No hace falta ser uribista para no salir al paro

No hace falta ser uribista para no salir al paro

"Salir o no salir a marchar el 21 de noviembre es una decisión que cada quien debería poder tomar con total libertad"

Por: Hermes Ruiz
noviembre 18, 2019
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No hace falta ser uribista para no salir al paro
Foto: Las2orillas

No soy de mente cortica.

No me creo mejor que “la chusma”, como dicen en un artículo respecto al paro que señala a quien no está de acuerdo y parece creerse Doña Florinda.

Tampoco soy del Centro Democrático

Ni soy “uribestia”, como despectivamente califican a los que creen o siguen a Uribe

Ni muchísimo menos soy amante de la guerra

Así como tampoco creo que todos los que quieren salir a marchar el 21 de noviembre son guerrilleros, vándalos, vagos, amantes de Petrosky o toda la cantidad de sandeces que se escuchan desde la tribuna de los que han levantado sus voces a decir que no van a marchar.

Me duele Colombia.

Me duele ver una vez más este escenario patético de polarización en el que, al final del ejercicio, perdemos todos.

Claramente no voy a parar y no porque crea que estamos en el país de las maravillas, sino porque creo firmemente que existe muchísima desinformación respecto a varios de los puntos que en teoría originan la convocatoria, así como también por el hecho de no creer que todo lo que se está haciendo desde el gobierno de Duque sea malo.

Sin embargo, debo reconocer que tampoco es que se ayuden mucho en materia de comunicar lo que se está haciendo desde el gobierno, así como tampoco se ayudan con funcionarios como el exministro Botero o el impresentable director del Sena, a quien no se le ocurrió peor declaración que la siguiente: “Por ejemplo, la chocoanita, que es hermosa, pudo ser prepago, pero escogió la legalidad” (quien por cierto debería estar destituido al no haber tenido la gallardía de renunciar).

Existe el derecho a la libre protesta, a elevar la voz contra lo que se considere que no se está haciendo bien. No se puede satanizar a quien quiera ejercer su derecho constitucional.

Así como también está en todo su derecho quien no esté de acuerdo con los elementos que invitan a la protesta. Dicha posición no tiene por qué implicar tener que callarse o ser linchados por familiares o amigos al ser tratados de brutos, arribistas, paracos, amigos del centro demoníaco, etc.

Sin excepción, a todos mis amigos que están de acuerdo en salir a protestar el 21 de noviembre les he hecho la misma pregunta: ¿si se llegan a vivir actos de vandalismo similares a los que se evidenciaron en Chile, o de los que hemos vivido en otras protestas en nuestro país, estarías dispuesto a sacar de tu propio bolsillo, de manera solidaria, para reparar a todos los afectados?

Un contundente no es la respuesta generalizada.

A renglón seguido el argumento lo concatenan con un “seguro van a estar infiltrados”.  Algunos dicen que de la Policía, otros de la extrema derecha, pero ninguno reconoce que efectivamente pueda deberse a radicales a favor del paro que puedan aprovechar para generar el caos.

Tampoco escucho a los que promueven el paro levantar su voz de protesta en contra del irresponsable que desde su curul del Senado invita a menores de edad a salir a protestar. Este auténtico polarizador profesional se debe estar frotando las manos para que las cosas salgan bien (una convocatoria pacífica y masiva) o mal (caos, vandalismo) para salir a decir que es él y sus tesis son lo que Colombia necesita.

Nos estamos matando literal y/o virtualmente unos a otros por no ponernos de acuerdo en lo fundamental: respetar y tolerar a quien piense distinto.

Es imposible que avancemos como país sin que el respeto y la tolerancia haga parte fundamental del ADN de cada uno de nosotros.

Yo no estoy de acuerdo con el paro, así como no estoy de acuerdo con los anuncios de convocatorias de grupos “antidisturbios civiles”, ni con el hecho de pensar que familiares o amigos que sí quieren salir a marchar van a dejar de ser de mis afectos, o los voy a eliminar de mis redes (como de manera ridícula se lee a diestra y siniestra en cuanta red social existe).

Me seguiré hablando con el mismo cariño y respeto de siempre con el padre de mis sobrinas, al que le digo camarada; con todas mis primas y sobrinas que han declarado querer salir a marchar; con mi hermana que desde fuera del país dice apoyar el 21N y señala que el que no lo haga debe “abrir la mente un poquito”; o con mi mejor “amigo izquierdoso”, con quien muchísimas veces estoy en total desacuerdo.

Mi posición ideológica o política jamás me va a nublar la tranquilidad ni el afecto que siento por mis familiares o amigos, así como tampoco por quienes no lo son y sencillamente piensan distinto.

Salir o no salir a marchar el 21 de noviembre es una decisión que cada quien debería poder tomar con total libertad.

Por favor, sea cual sea la posición, tan solo estemos de acuerdo en lo más básico: respetar y tolerar.

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