El 9 de abril de 1948 asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán. Este hecho que mantiene vigente la impotente encrucijada de lo que pudo ser si no hubiera ocurrido, al igual que en el caso de Luis Carlos Galán, ilustra una dolorosa realidad colombiana en la que es más fácil destruir al otro que rebatirlo con argumentos. Este acontecimiento ocurrido en la capital de Colombia, Bogotá, es conocido como el Bogotazo.
Cuando nos referimos al Bogotazo, si escuchamos narraciones históricas o revisamos la internet, la atención se centra en Gaitán y con justas razones es el origen del acontecimiento, el objetivo a destruir de unos pocos y la esperanza de otros, de muchos otros. Lo que hoy quiero resaltar es que no fue solo él, Gaitán, quien abrazado por la muerte abandonó involuntariamente sus sueños, uno de ellos, el sueño de transformar la realidad de un país, de su país. Otros también se vieron inmersos en la revuelta, incluso a largas distancias de la capital.
Una de esas distancias termina en El Socorro (Santander), un municipio sencillamente hermoso, de un clima extraordinario y de un presente que se mantiene en el pasado, aun cuando no se aparta de los avances tecnológicos y de las nuevas transformaciones urbanísticas. El Socorro al igual que el resto de los municipios santandereanos es liberal y cuando digo liberal, es de machete en mano si se hace necesario; aunque con el temperamento y el tono de la voz de muchos no se hace necesario el machete.
Ese temperamento fuerte y tono de voz altivo, cortante y pragmático, hizo que Rodrigo Rodríguez González, liberal de 18 años, luego de enterarse al escuchar en el transistor que Gaitán había sido asesinado, e ignorando la recomendación de permanecer en casa al mejor estilo de un toque de queda nacional, saliera con ánimo impetuoso a participar del activismo indignado de los cientos de liberales despojados de su líder.
Rodrigo fue asesinado al finalizar la noche y unas horas después, una volqueta al servicio de la alcaldía municipal llevó el cuerpo con la orden de no salir hasta la mañana cuando todo se esperaba, estaría claro. Fue un doloroso velorio y acogiendo la orden, cuando salía el sol, los familiares de Rodrigo también lo hacían, pero sin brillo. En una carreta fue llevado al cementerio y sepultado sin los protocolos culturales.
Hoy 9 de abril se recuerda con principal atención a Jorge Eliécer Gaitán, pero al igual que él, muchos vieron la muerte y dejaron de ver la vida, nuestra vida. Son muchos los que, durante el Bogotazo por ser contradictores o partidarios como Rodrigo, abandonaron la carrera y en memoria de ellos es importante recordar que, no fue solo Gaitán.