Mi artículo Los restos del Negro Robles lo publicó Las2Orillas con el título El Negro Robles, primer afro en llegar al Congreso de Colombia, aunque en él digo: “El primer negro en ser colegial de la Universidad del Rosario, en ser ministro de Estado, en ser rector de una universidad y en llegar al Parlamento colombiano”; esto último no es cierto, pues el almirante José Prudencio Padilla López fue senador en 1822 y repitió en 1825, quién también era afrodescendiente y casualmente oriundo de Camarones, corregimiento de Riohacha, como lo fue Robles.
El Negro Robles, primer afro en llegar al Congreso de Colombia
El título cambiado por el portal es una consecuencia de una mentira repetida varias veces para ocultar otras verdades más intrigantes, que a los “libres de todos los colores” le era negada la educación antes de 1851 año de la abolición de la esclavitud. Por eso el almirante Padilla y el presidente Nieto intelectuales autodidactas fueron escondidos por la aristocracia blanca europeizante. El caso de Robles es diferente pues era un afrodescendiente con educación universitaria; estudió, se graduó y ejerció después de la esclavización como modelo económico.
Es por esto que cuando se le rindió homenaje a Luis Antonio el Negro Robres en mayo, mes de la Afrocolombianidad, de 2015 y quedó inmortalizado su nombre en un recinto auxiliar del salón elíptico de la Cámara de Representantes con su nombre y se develó un retrato suyo al óleo, todos los discursos alusivos al acto, incluso la razón de los honores era: ser el primer negro en hacer parte del Congreso de la República. Pero no fue Robles, fue Padilla.
Incluso, investigadores tan acuciosos de la talla de Fredy González Zubiría señala en su libro Luis Antonio Robles, el Paladín de la Democracia en la página 112: “Primer afrocolombiano congresista 1875 (Representante a la Cámara, a la edad de 26 años)”; sin embargo, es casi un secreto que Padilla fue congresista; senador de la República. Esto es producto del ocultamiento de grandes personajes no blancos de la historia del país, como el caso de Juan José Nieto Gil quien fue presidente de Colombia entre el 25 de enero de 1861 y el 18 de julio del mismo año, pero fue borrado de la historia patria por el color de su piel.
Las provincias de Riohacha, Santa Marta y Cartagena fueron escenarios de combates entre 1811 y 1823. Las mayores batallas que contribuyeron a los resultados de la lucha por la independencia tuvieron como escenario estas regiones y en ellas participaron esclavizados, mestizos y pardos en los ejércitos patriotas, lo que fue significativo, según los censos de la época eran el 68% de la población. Allí descolló la magna figura y la valentía de José Prudencio Padilla. Su lucha por la igualdad desafiaba la jerarquía sociorracial heredada del colonialismo español, no muy bien vista por la aristocracia cartagenera encabezada por Mariano Montilla.
Padilla en noviembre de 1824 en un panfleto dirigido al respetable público de Cartagena señalaba “La espada que empuñé contra el rey de España, esa espada con que he dado a la patria días de gloria, esa misma espada se sostendrá contra cualquiera que intente abatir mi clase (parda), y degrade a mi persona”. Lo que se entendió como un llamado a una revolución similar a la de Haití, un deseo de movilizar a toda los pardos para conquista una igualdad total y concreta.
La Conspiración Septembrina de 1828 tuvo por objeto atentar contra el presidente Simón Bolívar y dio por resultado el arresto de los supuestos culpables. Como cosa curiosa fueron acusados el general Francisco de Paula Santander y el almirante José Prudencio Padilla como autores intelectuales y se le perdonó la vida hasta el autor material Pedro Carujo Hernández, así como se desterró a Santander; el único fusilado fue Padilla. Bolívar llegó a arrepentirse de su error. El fusilamiento de Padilla constituye el primer magnicidio de Estado de la República.