En su travesía reflexiva la filósofa Hannah Arendt acuño la expresión que hoy se conoce como: “la Banalidad del mal”, resultado de un ejercicio en que juntó dos sucesos para su respectivo análisis, primero, los hechos que acusaban a Adolf Eichman: la muerte de seis millones de personas en campos de concentración, y segundo, la personalidad de Adolf Eichmann, enfocándose ampliamente en esta última, concluyendo que es alto jerarca Nazi fue un hombre común y corriente, sin nada especial, limitado a llevar y cumplir órdenes, un ser obediente y cumplidor que hizo lo que debía hacer, un burócrata perfecto, consciente de que si no cumplía las órdenes lo haría otro, de resto un buen padre de familia, creyente, respetuoso, apasionado por la música y el deporte; develando con ello que el mal más extremo lo puede hacer una persona normal, un elemento sin importancia en el conjunto de la sociedad, no necesariamente un aberración de la naturaleza.
Curiosamente la consigna de campaña del señor presidente de Colombia fue: “Duque es el que es” frase de importancia teológica y mística religiosa, parecida a la que encontramos en las biblias en español: “yo soy el que soy”; que describe primero, uno de los siete nombre de Dios en la tradición Judía medieval y segundo la imagen de un ser supremo; “sí”, Duque el ungido por Álvaro Uribe Vélez, el individuo perfecto para llevar a cabo las iniciativas de su mentor (hágase señor según tu voluntad), y lo demostró con hechos como: sabotear los acuerdos de paz, apoyar la derrota del plebiscito por la paz, mostrar postración, lealtad y sumisión entre otras cosas; siempre dispuesto a ser un empleado perfecto, el heterónomo incondicional, el que no traiciona como el Judas de Juan Manuel Santos; el que “tiene huevos” (jerga mafiosa) y de esa manera llega a la presidencia de la república de Colombia, y al igual Eichmann –contexto y circunstancias diferentes- comparte los mismos signos distintivos señalados por la teórica política.
Pues bien, la decepción y el problema radican en la falta de autonomía del presidente Duque, quien está esposado y no puede tomar una decisión por cuenta propia, porque hacerlo implicaría enojar a su señor y de paso a la jauría del centro democrático, de ahí notamos tanta ambivalencia y demora al momento de tomar decisiones y comunicarlas (igual le sucede a los ministros y ministras quienes rivalizan por quien dice la majadería de la jornada), y tristemente tener que ser este gobierno quien afronte el reto de manejar y controlar la peor pandemia mundial del siglo XX, el Covid 19; quien a la fecha continúa sin mostrar compromiso social, liderazgo y acción para proteger a la población civil, esperando la orden y orientación del supremo y sus asesores, quienes haciendo gala de esa vieja costumbre ya están sacando el máximo provecho a la situación con sus actos de corrupción toda vez que en esta ocasión se están robando el dinero de ingreso solidario en plena epidemia, recursos destinados a las personas mas desfavorecidas en Colombia y quienes cínicamente salen a decir desde el departamento nacional de planeación DNP que reconocen algunas inconsistencias de plataforma, borrando de inmediato las pruebas de internet donde se corroboró que cedulas de muertos y repetidas cobrando el dinero de las asistencias. No hay derecho.
Señor presidente y gabinete recordamos que el dinero destinado a las ayudas de las personas más perjudicadas salen de los impuestos que pagan los trabajadores con el sudor de su frente, y no puede ser posible que en plena tragedia los corruptos no descansen y se estén robando el plata; ¿fue para eso que decretaron la emergencia económica? ¿Para hacer contrataciones millonarias en plena pandemia y que ya algunos gobernadores y alcaldes estén haciendo festín y se muestren magnánimos regalando mercados y tomándose fotos en las puertas de las casas con las personas que le entregan el mercadito y a la vez estén sobrefacturando los productos que conceden, por ejemplo una lata de atún que costaba máximo cinco mil pesos se factura ahora en diecinueve mil pesos?. Me pregunto ¿es esta la forma en que usted trabaja para que ningún ciudadano quede desatendido en esta pandemia? No hay derecho.
Toda la ciudadanía merece respeto, buen trato y debemos estar por encima de los malos gobiernos, sobre todo de los incapaces, pero aun así seguimos creyendo y esperando señor presidente visos de autonomía, gallardía y liderazgo frente a este suceso histórico, hay que proteger el pueblo, la vida de las personas antes que las ganancias de los corruptos, ejerza su inteligencia y su independencia, desmienta ese triste papel que ha ejercido hasta el momento.
La ciudadanía sigue confinada en los hogares, algunos crucificando sus empleos e ingresos, económicamente la confinación es muy difícil para las familias que no tienen estabilidad laboral quienes están tratando de hacer lo que corresponde señor presidente, pero haga usted lo suyo, asuma porque hay que seguir trabajando en medidas para los próximos días como evitar a toda costa el despido de trabajadores y cierres de empresas, pero sobre todo que no se sigan hurtando el dinero de la ciudadanía, esta crisis no la pueden pagar nuevamente los de abajo, hay que usar los recursos y herramientas del estado colombiano de la mejor forma para proteger las familias ya que de lo que lo que se haga hoy dependerá el mañana. No es el momento de comparar el Coronavirus con un partido de fútbol. No pase a la historia como un don nadie, esta a tiempo.