Tituló Semana “¿Qué hay detrás del paro?”. Esa titulación sugiere que el paro no es una manifestación espontánea sino que respondería a causas determinadas y manejadas para que se diera.
La pregunta pertinente es: ¿Cuál es la razón del paro? Esta pregunta se repite pero con un mensaje tácito o explícito de que no hay razón que lo justifique. Y en cierta forma es correcta esa apreciación, pues, aunque incluye una manifestación de sectores políticos de izquierda, o expresiones de oposición a un gobierno, o puede interpretarse como parte de la lucha de clases, no es alrededor de ninguna de estas que se organiza. Lo que sucede es que todo converge en este evento porque existe un origen común: el agotamiento de un modelo, de lo que en economía política se conoce como ‘el modo de producción’.
Es este el conjunto de sistemas, factores y relaciones que caracterizan el modo en que una sociedad se organiza alrededor de la forma en que se genera y distribuye la riqueza. Parte del principio de que la actividad económica define el orden social y que este evoluciona de acuerdo a cómo estos van cambiando. Por ejemplo, en una época los factores eran la mano de obra y la tierra, el sistema de producción la explotación agrícola, y las relaciones las de siervo y señor feudal. En otra etapa tomaron preponderancia el capital y el empleo como factores, la manufactura como sistema, y el patrón y el obrero como relaciones de producción.
Hoy avanzamos, el ‘modo de producción’ cambia, las estructuras del Estado no alcanzan a adaptarse, y eso afecta a la ciudadanía.
Es el fracaso del neoliberalismo,
pero porque coincide con las dificultades
que acompañan la decadencia del capitalismo y la democracia
No estamos ante una manifestación política; ni siquiera una protesta social; es una explosión de inconformismo con la vida que lleva la población: los pobres con su marginamiento y la inequidad; la clase media porque adquirió nuevas necesidades y están no son satisfechas satisfactoriamente; y las élites porque no están resignadas a que las despojen de sus privilegios. Todos están inconformes porque, en su resultado, el modelo actual los tiene frustrados. Las promesas o aspiraciones no coincidieron con la realidad, no tanto por no haber tenido éxito como por haber creado un entorno de vida que rechazan. Es el fracaso del neoliberalismo pero porque coincide con las dificultades que acompañan la decadencia del capitalismo y la democracia. Hoy el camino electoral lleva a la corrupción, y el ultracapitalismo a la injusticia social. Contra ambas son las protestas.
El rechazo no es a un gobierno, es a toda la estructura institucional -sistema político, administración de justicia, desigualdad, ineficiencia de los servicios sociales, el transporte, impuestos, el deterioro del medio ambiente, etc.-.
Las redes sociales remplazan los liderazgos personales; el emprendimiento, la innovación corresponden a nuevos sistemas; la robótica, la inteligencia artificial, los 5G son nuevos factores; las relaciones no son de dependencia (asalariados y empresas), sino de supervivencia individual (el sálvese quien pueda).
Los dirigentes políticos no lo enmarcan así, y buscan pescar en rio revuelto, creyendo que se puede aprovechar y encausar esa explosión para beneficio propio.
Se justifica con algo que no son fake news pero sí globos de ensayo que las autoridades y/o el partido de gobierno han soltado para medir la viabilidad de los propósitos que tienen.
Se ha desfigurado el sentido del paro, omitiendo el mensaje que manda. Es el proceso de la negación, convirtiéndolo en el problema de ‘¿Cómo evitar el vandalismo’?; o polarizando alrededor del ‘Acuerdo de Paz’, o presentándolo como una amenaza con los ritos satánicos de Lafaurie, con el ‘coco’ de Maduro (que apenas puede luchar por mantenerse), o con el fantasma de un ‘Foro de São Paulo’ (que no es sino eso -un foro para hablar-, que no tiene organización, ni recursos, ni funcionarios, ni ninguna estructura para infiltrar ninguna movilización).
Podemos caer en una ‘profecía autocumplida’ al tratar el paro como un peligro; enfrentándolo con militarizaciones y allanamientos; con ‘Patriotas’ armando ‘grupos antidisturbios’; apagando el fuego con gasolina.
Publicada originalmente el 20 de noviembre de 2019