El posconflicto debe dejar de ser un titular de prensa de la casa de Nariño y los diferentes ministerios, y convertirse en un programa que contenga mecanismos eficaces de protección de los líderes sociales y defensores de Derechos Humanos, que vienen siendo amenazados, perseguidos y asesinados en Colombia. Esto significa que un programa como éste debe estar acompañado del compromiso del Gobierno Nacional, en su diseño, formulación e implementación.
Sin embargo, el tema del posconflicto o postacuerdo, no se agota en la protección y garantías para los líderes sociales y defensores de Derechos Humanos. Estos programas se deben acompañar de una amplia pedagogía en materia de paz con justicia social dirigida a la población civil, por un lado, y otra de formación y reorientación del rol de las Fuerzas Armadas del Estado, en un nuevo escenario de fin del conflicto armado. Se trata, puntualmente, de desintoxicarlas del adoctrinamiento que se les ha inculcado desde su origen mismo, sobre el enemigo interno, que ha sido el combustible ideológico que ha alimentado en ella su incontrolada acción violenta contra la oposición política, siendo una da las principales victimarias durante el largo conflicto. Pero también son necesarios una gama de proyectos productivos, educativos, culturales y vías de acceso para los municipios que históricamente han padecido la guerra.
Desde el Estado se deben empezar a plantear estos cambios y estas pedagogías de paz y reconciliación. De lo contrario no se puede hablar de posconflicto mientras los líderes sociales siguen siendo amenazados y asesinados.
El pasado 12 de abril, precisamente, grupos paramilitares intentaron asesinar a Franklin Quiñónez Tenorio, quien es integrante de la Coordinación Nacional de Organizaciones y Comunidades Afrodescendientes CONAFRO. Según los lugareños fueron cuatro hombres fuertemente armados, los que llegaron ese día al Consejo Comunitario Rescate las Varas, vereda Piñal Salado, del municipio de Tumaco, departamento de Nariño, quienes se identificaron como miembros de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia AGC.
Los sujetos en mención se dirigieron a la residencia del líder Afrodescendiente, y abrieron fuego contra su humanidad. El líder campesino salió ileso del atentado, sobreviviendo a la guerra sucia que los grupos de extrema derecha están llevando a cabo en diferentes regiones del país. Mientras sigan atentando contra la vida de dirigentes afros, campesinos, indígenas y defensores de derechos humanos, en gran parte del territorio nacional, es urgente que el Gobierno central tome correctivos para proteger al pueblo Afrocolombiano y otros sectores sociales que vienen siendo víctimas de estos atentados y ataques.
Entrar en el postconflicto, significa que debemos, primero, superar el conflicto armado que ha causado en más de cincuenta años de guerra, unas cifras aterradoras: aproximadamente 260.000 muertos y más de seis millones de desplazados.
El posconflicto no significa la conquista automática de la paz, pero si podría abrir la puerta a la terminación del largo conflicto armado, que no ha permitido el desarrollo social, económico y humano de muchas regiones del país, y por ende de sus pobladores.
Por eso es más acertado hablar de postacuerdo, mientras se da el tránsito del conflicto armado, al debate político, y podamos hablar de batallas de ideas, sin guerrillas, sin paramilitares o autodefensas Gaitanistas, ni fuerzas armadas paraestatales.