Decir que halloween es el mejor día del año es una opinión muy personal, no podemos generalizar que todos somos felices en esta fiesta. Recordando mi infancia, mis compañeros se disfrazaban con trajes comprados, mientras yo solamente tenía un traje regalado de perro que me coloqué desde los 5 hasta las 9 años, cuando estaba pendiente de que no me robaran los dulces recogidos y metido entre tumultos de gente peleando por una colombina, como si en la vida no existiera otra forma de conseguirla. Ahora veo a los niños en centros comerciales vestidos con disfraces modernos, llorando, con sueño, empujados, halados por sus padres, ¿qué tan feliz puede ser realmente un niño en esas condiciones? Es correcto también decir que muchos niños y adultos se divierten en esta fecha.
No podemos negar el origen oscuro de la fiesta y solicito a cualquier persona que quiera criticar a quienes no participamos de estas fiestas enterarse un poco de sus inicios, sus trasformación y su adaptación al mundo occidental. Algunas personas que no profesan religión alguna, no queriendo decir que no creen en un Dios todopoderoso, no participamos de esta celebración, me incluyo. Tampoco permito que mis hijos participen, no por imposición, sino con explicación pedagógica de los orígenes y simbología de la fiesta. No somos evangélicos, ni cristianos, ni tampoco vemos con tristeza y amargura no ser partícipes de Hallowen.
Cuando profesaba la religión católica, siendo un joven de 18 años, tuve una experiencia indirecta con seres espirituales que aseguro en este momento eran demonios. Algunas niñas de 9 a 11 años, vecinas de la casa donde yo residía, entablaron un juego donde invocaban espíritus, dando como resultado la posesión de varias de ellas. Chismoso yo, me fui a ver qué pasaba en aquel alboroto: una niña de 10 años delgada y bajita, que yo conocía por la cercanía con su familia, lloraba y quedaba con la mirada perdida. Al preguntarle qué pasaba me dijo en otra voz, apretándome con una fuerza muy superior a una niña de su edad, "no nos molesten nosotros solo nos quedaremos 5 días y nos iremos". Nunca, pero nunca de mi mente se iría ese momento, como tampoco olvidaría que fue un 26 de octubre porque esos 5 días se cumplían el 31 de octubre. Quedé claro que jamás participaría de esta celebración ni yo ni mis hijos y no fui partícipe aun sin profesar religión alguna.
Leyendo el artículo de la persona que trata de ridículos a los evangélicos, no puedo si no ver el grado de ignorancia y de irrespeto en lo que caemos al tener un sesgo contra alguien por su ideología, religión o credo, y que nada tiene que ver el diezmo, la religión y la celebración de Halloween. Traté de encontrar alguna conexión entre estos elementos y solo puedo concluir que fue escrito por alguna persona que ha tenido problemas o experiencia no gratas con los evangélicos, como él los llamó, y con el pastor que nombra en su nota. Solo me queda solicitarle a esa persona que se entere un poco más, que para ser feliz como él lo manifiesta simplemente debemos dejar de criticar por motivos religiosos y sacar de nuestro corazón toda amargura. Es más, le puedo asegurar que si busca la presencia de Dios fuera de cualquier religión o denominación no va encontrar la felicidad sino el gozo para él y para su familia y no necesitará de una fiesta pagana para sentir felicidad, ni tampoco irse en contra de las personas que no comparten sus prácticas.