La belleza de Colombia es indiscutible. Este país latinoamericano fue bendecido con su ubicación en el mapa y de alguna manera ha sabido aprovechar los recursos que esto le permite para abastecerse de un sinnúmero de culturas y gozar del espectáculo que sus enormes selvas y bosques verdes y la gran cantidad de seres vivos que allí habitan le permiten tener.
Pensar en Colombia es pensar en grandes árboles llenos de vida y hermosas aves adornando el cielo azul; es pensar en un mar lleno de colores, en la belleza de sus páramos o simplemente en la risa escandalosa y amable de sus habitantes.
Sin embargo, es imposible no pensar en la violencia en la que desde hace mucho tiempo este país ha estado sumergido, provocando muerte y sufrimiento a miles de inocentes y sembrando resentimiento en los corazones de aquellos.
Colombia está manchada con la sangre de las millones de vidas arrebatadas.
Hablando de esto empezó el discurso de Gustavo Petro, presidente de Colombia, en la asamblea general de las Naciones Unidas y, personalmente, pienso que fue muy acertada la manera en que se expresa de nuestro país, fue contundente y plasmó temas de gran importancia para los colombianos, sin olvidar la belleza y lo bueno de este, por el contrario, resaltándola.
Prosiguió hablando de la problemática de las drogas y su afectación en el medio ambiente, centrándose en la planta de la coca; la afectación de los pesticidas en las tierras y los cultivos y los grandes daños que produce esto en las personas fue una parte importante en su discurso.
También, los prejuicios y violencia que viven las personas que cultivan esta codiciada planta y la satanización de la misma, cuando esta es simplemente una planta, es un mensaje que debería servir para concientizar a las personas sobre la legalización y regulación de las drogas ya que, como vemos, nos beneficiaría más de lo que nos podría perjudicar.
Además, más que beneficiarnos a nosotros, esto sería un gran paso para la conservación de los ecosistemas, de las selvas y los ríos; tenemos en nuestras manos la posibilidad de detener la guerra, la violencia y la contaminación y, por fin, encargarnos del agonizante planeta y nuestra tierra.
Así mismo, hay adicciones que afectan en mayor medida a la sociedad, a la selva y a los países, estas adicciones son: el petróleo, el carbón, el dinero y el poder; todos deberíamos ser conscientes de los daños que las ansias de estas cuatro cosas, sin empatía o interés alguno por las personas que salen perjudicadas y la aceleración que produce en la crisis climática, son más dañinas que la misma coca o cualquier otra droga.
En resumen, y sin adornar tanto el lenguaje, esto fue de lo que habló el presidente Petro en la asamblea de la ONU. Un discurso que hace un llamado a la conciencia sobre los daños en el medio ambiente y cómo, en la pelea por los recursos y el poder, este es quien sale más perjudicado.