Recientemente los sectores del ala más conservadora de la derecha colombiana, representados en las figuras de Oswaldo Ortíz (youtuber homófobo y promotor del No durante el plebiscito) y Ángela Hernández (diputada de Santander y promotora de la “marcha por la familia” el año pasado), han puesto el grito en el cielo por algo que en otros países menos retrógradas pasaría desapercibido. Esto es una valla publicitaria de un Banco donde aparece una pareja del mismo sexo que es descrita como familia.
¿Cuál es el problema con todo esto?, ¿acaso los “cristianos” no tienen derecho a pronunciarse?, ¿dónde queda su libre expresión? Bueno, ciertamente tienen todo el derecho de expresar su desacuerdo y decir cuanta sandez quieran. El problema es que estas personas infames, retrógradas y discriminadoras como Oswaldo y Ángela, no aceptan aquello que son: unos homófobos.
Es común dentro del discurso de estos dos personajes oír cosas como “no somos homófobos, solo estamos defendiendo nuestra fe”, “es nuestro punto de vista”, “respeten mi libertad de expresión”, etc. Señor Oswaldo Ortíz y señora Ángela Hernández, su opinión se llama homofobia. Lo es porque dentro de esa opinión, por lo general, incluyen que está mal que los LGBTI se casen, adopten o tengan garantías de inclusión en diversos ámbitos de la vida. Por ejemplo, como cuando se buscaba socializar en los colegios que la identidad de género no está necesariamente definida por el sexo asignado al nacer, que una identidad u orientación diferente no debe ser considerada como falta disciplinaria, o que hoy en día las familias homoparentales son algo común y corriente.
Así mismo, es homofobia porque buena parte de la verborrea de Oswaldo y Ángela en contra de los LGBTI se basa en una serie de imprecisiones, prejuicios y desinformación respecto a los temas de género. Se esperaría que, para movilizar tal cantidad de energía y esfuerzo contra un tema en específico, dichos contradictores conocieran ciertamente a qué se oponen. Pero bueno, nada más distinto de la realidad. La ignorancia y contradicciones de este par se evidencia en las múltiples declaraciones y entrevistas que han dado a diferentes medios, donde meten en el mismo costal cosas como orientación sexual e identidad de género, afirmando que los homosexuales de alguna forma son lo mismo a la población trans y que por tanto la orientación sexual es igual a la identidad de género, o que la homosexualidad es equiparable a la pedofilia, comparándola incluso con conductas tan graves como asesinar o robar al decir que son pecados y perversiones.
La misma diputada Ángela Hernández ha mencionado que los hombres homosexuales no se sienten hombres. A ver, señora Ángela, una cosa es el gusto y atracción por otros (orientación sexual) y otra muy distinta es la identificación y el autorreconocimiento e (identidad de género). Un hombre gay puede ser tan o más masculino que un heterosexual, el hecho de que le gusten otros varones no significa que no sienta hombre, mucho menos que quiera ser mujer.
Del mismo modo Oswaldo Ortíz, en su última entrevista con la W Radio, afirma que su descontento con Bancolombia no obedece solamente a que su concepción de familia esté enmarcada dentro de lo que él considera natural y normal, sino porque la misma constitución afirma que la familia está conformada por un hombre y una mujer. Sin embargo, al mismo tiempo desprecia y hace caso omiso a las declaraciones de la misma Corte Constitucional cuando considera que las parejas del mismo sexo constituyen una familia. Sus falacias se evidencian cuando mencionan que, de ser normales y estar bien, los modelos de familias homoparentales no encontrarían resistencia dentro de la sociedad colombiana. Oswaldo, ¿es en serio? Cuando se quiso abolir la esclavitud en muchísimos países hubo resistencia, hubo fuertes contradictores del sufragio femenino o del fin de la segregación racial. Que la mayoría de la población opine o piense algo, no necesariamente lo hace más noble o cierto.
Pero bueno, como buenos cristianos fundamentalistas, ellos solamente toman lo que les conviene. Para ambos la Biblia está en lo cierto cuando afirma que es una aberración que dos varones estén juntos, pero cuando esa misma Biblia dice que no hay que mezclar dos tipos de tela en la misma prenda, que no hay que comer camarones, que se debe apedrear a los hijos desobedientes o que hay que considerar a los murciélagos como aves, eso sí está sujeto a interpretación.
Discursos como los de Oswaldo y Ángela son homófobos porque generalizan indebidamente y consideran a los LGBTI inferiores, tanto como para que no tengan los mismos derechos y garantías que los heterosexuales. Esa clase de cinismo es igual a como si alguien afirmara: “No soy sexista, pero pienso que las mujeres no deben votar”; “No soy racista, pero creo que no se pueden permitir los matrimonios entre blancos y negros”; “No soy xenófobo pero los venezolanos solo vienen a robar a Colombia”
Increíblemente y para colmo, este par de discriminadores señalan que son perseguidos, que son víctimas de la corrección política y del Lobby Gay Colombiano que supuestamente quiere acabar con la heterosexualidad e imponer la ideología de género. ¡Vaya cosa más absurda! Para empezar, en ningún momento de la historia la heterosexualidad ha sido perseguida de la misma manera como sí ha pasado con la homosexualidad. Alan Turing, padre de la computación y a quien se le debe en buena parte las bases de la informática moderna, fue procesado en el Reino Unido en el año 1952 por ser homosexual. Le obligaron a castrarse químicamente mediante el consumo de estrógenos que le causaron serias deficiencias. Con su carrera acabada y repudiado socialmente, se suicidó un par de años después. Oswaldo y Ángela, ¿qué se siente deberle a un homosexual los aparatos que ustedes utilizan para despotricar contra ellos?
Tampoco es persecución llamarle a alguien "homófobo" o "retrógrada", hacer eso no lo pone, ni remotamente cerca, en la misma situación que las personas LGBTI han estado históricamente. Los miembros de la comunidad LGBTI han sido perseguidos por gobiernos de izquierda y derecha, por religiosos y no religiosos, por tiranías y por supuestas democracias. A más de 40 años de haber sido despatologizada, la homosexualidad sigue siendo considerada como una enfermedad por buena parte de la población. Que ustedes, que son la representación clásica de los grupos opresores, quieran hacerse las víctimas de persecución, es una cosa supremamente ofensiva para las verdaderas víctimas.
Tampoco es imposición. Personas como Oswaldo y Ángela consideran como imposición comunicar y divulgar que las personas LGBTI son gente común y corriente, que no son enfermos, que no son perversos, que pueden conformar familias y ser tan capaces como los heterosexuales para ser papás, mamás o cuidadores. Si enseñar cosas que van en contra de lo que ciertos fundamentalistas religiosos creen fuese imposición, deberíamos considerar imposición las clases de ciencias naturales donde se enseña que los seres humanos no provienen del barro, sino que están emparentados con otros animales y existen gracias a un proceso evolutivo, que el universo no surgió en 7 días y que tiene más de 13 mil millones de años de antigüedad, entre otras tantas cosas que contradicen a la religión.
Aparte del cinismo de Oswaldo y Ángela, el problema fundamental es la ignorancia (que raya con la estupidez) en gente como ellos dos. Este par no saben diferenciar entre orientación sexual e identidad de género, por eso piensan que un hombre homosexual quiere necesariamente ser mujer. Además, no saben diferenciar entre orientación sexual y parafilia, por eso creen que la homosexualidad y la pedofilia son comparables. Tampoco están enterados de que a pesar de que la disforia de género aún aparezca en el Manual Diagnóstico Estadístico de los Trastornos Mentales, dicha categoría no es patologizante y que, de hecho, las recomendaciones de muchos profesionales racionales es hacer efectiva la transición al género con el que aquella persona se identifica, por eso Oswaldo ha llegado a decir que las personas trans están enfermas o trastornadas.
Señores Oswaldo y Ángela, no es su religión, hay muchísimos verdaderos cristianos que no discriminan, que son tolerantes y saben convivir. El cristianismo y las religiones en general no son inherentemente violentas o discriminatorias. Si ustedes son homófobos, su cristianismo será así. Existen sectores del cristianismo que son amigos de la diversidad, la Iglesia Episcopal Americana, que tiene casi 3 millones, defiende abiertamente la equidad e igualdad para las personas LGBTI, por ejemplo.
Finalmente, si tanto les molesta que Bancolombia sea amistosa con la comunidad LGBTI y quieren cancelar sus productos con el banco, consideren también dejar de consumir los productos y servicios de estas otras empresas y conglomerados que InfoCatólica ha señalado de apoyar el matrimonio y la conformación de familias por personas del mismo sexo: Facebook, Apple, Twitter, Google, Coca-Cola Company, PepsiCo, Walt Disney, Johnson & Johnson, Colgate-Palmolive Company., Microsoft, American Express, HP, eBay, Visa, Inc., Amazon, Procter & Gamble, United Airlines, Delta Air Lines, Inc., HSBC, Groupon, Bank of America, JPMorgan Chase & Co., Deutsche Bank AG, CBS Corporation, Bloomberg L.P., Boehringer Ingelheim Pharmaceuticals Inc., Pfizer Inc., Dow Chemical Company, GlaxoSmithKline LLC, Intel Corporation, General Electric Company.
¡QUE VIVA LA DIVERSIDAD!