Confieso que nunca había vivido una contienda política desde las redes, fue mi primera vez. Desde ahí defendí lo que creí debería defender por convicción, justicia y equilibrio, ante tanta irresponsabilidad mediática orquestada por muchos medios comprados o al servicio de un gobierno caduco y desgastado que se negaba a dejar lo que el mismo pueblo le concedió inequívocamente. Sin embargo, fue una vivencia bonita, que me gustaría volver a tener, ahora con más experiencia.
Por eso estoy feliz, porque siento que desde las redes aporté mi granito de arena en el triunfo de los candidatos del movimiento político que insisto le ha dado sopa y seco a los políticos de antes de Santa Marta y ahora del Magdalena, quienes a pesar de sus tres derrotas seguidas en ocho años, cuando se midieron al líder de la nueva fuerza política victoriosa, de seguro todavía no quieren aceptar y prefieren o insisten en porfiar lo contrario, que sus arcaicas formas de hacer política es lo mejor, así los resultados hayan sido desfavorables.
Cuando opté por apoyar desde mis redes la causa del movimiento de Fuerza Ciudadana, liderado por el que siempre he calificado como el fenómeno político de los últimos tiempos en Santa Marta y ahora en el Magdalena, el abogado y exrector de la Universidad del Magdalena, Carlos Caicedo Omar, el mismo que en otro tiempo pasado critiqué por las desinformaciones difundidas y las cuales nunca lo han abandonado, al igual que por su poca gestión administrativa mostrada cuando apenas despegaba como alcalde de Santa Marta, pero que jamás pasaron el límite de lo personal, lo hice con el conocimiento más claro y convencido de lo que él en realidad perseguía con su valiente idea pese al riesgo que existía de enfrentarse a grandes y poderosos ex caciques y nuevos caciques políticos de la comarca.
Pensándolo bien: también fue una valiente decisión la mía, pues para nadie es un secreto que yo venía de trabajar en una empresa periodística perteneciente a una familia tradicional que siempre se había mantenido en el poder, pero que por su desgaste en el mismo había decaído políticamente. Además, periodísticamente, me había codeado con muchas otras familias de abolengo, aunque nunca ni siquiera en mi eterno empleo había opinado o me había encausado en defender alguna otra causa política de ningún partido nuevo o tradicional.
Aunque no soy militante del movimiento Fuerza Ciudadana y nunca lo seré por lo que realmente soy, me considero un aliado más de esa nueva y victoriosa corriente política que cada vez más se afianza no solamente en el departamento sino también en las mentes de los magdalenenses, porque aún pienso que lo que persigue su líder es más por el bien común que por el particular, es decir, no como nos tenían acostumbrados los de antes.
Por eso desde ya o a partir de hoy, señores de Fuerza Ciudadana, les digo que me quito el sombrero ante ustedes y ante su líder nato y les insisto que me gustó colaborarles desde mis redes sociales sin que me lo pidieran sino por "mutuo propio", sobre todo porque aprendí de ustedes cómo es que se debe hacer política sin necesidad de acaparar todos los medios de comunicación habidos y por haber con los recursos públicos y que al final no les sirvieron para un cu...