Esta semana que pasó ocurrió uno de los eventos más trascendentales en la larguísima y triste historia de nuestra lucha estéril contra las drogas.
Por escoger una fecha que nos permita un referente en el tiempo, podríamos decir que desde el asesinato a Rodrigo Lara, el 30 de abril de 1984, no hemos parado de sufrir las consecuencias de violencia y corrupción del narcotráfico así como tampoco hemos dejado de escuchar a los gobiernos, al liderazgo político y a los medios de comunicación su insistencia en que la prioridad de prioridades consiste en enfrentar el monstruo de mil cabezas del narcotráfico. Es decir que llevamos cuarenta años metidos de pies y manos entrampados en este túnel al cual no le atisbamos, aún, ninguna lucecita.
Por fin, la Comisión de Política de Drogas del Hemisferio Occidental, designada por el Congreso de Estados Unidos, rindió su informe. Su conclusión fundamental: la estrategia de lucha contra las drogas ha fracasado.
¿Qué de nuevo tiene el informe?
¿Que la estrategia contra las drogas catalogada como fracaso es algo nuevo?
De ninguna manera. Desde hace decenios, aquí en Colombia y en foros internacionales, en la ONU y en escenarios europeos, se venía advirtiendo sobre el absurdo y la impertinencia de la llamada “guerra a las drogas”. De hecho, en mis debates en el Congreso de la República lo advertí hace 25 años, cuando apartarse de las letanías oficiales constituía una terrible y costosísima herejía.
¿Entonces, qué tiene de nuevo el informe?
Que lo hayan dicho los gringos
Para nadie es un secreto que la rectoría omnímoda de la estrategia contra las drogas la han ejercido los Estados Unidos. Aquí los gobiernos aceptaron sus dictados sin discutir, tan siquiera, una coma. Podríamos decir que la obsecuencia ha sido total, y no solamente la obsecuencia política sino también la obsecuencia mental. Pareciera como que los presidentes hubieran optado por la opción de acatar y no pensar, o mejor, de acatar sin pensarlo.
Pero bueno, que esta vez no se trate de perder más tiempo llorando sobre la leche derramada ni intentando hacer cobros de cuentas políticas con fines electorales ni inventándose nuevas comisiones de la verdad para ver a quién se le adjudican más responsabilidades en la tragedia.
Ahora de lo que se trata es de aprovechar esta oportunidad para retomar el tema de una manera digna e inteligente, pensando en los intereses nuestros como nación, en los de nosotros los colombianos, conscientes de los inmensos costos humanos, morales y políticos que hemos tenido que pagar por los errores cometidos.
Empecemos por comprender lo primero que podemos colegir del informe: que frente a la lucha contra las drogas estamos parados frente una crisis de pensamiento. Cuando decimos que la estrategia contra las drogas es un fracaso lo primero que estamos diciendo es que la lucha contra las drogas, tal cual la hemos pensado, no funciona. Luego hay que volver a pensar.
Y eso es lo más importante del informe: que abre las condiciones políticas, por primera vez, para que entremos a convocar y a participar de un nuevo espacio internacional para reformular una nueva y urgente estrategia contra las drogas.
Si bien es cierto que el mundo la requiere con urgencia, América Latina y nosotros, los colombianos, la necesitamos como al oxígeno en medio de la asfixia histórica.
Yo sé que para aprovechar este momento es imprescindible pensar en desplegar una capacidad política de estadistas, una audacia de estirpes libres y una dignidad embolatada desde hace décadas.
________________________________________________________________________________
Que absurdo sería despilfarrar esta oportunidad en los ideologismos de derechas e izquierdas
________________________________________________________________________________
Ojalá no vayan a dejar caer este momento en falsos dilemas. Que absurdo sería despilfarrar esta oportunidad en los ideologismos de derechas e izquierdas o reducir las opciones a esquematismos escuálidos como si legalización o prohibicionismo fueran las dos únicas posibilidades.
Este escenario requiere de pensadores importantes y sin complejos de ninguna naturaleza.
No puedo dejar de recordar, cuando pienso en este tema, que uno de los hombre más libres fue Álvaro Gómez Hurtado. Ojalá consulten su pensamiento.