Últimamente, casi cada semana nuevas personalidades de las instituciones o las agremiaciones son cuestionadas o procesadas por cometer abusos contra la sociedad en distintas instancias, públicas y/o privadas. ¿Qué hicieron? Presas del egoísmo y del torbellino de la ambición por los negocios, el dinero, el poder y el éxito, despreciando los valores éticos, confundieron y confunden aún, lo que es verdaderamente suyo con lo que realmente le pertenece a la sociedad. Priorizaron el interés individual y personal sobre el interés y el beneficio general.
Muchos los consideraban honestos, incluso ellos mismos creían y creen serlo. Pero llega el día y la hora en que la sociedad y la justicia se inmiscuyen en sus conductas exigiéndoles cuentas de su comportamiento y todo cambia. Al principio, se defienden, claman su inocencia y aún acusan a quienes cuestionan sus actuaciones públicas y privadas. Sin embargo, los hechos son tozudos y les obliga a bajar el tono y permitir registrar sus oficinas, sus actos y hasta sus conciencias.
Luego viene el juicio y la vergüenza, aunque la gran mayoría cínicos profesionales, no la tienen, y si la tienen, se inicia la destrucción de esa hermosa fachada porque todo el mundo conoce la verdad. Ayer se envidiaba y se anhelaba compartir y socializar con esa gente, hoy esperamos se les menosprecie y se les castigue socialmente.
Ante el tribunal de la sociedad, la vida de cada uno de estos seres humanos públicos y/o privados, se pondrá y quedará al descubierto. Hoy es frecuente vivir de apariencias, tratando de engañar a los demás incluso a sus agremiados y/o dirigidos. Pero la justicia pronto develará y revelará toda la verdad, que no les permitirá levantar cabeza ante la sociedad a pesar de que lo intenten.
El peso de sus conciencias que más temprano que tarde escudriñara sus pensamientos, a pesar de su cara dura, no se lo permitirán. Espero que la sociedad tampoco, que recupere su dignidad y castigue a todos aquellos quienes han traicionada su confianza.
Todos estamos de acuerdo en que nos conviene vivir en armonía, amándonos, respetándonos y ayudándonos unos a otros sin ventajas, con humildad y transparencia, respetando los derechos y asumiendo la responsabilidad de los deberes que demanda la búsqueda del beneficio general para nuestra sociedad.
Las pasiones, la ambición, el egoísmo, la corrupción y la soberbia, que ha alzado individuos contra individuos, dirigentes contra dirigidos, familias contra familias, vecinos contra vecinos, socios contra socios, clases contra clases y naciones contra naciones, que han sido y siguen siendo el motor de la violencia que no se detiene y que nos afecta a unos y otros, nunca más deben ser oídas, alimentadas y alcahueteadas en nuestro país y en nuestras organizaciones.
Es necesario que los buenos, que somos más, actuemos con dignidad para recuperar esa sana sociedad en la que nos merecemos vivir y que tenemos que heredar a nuestras futuras generaciones con un entorno sostenible social, económica y medio ambientalmente y con una conciencia limpia y una conducta ejemplar.