No ganó un mesías ni un revolucionario, ganó un reformista

No ganó un mesías ni un revolucionario, ganó un reformista

Se anuncian reformas agraria, tributaria, mineroenergética, del medioambiente, de la seguridad y la política. ¿Serán suficientes para que haya un cambio?

Por: Jorge Buitrago Puentes
agosto 03, 2022
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No ganó un mesías ni un revolucionario, ganó un reformista
Foto; Archivo

Con el antecedente de las protestas ciudadanas de años anteriores, sumado al mal gobierno, el clientelismo y la corrupción, triunfó el cambio mediante las vías civilistas establecidas en una democracia de las elecciones. Triunfo que igual significó la concertación con sectores clientelistas del establecimiento para obtenerlo. De lo contrario, el cambio representado en un outsider de derecha hubiera triunfado.

Así las cosas el triunfo de Petro no es el de un mesías que va a salvar al país de sus males del alma y el cuerpo venidos de centurias atrás, ni es el triunfador de una revolución comunista que siempre fue una utopía y que se corrompió y envejeció, ni siquiera un triunfo del M-19, porque este fue derrotado militarmente y tuvo que negociar su ingreso a esta frágil democracia.

La presidencia de Petro significará lo que ha prometido: un gobierno reformista. Se anuncian reformas agraria, tributaria, minero energética, del medio ambiente, de la seguridad y la política. Sin duda todas necesarias para hacer un país más justo y democrático reconciliado con el medioambiente y contribuir en la lucha por salvar el planeta.

Pero todas estas reformas serán insuficientes si no hay una reforma al tema de la función pública y el modelo de empleo público profundo. El clientelismo fuente de la corrupción necesita ser atacado de frente y eliminar toda posibilidad de privatización del empleo público.

La meritocracia constitucional debe ser el imperativo para que toda la sociedad tenga la oportunidad de ingresar a laborar sin palancas políticas al Estado. Se debe eliminar esa repartición de los cargos directivos para garantizar la gobernabilidad. Antanas Mockus lo logró en Bogotá. Los grandes robos al erario  se han producido por esta vía.

La paralaboralidad de los contratos de prestación de servicios donde ejércitos de personas desarrollan la función pública debe ser intervenida y reducida a sus justas proporciones y diseñado mecanismos meritocráticos de vinculación.

Se debe garantizar para darle una aplicación integral al mérito y la carrera administrativa que los funcionarios terminen su ciclo profesional ocupando cargos directivos.
Solo si se garantiza esta reforma se podrá decir que valió la pena el cambio.

Los mejores éxitos para el presidente Petro por el bien del país y sus habitantes que por décadas clamaban por un cambio.

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