Para quienes no viven de la desinformación mediática, ya es claro que el conflicto entre Ucrania y Rusia tiene perspectivas diferentes a la de un enfrentamiento entre ‘buenos y malos’.
Ucrania sin existencia histórica como país pero con identidad histórica como nación, se encuentra en la mitad del enfrentamiento entre el imperialismo ruso y el expansionismo americano.
Es un tema en el cual cada lado tiene su interpretación y su justificación, básicamente porque se trata de la evolución de la geopolítica después de la guerra fría.
Para ‘Occidente’ lo que se presenta es una reivindicación del imperialismo Ruso que, primero durante el régimen de los zares y después como URSS, ha pretendido el control sobre toda la ‘gran planicie’ euroasiática; y para los Rusos (para todos, no solo para Putin) los Estados Unidos han buscado acabar con Rusia como rival desde que se presentó como alternativa a su modelo de civilización..
El equilibrio de dos poderes entre Estados Unidos (y la OTAN) y la Unión Soviética (con el Pacto de Varsovia) desapareció con la implosión del régimen socialista, quedando como gran ganador un solo centro hegemónico del poder, los Estados Unidos.
Con la victoria quedaron convencidos de la legitimidad y autoridad que tenían para imponer al mundo su modelo exitoso. Promovieron la primaveras árabes (Siria, Libia, Argelia…); las guerras contra Irán, Irak, Afganistán en el Oriente Medio; y en Europa la expansión de la OTAN, primero en los antiguos satélites de la órbita socialista (Hungría, Checoslovaquia, Polonia) y después siguieron con en las repúblicas nacidas del desmantelamiento de la Unión Soviética (Letonia, Lituania, Estonia). Ante el siguiente paso -las ‘revoluciones de colores’-, el Gobierno Ruso advirtió en todos los foros y en todos los términos que consideraría un acto de agresión pretender seguir con la expansión de la OTAN hasta la frontera misma de Rusia. De ahí los antecedentes del ataque a Ucrania, con la intervención en Georgia o en Crimea antes del ultimátum -ya con las tropas en la frontera- pidiendo garantías de que Ucrania nunca sería plataforma de Occidente a través de la entrada a la OTAN .
La respuesta no la dieron los Estados Unidos, ni siquiera la OTAN, sino la Unión Europea afirmando que siempre defenderían la ‘libre determinación de los pueblos’.
Bajo el liderazgo americano y la forma de la OTAN se puede considerar que los países europeos fueron los ‘idiotas utiles’ al servicio de la política y la diplomacia americana. Hoy con la amenaza rusa se encuentran como el sándwich entre las aspiraciones del Oso y los objetivos del Tío Sam. Sufren las consecuencias directas de haberse entregado al sistema hegemónico como si esperaran que fuera permanente, y viven los problemas de defensa, de abastecimiento de energía, de alimentos, y los problemas migratorios involucrados en algo en lo cual no tienen mayor interés pero tampoco capacidad de decidir o de resolver autónomamente.
Hasta aquí los hechos históricos y hasta cierto punto el consenso sobre el origen geopolítico de la situación actual.
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Bajo el liderazgo americano y la forma de la OTAN se puede considerar que los países europeos fueron los ‘idiotas utiles’ al servicio de la política y la diplomacia americana
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Sorprende es que no haya evolucionado más el análisis puesto que si el fin de la guerra fría dejó solo un centro de poder que consideró legítimo, conveniente y su ‘destino manifiesto’ imponer su modelo en el mundo (a las buenas o las malas), en la actualidad es poco discutible que, pretendiendo que era un modelo para un mundo pacifico, lo que aportó fueron violencia y guerras donde se trató de imponer; pero aún más sorprende que no se tenga en cuenta que lo que se presenta es un nuevo balance del poder donde aparece China como el gran protagonista.
Esto con mayor dado que ya van varios años de guerra fría (la guerra económica con Trump llegó a tener los visos de lo que son las guerras modernas) y que su órbita de influencia -como centro de poder- se expandió y no se limita a invasiones económicas (África, Argentina) sino su respaldo y vínculo con los países que apoya incluye a todos los regímenes que se consideran la contraparte americana (Irán, Corea del Norte, Venezuela, etc..)
En últimas la inquietud geopolítica es si florecerá un balance multipolar del poder con Estados Unidos, Europa, Rusia y China como grandes protagonistas, o si tanto la Unión Europea como Rusia acabarán siendo solo fichas de las otros dos como superpotencias.