El candidato del Centro Democrático polariza a medio país. Además, es una incógnita gigantesca para muchos, una mentira para otros y para la mayoría solo es: “el que dijo Uribe”.
Para mí Iván Duque es como esas relaciones tormentosas, esas que destruyen la confianza y se llevan lo mejorcito de uno, en las que terminas herido, por las que te peleaste con tus amigos por defenderlo a capa y espada; esos amigos a los que luego vuelves a buscar y ya es demasiado tarde y al final te repetirán una y otra vez: ¡te lo dije!
Es por eso que así como le respondí en algún momento a ese tóxico amor, hoy debo responderle al candidato Iván Duque, quien en su aspiración presidencial me viene a pedir el voto: “no Iván, no eres tú, soy yo”.
Soy yo el que no tolera a tus amigos, y es que ¿a quién se le ocurre juntarse con Alejandro Ordóñez y Marta Lucía Ramírez? Cuando el primero quema libros, incita a la persecución por creencias religiosas y promueve la homofobia, y la segunda acaba de decir que sus convicciones le impiden garantizar los mismos derechos a una pareja homosexual igual que a la heterosexual condenando a las personas a ser ciudadanos de primera y segunda clase. Tengo amigos de todas las preferencias y orientaciones sexuales, así que limitar mis amistades por las tuyas no estaría bien.
Soy yo el que no entiende cómo cambias tu look, tinturándote el cabello para mostrar unas canas ficticias cuando es tu juventud lo que debería inspirar a otros. Al parecer no te importa, te dejas influenciar fácilmente, no tienes autoridad y eres inseguro. A propósito de eso, ¿cómo es que te dejas manejar como si fueras la marioneta de un titiritero?, ¿por qué al saludarme tu nombre va precedido del remoquete “soy el que dijo…”?
No eres tú, es claro que no tienes la experiencia necesaria para gobernar un país, que te rodeas de los mismos anacrónicos que nos tienen arruinados; soy yo quien no ve un futuro en el que manejes bien nuestra economía y las relaciones con los vecinos. Además, te faltan pantalones para darte tu lugar. Mejor dicho, Iván, como lo señaló la senadora Claudia López, “no has administrado ni una tienda” y ¿crees que por esa inflada que te están pegando en las encuestas ya eres el mandamás? No Iván, no estás preparado y eso que prometes es solo más de lo mismo, eres como ese amor traicionero.
Soy yo quien no tolera que en tu afán por agradar a tus jefes seas más papista que el papa y busques culpables de forma absurda. O ¿acaso no recuerdas que dijiste que los embarazos en las niñas era su culpa por ociosas y que deberían trabajar desde más temprana edad para evitarlo? No eres tú, es tu pensamiento medieval, machista y opresor el que no me convence.
Del mismo modo, ¿cómo voy a confiar en ti si un día dices una cosa y al otro te contradices? ¿Recuerdas que has dicho muchas veces en campaña que prohibirías la dosis personal de droga, pero fuiste el autor del proyecto que promueve el consumo de droga para uso personal que permite hasta 5 veces la cantidad señalada como dosis mínima? ¿Cómo creerte? Incluso, el corazón te puede dar otra oportunidad, pero la razón te condena cuando se sabe que vas por ahí campante copiando las propuestas de otros candidatos como la copialina que le haces a Petro, a Fajardo y al mismo Germán Vargas.
No eres tú, soy yo quien no comparto esa mentira que te llevó a presumir unos títulos y estudios que resultaron ser falsos. Es que candidato, lo más importante es la confianza y la has roto, pues tener estudios no te hace mejor o peor ser humano, pero mentir públicamente a todo el país sin vergüenza alguna, ¡Ufff! eso sí es delicado. Al menos, te hubieras inventado títulos de universidades menos rimbombantes, pero ¿Harvard?, ¿es en serio? Pudiste decir que habías estudiado en la universidad II de París como el mentiroso promedio (tipo Peñalosa), pero ¿Harvard? ¡Qué ingenuidad!
Entiendo que en ese mar de responsabilidades absurdas en las que te metieron no tienes tiempo ni para reflexionar, para darte cuenta de que no todo son respuestas libreteadas, sonrisas a la cámara y modulación de la voz con ese acentico lo más parecido posible al de tu jefe, que los cargos que has ocupado hasta ahora han sido otorgados a dedo, primero por el presidente Santos del que ahora reniegas, impulsado en el gobierno de Pastrana y luego por Uribe. Incluso fuiste senador porque estabas en la lista de tu mesías y fueron sus votos los que te dieron la curul. Debes reconocer tus limitaciones, o al menos no digas que otros gobernaron mal, porque tú no sabes lo que es gobernar.
No eres tú, soy yo quien odia verte salir con propuestas que obviamente no son tuyas, como esa de eliminar las cortes de justicia (agruparlas en una sola dices tú). Al elegirte como presidente sería el hazmerreír de todos porque hasta un incauto sabe que esa propuesta es de Álvaro Uribe, quien sería el más beneficiado encontrando así una salida olímpica a las casi 300 investigaciones que se llevan en su contra actualmente y quien de hecho ya había presentado esa misma propuesta en marzo de 2017 apelando a malabares para hacerla ver favorable al país. ¿Vas a caer en eso?
Soy yo quien no tolera que guardes un silencio cómplice cada vez que te recuerdan los más de 8000 falsos positivos en ejecuciones extrajudiciales, casi 7 millones de desplazados, enormes problemas de corrupción como Agro Ingreso Seguro, las EPS o Reficar, los funcionarios encarcelados, prófugos o investigados, el remedo de negociación con los paramilitares que nunca dijeron la verdad ni repararon a las víctimas, las chuzadas a magistrados, la persecución a la oposición e infinidad de hechos gravísimos ocurridos en el gobierno de tu mentor Álvaro Uribe. Ese silencio cómplice me asusta y me da a entender que de llegar a la presidencia perpetuarías ese entramado criminal. No eres tú, es que estás muy mal rodeado.
¿Por qué hablar de renovación en la política si te apoya Pastrana y Viviane Morales, godos recalcitrantes? ¿Por qué hablar de transparencia si recibes el apoyo implícito o explícito de Odín Sánchez, Emeterio Montes, José Elver Hernández, Nadia Blel, Juan Carlos Martínez, entre otros políticos reconocidos por estar inmersos, condenados o pertenecer a familias del entramado de la parapolítica?
No eres tú, soy yo quien no quiere que a mis amigos profesores, tus amigos políticos los llamen calumniadores, vagos y agitadores, que los menosprecien mientras tú no los defiendes con la suficiente vehemencia como yo quisiera que lo hagas para mostrar tu independencia y el respeto a quien te enseñó a leer y escribir.
Por todo esto debo ser sincero y decirte públicamente que nunca votaría por ti, nunca depositaría mi confianza en tu proyecto político, jamás le haría ese daño al país. No eres tú, soy yo que de hecho he pensado muy bien esta decisión, pues mi compromiso es con el cambio que Colombia necesita y de ese cambio no haces parte. Prefiero una Colombia humana, más educada, incluyente y comprometida con la paz.