En los tiempos en que a los niños aún los traía la cigüeña, los mayores los amenazaban con el diablo para que no hicieran algo que consideraban indebido: “Si sales sin permiso, te sale el diablo” y ellos, de una vez se convertían en unos angelitos. Hoy, ningún “pelao” se traga ese cuento. Pero en asuntos de política, está reinando una amenaza mucho más terrible, la del doctor Álvaro Uribe, el cual sin ninguna otra clase de argumentos para retomar el poder que tanto lo obsesiona, le grita a cualquiera que no simpatice con sus tesis que se lo va a coger el castrochavismo, según él, el nuevo diablo que va a convertir a Colombia en otra Venezuela. Y lo más triste es que en pleno siglo XXI casi medio país se lo cree.
Si los niños ya no le temen al diablo, ¿cómo tantos mayores creen que aquí de buenas a primera va a llegar el comunismo a acabar con “nuestro paraíso”? Esto es consecuencia de que la educación en Colombia, que es un completo fracaso. Quizás en materia educativa todavía estemos transitando en el siglo XIX. Lo de que Colombia será la más educada en el año 2025 es otro cuento de ficción. Un país verdaderamente educado no se traga la historia de que un burgués de la rancia aristocracia bogotana como Juan Manuel Santos tenga entre sus planes importar el comunismo en un país tan conservador donde aún se cree que las mujeres son objetos, los que piensan diferentes, guerrilleros y los homosexuales, enfermos que no pueden vivir en sociedad o ejercer cargos públicos.
Si estuviéramos cerca de ser el “país más educado”, el doctor Uribe en vez de andar insultando, amenazando y tratando de guerrillero a todo el que no esté de acuerdo con él, estaría criando caballos en la inmensidad de sus tierras. Ahora para sobrevivir políticamente se ha inventado la idea de enredar al pueblo en una polarización sin sentido. Porque entre Santos y él ¿cuál es la diferencia?, ¿qué defienden? Si después de ocho años de uno y siete del otro, en Colombia siguen muriendo niños de hambre, la justicia es una vergüenza y la corrupción, como una reina despliega sus alas por todo el suelo patrio. De manera que Colombia en Latinoamérica, en salud, empleo, educación, transparencia, equidad, salarios mínimos y costo de vida no sale bien librado. Y eso no es culpa de Chávez ni de Maduro, sino de los Pastrana, los Uribe y los Santos.
Las mentiras del Dr. Uribe han hecho que los colombianos miren la lagaña en el ojo ajeno más que el propio, porque se ve lo de Venezuela, pero se es indiferente ante lo del pacífico, donde por ejemplo en Buenaventura, según el padre Adriel Ruiz, vocero del paro, de 400.000 habitantes, más de 160.000 se han acreditado como víctimas del conflicto, de la pobreza y la desigualdad; entre 1.999 y 2003, los paramilitares cometieron 26 masacres, el 80% vive en la pobreza, el 60% está desempleado y el 17% es analfabeta. Como se ve, si en Colombia hubiese un índice más alto de lectura se sabría que a veces hay problemas en gobiernos de izquierda, sobre todo por el boicot de grupos económicos de derecha, como también hay fracasos en los de derecha y centro… leyendo un poco más tendríamos el valor de mandar al señor Uribe con su música a otra parte.
Preocupa que tan alto porcentaje de colombianos continúe afincado en lo mismo. Enfrascados en la misma guerra verbal de falsos líderes, belicosos, egoístas e insensibles ante las angustias del mismo pueblo que los aplaude. Por qué no escuchar entonces al Dr. Julián de Zubiría, quien opina que “el país no puede seguir equivocado en sus prioridades”, para indicar que el camino es la educación, agregaría yo, con un verdadero líder que crea en ella, con capacidad para concertar, unir izquierda, derecha y todo lo que haya, y sobre todo dispuesto a conducir al país a puerto seguro, rodeado de todos y pensando realmente en mejorar las condiciones de vida del pueblo. Si ya Francia lo hizo con un joven inteligente que por encima de la politiquería empieza a rodearse de todas las fuerzas ¿Por qué no vamos a poder nosotros?