A menos de dos semanas de la primera vuelta presidencial pareciera cantado el resultado: el 17 de junio se enfrentarían Duque y Petro por el primer cargo del país. A pesar de las críticas que se hacen a las firmas encuestadoras, especialmente de parte de las campañas de quienes no puntean, son consistentes en sus mediciones de la intención de voto. Sin embargo, en un terreno tan impredecible como el de las contiendas electorales, ¿podría un tercero, Fajardo o Vargas Lleras, colarse a segunda vuelta?
Guardo la esperanza: Fajardo puede llegar a segunda vuelta. Representa lo que, en realidad, ha sido lo nuevo en la forma de hacer política en Colombia a partir de Antanas Mockus: la vida es sagrada; los recursos públicos son sagrados.
A quienes nos gustaría que Fajardo o de la Calle compitieran en segunda vuelta ha resultado desalentador que no hayan despegado después del campanazo dado por los primeros resultados de las encuestas que colocaban al candidato que dijo Uribe, con enorme ventaja, de primero. El tintico que se tomaron los candidatos del llamado centro hace como mes y medio, a pesar de las enormes coincidencias y buenos propósitos, tampoco dio dividendos. La matemática no ayuda: asfixiado por la tendencia polarizante y, peor, dividido, el centro en Colombia parece derrotado.
Asfixiado está el centro por el impresionante dominio político de Uribe
Asfixiado está el centro por el impresionante dominio político de Uribe, sin el cual un personaje como Duque, por si mismo, carecería de fuerza propia para disputar un cargo de elección popular a nivel municipal. El que dijo Uribe, sin experiencia, el más joven con las ideas menos innovadoras, está en el primer lugar por Uribe, sin trazas de independencia.
Y por el otro lado, millones, hastiados, ven en Petro la forma de protestar en contra de un establecimiento manejado por políticos ávidos de enriquecerse con recursos públicos, incapaces de aplicar un modelo económico incluyente. En vez de mirar a Fajardo y de la Calle, muchos optan por Petro.
De la Calle, un formidable candidato, está solo. Los congresistas liberales, pasivos. El expresidente Gaviria, hace cuatro años, jugó un papel crucial, en plaza pública y como organizador, para voltear los resultados de la primera vuelta, en los que Zuluaga, otro que dijo Uribe, ganó por tres puntos al presidente Santos (otro ungido por Uribe en su momento). Ni una palabra, ningún acompañamiento efectivo en esta ocasión. ¿Realismo político y certeza de que Duque ganará motivan la pasividad de la otrora combativa maquinaria?
Las posibilidades de Vargas Lleras dependen del poder de la maquinaria política
La posibilidad de que Vargas Lleras clasifique en las elecciones del 27 de mayo depende, como todos los saben, del poder de la maquinaria política. Cercanos a su campaña confían en que pueden derrotar a Petro por un margen estrecho.
No obstante, quienes votaremos por Fajardo, aún confiamos en que hay una rendija de oportunidad a partir del voto de opinión, incluidos los muchos indecisos no cautivables por maquinarias.
Creo en Fajardo por su gestión como gobernador y alcalde, por su manera de hacer política y de gobernar, sin el aceitamiento de maquinarias, por su plataforma programática. Por su formación académica y su énfasis en la educación, ciencia y tecnología, de lejos los motores más potentes de generación de riqueza y equidad en las sociedades del conocimiento contemporáneas. Porque es un político que, al mejor estilo de Antanas Mockus, se empeña en construir confianza entre los ciudadanos. Considero que es el candidato con la narrativa más incluyente: “En Colombia tenemos que aprender a ser diferentes sin ser enemigos”. Por su respeto a la vida. Por su respeto al acuerdo de paz.
Si Fajardo pasa a segunda vuelta, probablemente derrotará a Duque.