Sebastián Díaz López: Héctor, estamos en la Universidad Pontificia Bolivariana y antes de entrar en materia, quiero empezar con que nos recuerde por qué lo echaron de esta universidad cuando fue estudiante de Comunicación Social.
Héctor Abab Faciolince: “Cuando yo estudié periodismo acá a finales de los años 70 y principio de los 80 era arzobispo de Medellín Alfonso López Trujillo, un personaje muy conservador y muy reaccionario. Y a raíz de un periodiquito que teníamos los estudiante de Comunicación, y de un artículo irreverente contra el papa, él dio la orden de que nos expulsaran a cuatro estudiantes de la universidad”.
S.D.L: ¿Y hasta qué punto una universidad debe tomar estas medidas contra sus estudiantes?
H.A.F: “Pues, era curioso que en una facultad de periodismo lo expulsaran a uno por artículo escritos, pero al mismo tiempo nosotros teníamos una actitud un poquito suicida, porque en una universidad pontificia estábamos escribiendo contra el papa. Era una actitud de provocación indudablemente. Yo, en últimas, le agradezco a la U.P.B. que me haya expulsado porque me pude ir a estudiar literatura a Italia, no me gradué allá sino acá y no hay mal que por bien no venga”.
S.D.L: Entremos en materia. ¿Por qué no se puede comentar cuando usted escribe su columna en El Espectador?
H.A.F: “Yo pedí que suspendieran los comentarios porque en El Espectador no hay un moderador del foro. Entonces, yo no estoy dispuesto a que en un espacio que me ha costado mucho trabajo crear se publiquen amenazas, insultos y calumnias. No tengo ningún problema con el que se publique críticas muy severas, en el que se me corrija y demás, pero no estoy dispuesto a tolerar que en mi propio espacio me amenacen de muerte, me acusen de cosas absolutamente falsas o insulten a mi familia. Mientras no exista esa figura de moderador no quiero que ese foro esté abierto”.
S.D.L: Bueno, ¿y eso no es coartar la libertad de expresión?
H.A.F: “No es porque, por ejemplo, si quieren opinar sobre lo que yo escribo pueden entrar al blog que yo tengo en El Espectador y decir lo que quieran. Ese espacio abierto yo lo modero y lo único que suprimo son los insultos, las amenazas o las calumnias personales. Yo he construido a los largo de decenios un nombre y lo único que un periodista tiene es su propia firma y su nombre. Ahí va mucha gente a leerme y por qué yo voy accederle el espacio mío a los calumniadores y a los que amenazan de muerte”.
S.D.L: ¿Al día de hoy se considera un personaje provocador desde sus columnas en El Espectador o desde sus opiniones en Blu Radio?
H.A.F: “No, no creo que ese sea mi oficio. Lo que sí debo es de tratar de decir las cosas con toda la verdad, y si eso sirve a veces para estimular el pensamiento de otros, pues me parece bien, pero no lo hago por provocar. No es ese el objetivo que yo percibo”.
S.D.L: En esta labor de columnista, ¿qué error le gustaría borrar?
H.A.F: “A mí me parece que uno es capaz de convivir con sus propios errores. Yo creo que la tentación de ser un columnista perfecto, que no mete las patas gramáticamente, ortográficamente o ideológicamente es una tentación inútil, porque cuando un escribe cada semana una columna inevitablemente se va a equivocar. Me gustaría no haber cometido muchos errores, pero yo no borro y lo que tengo que corregir, lo corrijo en otra columna. La vida no es un ensayo, la vida es la vida misma”.
S.D.L: Pasando a otro tema. Usted en su juventud escribió poemas, ¿por qué abandonó por tanto tiempo este género literario?
H.A.F: “Bueno, ahora lo recuperé. Mi último libro es de poemas. Dejé de escribir poemas porque me parece el género más difícil de todos, porque es muy fácil ser un mal poeta y porque me dediqué a escribir novelas, prosas y ensayos. Incluso por razones más personales, porque el amigo con el que escribía poemas en la adolescencia se suicidó y a mí me parecía que la poesía me iba llevar a la muerte”.
S.D.L: ¿Cuál es su mayor satisfacción como escritor?
H.A.F: “Digamos que es recibir todos los días, y no estoy exagerando, cartas de lectores que me dicen que mis libros les han servido para asuntos de su vida personal. Esa es una gran satisfacción”.
S.D.L: Hablemos del tema de El Colombiano y su salida. Hace uno días entrevisté a Ana Mercedes Gómez, la exdirectora de El Colombiano, y ella me dijo luego de la entrevista, inclusive lo ha dicho públicamente, que le hubiera gustado hablar con usted de su salida de este diario. ¿Usted hubiera aceptado?
H.A.F: “Sí, claro. Incluso ella y yo estuvimos juntos en una especie de foro que organizó la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano en Cartagena sobre periodismo de opinión, y allá tuvimos la oportunidad de explicar públicamente la posición de ella y al mía frente a la salida no solo mía sino, también, de varios columnistas de El Colombiano. Lo que ocurrió fue hace ya varios años, en las primeras elecciones que participó Sergio Fajardo para la Alcaldía de Medellín. El Colombiano les prohibió en una carta a los columnistas opinar de política local, que era una cosa completamente descabellada, y por eso fue que renunciamos, no nos sacaron”.
S.D.L: Ana Mercedes Gómez me dijo que ella no cree que André Felipe Arias sea una persona peligrosa para la sociedad y que no se arrepiente de haber defendido las políticas de Álvaro Uribe. ¿Usted piensa que ella lleva su parecer en cuanto a sus posiciones?
H.A.F: “No, a mí me parece bien que ella mantenga sus opiniones firmemente. Eso es lo que debe hacer un periodista. Yo creo, como ella, que Andrés Felipe Arias no es un personaje peligroso. Y en cuanto a la posición del El Colombiano con el gobierno de Uribe es muy curioso porque este diario fue muy crítico con el gobernador Uribe. Eran bastante enemigos. Llegó a haber cartas del secretario de gobierno de Uribe donde se decía que El Colombiano era un periódico cómplice de los terroristas. Después, cuando Álvaro Uribe fue presidente, hubo un viraje muy fuerte. El hermano de Ana Mercedes fue embajador en El Vaticano, hubo una alianza entre el uribismo y el grupo político conservador de Antioquia, que son los Velencia Cossio, muy cercanos al El Colombiano y ahí hubo un viraje del periódico. No veo por qué un periódico no puede tener una línea editorial de apoyo y oposición frente a un gobierno”.
S.D.L: ¿Pero no será, entonces, que por esas alianzas Ana Mercedes Gómez se vio presionada?
H.A.F: “Ella tomó esa decisión política de defender a ese gobierno a ultranza. Convirtió a El Colombiano prácticamente en el único periódico del país que defendía abiertamente esas políticas y que atacaba a los opositores de esas políticas. A mí me parece sano que hayan medios distintos con posiciones distintas”.
S.D.L: ¿Le restó credibilidad a ella y a El Colombiano?
H.A.F: “Pues, cuando uno excluye una opinión distinta convierte al periódico en oficialista, como si fuera un periódico de partido, como el periódico cubano Granma, que solo publica las opiniones del Partido Comunista Cubano. Yo prefiero un periódico más abierto y más pluralista que es en el que se está convirtiendo El Colombiano nuevamente desde hace algunos meses”.
S.D.L: Para terminar defíname estos cuatro personajes en una sola palabra: Néstor Morales
H.A.B: “Imparcial”
S.D.L: Juan Manuel Santos
H.A.F: “Sorpresivo”
S.D.L: El procurador
H.A.F: “Fanático”
S.D.L: Álvaro Uribe
H.A.F: “Expresidente”