cristo, pero no soy un cristiano ni un hombre religioso, soy una persona espiritual que sigue al Señor Jesús. Todo lo que he dicho y hecho es también de conocimiento público. Y por denunciar el exterminio en Colombia y el exterminio que sufrió mi familia el uribismo me condenó al exilio. Si no huyo me asesinan, y mi vida aún está en riesgo. Por todo lo anterior le solicito a través de esta columna de opinión a todas las democracias del mundo que se pronuncien sobre la dramática situación colombiana. Señor presidente Joe Biden: Latinoamérica y el mundo civilizado recibió con beneplácito su triunfo en las pasadas elecciones. Yo mismo en múltiples columnas de opinión desde esta querida casa que es para mí Las2orillas defendí su propuesta y lo presenté como una gran esperanza para el pueblo colombiano. Es la hora de que Estados Unidos demuestra su liderazgo en la región facilitando la restauración de la democracia en mi amado país. Bendiciones.
