En el año 2020 de la era del señor resulta hermoso e integrante que la vida nos siga golpeando en la cara. A 350.000 años de historia de la raza humana, el destino nos tiene aislados, hambrientos y sobre todo tristes. Esto último por no terminar esa rutina de muslos, por no terminar nuestro Coelho (que tanto presumimos pero que nunca hemos leído realmente) o por nuestros trabajos en riesgo (cosa que no solo implica no tener cómo darle de comer a tu familia o, peor aún, a ti mismo —por dios, nunca dejes de comerte ese gustito que tu dieta te impide—).
Además, todo es más incierto que nunca y nosotros, como miembros activos y fundamentales de un Estado, viramos nuestras miradas a nuestra brújula, a quien se supone debe respondernos, pues por algo votamos. ¿No? Por algo tributamos. ¿No? Pues la respuesta de nuestros líderes, más por infortunio que por acierto, sí es bastante previsible. De pronto su contestación es algo de lo que siempre podremos estar 100 % seguros. Jodanse.
Bueno, era algo más como de no ser atenidos y no depender de ellos. Cínico y cruel. Nos dejan una vez más solos sin responder. Bueno, nos dejan a la deriva, dependiendo del recibo a pagar, claro está.
Desconozco si usted, mi amigo lector, está pasando una crisis alimentaria o si tiene que hacer malabares para pagar la renta. Desde ya sepa usted que los héroes en Colombia sí existen, son ustedes, los sobrevivientes de un gobierno ciego y codicioso, de una de las inseguridades más bravas de Latinoamérica y de un país donde "no lo matan, es que se dejó matar".
Vivimos con la muerte a nuestras espaldas, impaciente y dichosa, porque por lo menos acá, en la tierra del Divino Niño, está regalada. Lleve cuatro y quiñe solo a uno. La vida en Colombia no tiene valor alguno más que la cantidad de billete que usted haga.
Valoren esa vida, aunque en este punto concuerdo con la opinión de alguien tan fundamental como una vicevicepresidenta. No esperen que el Estado los salve o a que llega la cura del verraco COVID-19. Lamento decirte o decirles que no hay cura ni hay gobierno. Nuestros días pueden que estén más contado que antes (pero, hablando de antes, miremos los anales.... de la historia).
Como colombianos, ya está dicho. Nuestra historia es simple y violenta. A quien se anime a investigarla... spoiler: los godos siguen en el poder. Como humanidad superamos la peste negra...momento... ¡No!, solo se fue. No la derrotamos, uno derrota un bicho que ni se ve. Pero sí aprendimos.
Solos en aquellos tiempos nuestros antepasados vieron sobre ellos el horror y la nada misma viniendo hacia ellos velozmente, igual que nosotros ahora. Y ante esto solo tenemos dos caminos: llorar, temer y esperar a la muerte o llorar, temer y disfrutar lo que nos queda hasta que llegue la muerte.
En ese contexto, tenemos que hacernos esta pregunta: si muriera en 15 días, ¿qué haría? Abrace sus familiares, si puede. Disfrute de esa irreverencia tan pequeña pero tan hermosa que es que un ser tan insignificante y tan débil desafie al universo diciendo: "Hoy haré lo que quiera así me muera". O haga como yo, quien se hizo esa misma pregunta y decidió escribir para Las2Orillas. Deje algo de lo que sabe hacer y regálelo al mundo, pero viva, porque quizá mañana ya no se pueda.
