En estos días llovieron críticas al gobierno nacional por la presentación de una reforma tributaria que lo tiene todo para desatar el malestar social y no es para menos, esta atenta contra la propia existencia de los ciudadanos que difícilmente encuentran con qué vivir en un país de tantas carencias como lo es Colombia.
Las críticas, quien lo creyera, no solo provienen de la oposición o de los sectores que no se sabe qué posición toman; lo que más sorprende a “los medios de comunicación” —aunque realmente no tanto cuando seguimos las noticias— es que uno de los partidos que más alharaca se encuentra haciendo es el Centro Democrático. ¡Sí! Es algo que gustan hacer, más bulla que argumentos.
Pero lo interesante es que han salido con un cinismo exasperante a criticar al presidente que pusieron ellos con ayuda de ciertos "amiguitos", al presidente al que siempre le han dicho qué debe hacer y el que desde un principio fue reconocido como un títere al servicio de su jefe político. El cinismo no reside en que critiquen al presidente que hace todo lo que ellos piden, el cinismo radica en sus estrategias para presentarse como los salvadores del país cuando ellos mismos son los que nos han venido hundiendo.
Hagamos un conteo de cinismo, muy sucinto para no agotar a la audiencia, presentando solo algunos hechos:
1. El actual presidente es elegido por los colombianos (guiño-guiño) y por recomendación expresa de un expresidente, pues se deshacía en elogios en la campaña presidencial afirmando que era lo mejor que nos podía pasar. Lo mismo dijo de uno de sus Ministros que terminó enredado con Agro Ingreso Seguro (AIS) y presuntamente empantanado con Odebrecht, y se presentó como su candidato presidencial; lo mismo dijo de uno de sus Ministros que terminó presuntamente enredado con falsos positivos y presuntamente con Odebrecht, y se presentó como su candidato presidencial cuando el otro se desinfló, logrando al fin ser presidente; lo mismo dijo de uno de sus ministros que terminó presuntamente relacionado con hackers en actividades ilícitas y empantanado con Odebrecht.
2. Hace poco uno de los precandidatos de ese partido se reunió con el actual presidente para hablar, entre otras cosas, de la reforma tributaria y por su sacrosanta intercesión ya no habrá IVA para algunos productos, pero como el presidente es un “hueso duro de roer” en cuanto a negociaciones no cedió un paso; dándole vía libre al ministro de Hacienda para que continúe sin dilaciones la presentación de la reforma tributaria al Congreso de la República.
3. Recordemos que el actual ministro de Hacienda también fue uno de los ministros más amados del líder natural de la colectividad del Centro Democrático y al que siempre ha defendido porque sabe manejar perfectamente dicha cartera.
Bueno, a este punto, el lector se preguntará: ¿qué tienen que ver todos esos datos inútiles? Pues esto es relevante porque en estos días los más recalcitrantes seguidores del uribismo, viendo que no funcionó la divina intervención del hijo del "mesías" y que tampoco funcionó para hacer despegar la carrera presidencial de este, tuvieron que lustrar un poquito más el ya desgastado discursito del castrochavismo para asustar… De algo servirán más de 80 años asustando a los colombianos con el fantasma del comunismo.
Pues sí, salió la bodega uribista muy bien coordinada a decir en grupo lo mismo: “la reforma tributaria es socialista”. Con ello seguirán asustando con toda la tranquilidad, pero hay que tener algo en cuenta: si buena parte de los actuales funcionarios del alto gobierno son de la casta más rancia del uribismo, ¿eso no quiere decir que ellos siempre han sido socialistas? Si siempre han sido socialistas, ¿por qué se empeñan en ocultarlo? Si son socialistas, ¿eso quiere decir que el discurso de la bonanza que solo benefició a las grandes empresas y no a los ciudadanos es algo falso porque ningún socialismo es capaz de generar jamás prosperidad?
Pero tranquilos, estas preguntas son solo mofa. Es bien sabido que las políticas que hemos vivido en Colombia (tanto las nefastas reformas tributarias, políticas económicas, la seguridad democrática que en nada tiene para envidiar al Estatuto de Seguridad, etc.) son recetas, bien sea que provengan de entidades como el FMI o el Banco Mundial o de un libro cualquiera de la Escuela Austriaca de Economía o de la Escuela de Chicago (esas recetas que quiebran países como la Argentina con Menem y Macri; el Ecuador de Moreno; la Bolivia de Janine Añez; el Brasil de Bolsonaro quien decía sin sonrojarse que no sabía nada de economía, etc.). Estos organismos nada tiene relacionado con el socialismo y menos con el comunismo, mucho menos el neocomunismo como quisieron llamarlo; esto es neoliberalismo.
Observemos bien, la tesis fundamental de las últimas reformas se han encaminado a aplicar de estos organismos: destruir al Estado. ¿Cómo buscan destruirlo? Acabando la financiación con que éste pueda subsistir y para ello hay que realizar este juego cínico: mientras grito a los cuatro vientos que defenderé la austeridad en el gobierno, lo que hago es eliminar la carga impositiva a las grandes empresas y grandes capitales para trasladarla a las personas naturales —preferiblemente de clase media y baja—, pues como demuestran las declaraciones de renta de los altos funcionarios del gobierno nacional y muchos congresistas, entre ellos la bancada uribista, no pagan lo que se esperaría que pagaran en relación con sus grandes capitales.
Mientras tanto, una persona del común empezará a pagar impuestos por su modesto sueldo, su pensión o cualquier ganancia que pudiera obtener; incluso tendrá que pagar mayor cantidad de impuestos para alimentarse, lo que hace ver que se lucha a muerte por una desvalorización del dinero reduciendo al colombiano al hambre y la necesidad para que reciba cualquier receta que le permita recordar qué es acostarse con algo en el estómago… aunque sea una aguapanela con cartón. Por otro lado, radicalizan la corrupción en el país para enardecer al pueblo al ver desaparecidos los recursos con que se supone deberían solventarse las necesidades tanto a nivel nacional, regional o local. Y con esta doble irritación, minan los fundamentos de la confianza del pueblo en la Institución del Estado haciendo que en la mente del colombiano pulule más y más la idea de pasarnos al anarcocapitalismo, ideas del que senadoras como Cabal parecen ser muy afines, así como al incendiario Partido VOX de España ultradefensores de la dictadura franquista, así como veneradores de la figura de Franco.
No caigamos en la trampa, el actual gobierno no es socialista, ni esto es socialismo.