Agradecemos a la Fundación Paz y Reconciliación, PARES, y a sus directores León Valencia y Ariel Ávila, la amable invitación para que desde las FARC-EP podamos presentar nuestras impresiones sobre su más reciente trabajo “LOS RETOS DEL POSTCONFLICTO, Justicia seguridad y mercados ilegales” que hoy es presentado formalmente al público.
Los dos investigadores, con su habitual amplitud de miras, tuvieron la gentileza de hacernos partícipes del lanzamiento de su obra con independencia total de nuestras posibles lecturas, otorgándole un importante reconocimiento a nuestra voz como fuerza viva para la construcción de la paz y para asumir muchos de los retos descritos en el texto.
Quisiéramos empezar por saludar este gesto, que pone de presente su desprevención a la hora de escuchar opiniones sobre su investigación y sus tesis; siempre con el propósito de contribuir al esclarecimiento de complejos fenómenos sociales y políticos, sobre los que, desde luego, resulta supremamente difícil lograr un consenso y en consecuencia, el debate siempre será permanente.
El presente trabajo de la Fundación PARES, logra recopilar ensayos e investigaciones de León Valencia, Camila Obando, Ariel Ávila, Juan Diego Castro, Magda Paola Núñez, Carlos Montoya Cely y Naryi Vargas, sobre diversas temáticas y actores claves para la construcción de la paz en los territorios. Por eso, nuestra primera manifestación se relaciona con el interés y la importancia de los problemas abordados en el estudio que se presenta.
Los colombianos llevamos muchas décadas enfrentados en un grave conflicto armado y son múltiples las visiones e interpretaciones sobre éste, sus consecuencias y derivaciones. En hora buena, la academia y los investigadores vuelcan su interés sobre temas de tanta latencia y tanta trascendencia, como el de la culminación de la guerra y el necesario proceso de reconciliación de los colombianos.
Todo esfuerzo por enriquecer el análisis, por contribuir con ideas y fórmulas realizables, sobre todo en el campo de la investigación y la academia, en donde necesariamente la pasión política ha de morigerarse ante el rigor científico, merece nuestro reconocimiento y aplauso. El análisis de la dramática realidad que ha dejado la guerra, así como la exploración de propuestas alternativas a la confrontación, siempre serán componentes fundamentales para ayudar a la solución de toda esta problemática.
Mucho más, cuando nuestro país se encuentra en estos momentos pasando por una encrucijada histórica entre los defensores y amigos de la solución política, dialogada y civilizada a la confrontación interna, y quienes se inclinan por dificultar la misma, e insistir en el despeñadero belicista.
Creemos que investigaciones como la que hoy se presenta, refuerzan el campo de quienes no queremos más soluciones violentas. Así que este sólo hecho hace meritorio a este trabajo de nuestro reconocimiento, dado que las FARC-EP hacemos parte del contingente de los que trabajamos por la paz.
Desde luego que son muchas las temáticas y los enfoques posibles para la investigación y el análisis del conflicto colombiano.
Los autores de PARES, que llevan a cuestas un largo repertorio de estudios e investigaciones, han escogido esta vez, ahondar en las que consideran preocupaciones vitales de lo que ellos y muchos, denominan el “post conflicto”, entendido este como la etapa que se supone ha de seguir a la firma del Acuerdo Final y que debe terminar con la normalización de la vida nacional.
Difiriendo de este término tan difundido hoy, nosotros preferimos hablar del post acuerdo, por cuanto consideramos que la confrontación armada es apenas la más aguda de todas las contradicciones que conforman el grave conflicto colombiano.
Firmado el Acuerdo Final, cesará el enfrentamiento armado, pero el conflicto social, económico, político y cultural, propios de nuestro proceso de formación como nación, seguirán latentes, desarrollándose en formas de expresión distintas. De hecho, este mismo libro que hoy comentamos, intenta dar cuenta de otras vetas de conflictividad y confrontación que permanecerían o se potenciarían, una vez la Mesa de La Habana llegue a feliz término.
En nuestra modesta opinión, el concepto de “postconflicto” apunta a desconocer, o a maquillar dolorosas realidades, cuando de lo que se trata es de permitirles brotar tal cual son, sin que pueda ensombrecérselas con el expediente de que se trata de manipulaciones de la subversión o el terrorismo.
En las FARC-EP estamos perfectamente claros de que con el fin de la confrontación armada, el conflicto no va a desaparecer, sino que va a seguir manifestándose, incluso a exacerbarse, pero en formas incruentas, en nuevos espacios y oportunidades en las que buscará ser atendido y solucionado.
La lucha seguirá, sólo que deberá excluir la apelación al uso de las armas para la política por todos los que hemos recurrido a esta práctica.
Nuestra honda aspiración estriba en que con el Acuerdo Final de Paz, se abran los espacios para el más amplio ejercicio democrático en Colombia, con garantías plenas, respeto por la vida, la integridad y la tranquilidad de los opositores políticos. De ahí nuestro afán porque en la Mesa de Conversaciones de La Habana no queden registradas simples manifestaciones de buena voluntad, sino decisiones que obliguen al Estado, que sean vinculantes y que no puedan soslayarse.
Estamos ad-portas de un gran acontecimiento histórico, de ver por fin a nuestra patria unida, reconciliada y en Paz.
Por eso tenemos que garantizar que nunca más se volverán a repetir experiencias como el genocidio de la Unión Patriótica, la guerra sucia, el terror paramilitar, los falsos positivos, las casas de pique y todos los horrores que nos ha dejado la guerra
Por eso nos parece más que relevante y tal vez constituya ésta la parte más interesante del libro, el énfasis puesto por los autores en el análisis y en la búsqueda de soluciones a lo que ha sido señalado como el obstáculo principal, como la más grande talanquera que impide el logro y la consolidación de la paz de nuestro país: El fenómeno del paramilitarismo; entendido éste en sus conexiones con los poderes económicos y políticos regionales y nacionales, en sus vínculos e inter-relacionamiento con la fuerza pública, en sus redes de corrupción tendidas por diversas esferas tanto políticas como privadas y del Estado.
El paramilitarismo no es un fenómeno casual, ni es cosa del pasado. Es un hecho real, una realidad tangible y monstruosa, que le ha hecho mucho daño a nuestro país.
Allí reside el mayor de los riesgos para la sociedad colombiana, para la democracia colombiana y para la consolidación de una paz estable y duradera en nuestro país.
En ese sentido, podemos decir que nos identificamos plenamente con las ocho estrategias planteadas en uno de sus capítulos, dado que la inmensa mayoría de ellas coinciden con nuestros planteamientos en la Mesa de Conversaciones, junto a otras, que por discrepancias con nuestros interlocutores, no nos han permitido sellar un acuerdo pleno sobre este tema. Compartimos también, que el reto de la derrota de la corrupción y de la criminalidad política en todas sus dimensiones, es una necesidad inexorable para la efectiva democratización de nuestro país.
Valoramos igualmente la importante y copiosa recolección de información sobre la que descansan los análisis contenidos en la obra que estamos comentando, así como las apuestas por construir indicadores complejos para acercarnos a la comprensión de la problemática territorial de la guerra y la construcción de la paz en Colombia.
Pensamos que tanto los datos como los instrumentos que nos ofrece el texto de “Retos del Posconflicto”, van a ser interlocutores y puntos de referencia necesarios en los debates que se aproximan.
No obstante, sea también ésta la oportunidad para esbozar varias diferencias de enfoque frente al trabajo de PARES.
En su prólogo titulado “No cometer los errores del pasado”, los autores exponen que en 2.016 se cumplirán los cinco pasos que nos pondrán a las puertas del postconflicto:
“Uno, firma del acuerdo de paz. Dos, concentración de las Farc en diversos lugares del país e inicio del cese bilateral definitivo de las hostilidades. Tres, refrendación de los acuerdos mediante votación ciudadana. Cuatro, conversión de los acuerdos en leyes y decretos por parte del presidente Santos y de la Comisión Especial legislativa. Cinco, dejación de las armas por parte de las FARC.”
Por la forma como está planteado en el texto, pareciera que se hablara de axiomas incontrovertibles, meros asuntos de procedimiento, o de cosas ya consensuadas, y, que bastaría con firmar en esos mismos términos unos cuantos compromisos, para dar por concluido el acuerdo final.
Pero ocurre que en la realidad, los mecanismos de refrendación, los poderes extraordinarios del Presidente y la creación de una Comisión Legislativa Especial, ni siquiera han sido discutidos en la Mesa, habiéndose creado todo un imaginario que los da ya como realidades inevitables que las FARC debemos aceptar por simple inercia publicitaria.
Esta premisa de partida bien merecería ser revaluada, en cuanto apenas nos disponemos a asumir los debates pertinentes sobre Implementación, la Verificación y la Refrendación en la Mesa de Diálogos, siendo obtuso para cualquiera de las partes, y errado para los analistas y para la academia, tener en cuenta solo una de las trayectorias posibles para el cierre del Acuerdo Final.
Tal vez el denodado esfuerzo de los autores por la precisión en ciertos aspectos propios de la implementación del Acuerdo Final, eclipsa dentro del texto, el trasfondo para la comprensión de la guerra y la paz en Colombia, y, tal vez sin querer, se minimizan variables estructurales e históricas que han engendrado y catalizado el conflicto interno colombiano, cuya resolución será sustancial para el triunfo de la paz, por encima de cualquier filigrana técnica, administrativa o procedimental.
Los conflictos armados y su resolución, como la tan anhelada etapa del post-acuerdo colombiano, no pueden ser homologados en miradas genéricas universales que nieguen su particularidad histórica, ni tampoco pueden ser reducidos a meras lógicas de resolución de conflictos, mirando de soslayo los factores reales de poder, de exclusión, de clases y de élites políticas.
Firmado un acuerdo final, vendrán nuevos retos, vendrá la batalla política por su cumplimiento, por su implementación, por su desarrollo, por la reconciliación y por la expansión de la democracia en nuestro país. Ese es el reto que afrontamos.
Por ello, pensamos que este esfuerzo de PARES, coincidente con esta etapa culminante de Los Diálogos de Paz, es apenas un abrebocas de lo que esperamos sea un intenso debate académico, intelectual y político, acorde a la nueva etapa histórica que nos ha correspondido vivir y nos ha correspondido labrar.
Bienvenido entonces el debate sobre la Colombia del post- acuerdo.
En él, León Valencia, Ariel Ávila Camila Obando, Juan Diego Castro, Magda Paola Núñez, Carlos Montoya Cely y Naryi Vargas, tienen mucho por aportar.
Por nuestra parte, las FARC-EP, con más de 50 años de intenso trabajo de campo en las comunidades y en los territorios, aspiramos a ser partícipes también, con nuestros aportes desde la investigación social y el análisis político, -que desde siempre ha formado parte de nuestro accionar-, en la construcción de los diagnósticos, de los estudios, las discusiones y las reflexiones que se requieran para construir el edificio de la paz y de la reconciliación de todos los colombianos.
Muchas gracias.