En algún momento hemos visto cómo un bus, un camión, una volqueta, un carro o incluso una moto emiten grandes cantidades de humo, afectando a peatones, ciclistas y a los conductores mismos, es decir, nos afecta a todos; tanto así que 9 de cada 10 personas en el mundo respira aire contaminado.
La calidad del aire es un tema que pasa desapercibido a pesar de que lo vemos y lo sentimos todos los días. Cada segundo estamos respirando aire de mala calidad, dicho en otras palabras, estamos muriendo lentamente.
La contaminación es un asesino silencioso que produce una gran cantidad de muertes prematuras, relacionadas con enfermedades respiratorias, cardiovasculares e inclusive está conexa con la pérdida de la inteligencia.
Esto ocurre cuando el empresario se vuelve político, no es algo que sea fruto del azar, sino de un entramado de corrupción pública y privada que se enriquece a costa del sufrimiento de la gente. No estamos ante un problema menor, se trata de una cuestión de vida o muerte que a las grandes ciudades del país y al sistema de salud les cuesta billones, pero ¿cómo llegamos a él? Si bien la naturaleza misma produce gases contaminantes, estos son mínimos al lado de los generados por el hombre.
En Bogotá, específicamente, hemos sido condenados a respirar material contaminado, en pocas palabras, en la composición del aire que inhalamos hay de todo menos oxígeno. Esto es así porque 10.000 buses de TransMilenio contaminan más que 2 millones de carros particulares.
Si usted, al igual que yo, usa TransMilenio a diario, además de respirar el aire contaminado del entorno, está aspirando la mayor parte de las emisiones del bus que se concentran en su interior. Los buses de TransMilenio son las cámaras de gas del siglo XXI.
Ahora bien, el panorama de este problema se oscurece aún más, pues la tala indiscriminada de árboles liderada por la Alcaldía y el Jardín Botánico está generando un cáncer que está a punto de hacer metástasis. No están matando un árbol, nos están matando a nosotros.
Este es solo un diagnóstico a priori de un problema que tiene solución, pero en Colombia parece que el interés particular prima sobre el general, pues si fuera al contrario obligarían a los operadores de los buses de TransMilenio a colocar filtros que reduzcan las emisiones de los buses sin trasladarle el costo a los usuarios.
Solucionar el problema de la calidad del aire requiere voluntad política y social. Sin embargo, el mayor lío de los colombianos es la indiferencia, por eso debemos actuar.